Islandia
Norte de Islandia
Al día siguiente teníamos un largo tramo de carretera hasta nuestro siguiente destino: el lago Myvatn. Madrugamos bastante para que nos cundiera el día. A la altura de Egilsstaðir tomamos un pequeño desvío para acercarnos a la población de Seyðisfjörður, pequeño pueblo pesquero situado al final de un fiordo. Allí hicimos una pequeña parada y aprovechamos para dar una vuelta por la localidad. |
Volvimos hasta Egilsstaðir, donde aprovechamos para comer, tras lo cual enfilamos directamente hacia Myvatn.
En los alrededores de este lago hay muchos lugares interesantes que visitar. Está todo lleno de cráteres, campos de lava, yacimientos geotermales y un sinfín de rincones que hizo que fuese uno de los lugares que más nos gustaron de nuestra visita a Islandia.
Lo primero que visitamos fue Hverir. Nos encontramos con una zona llena de charcas de agua o barro hirviendo y diversas fumarolas, algunas muy estruendosas y visibles desde muy lejos. Han delimitado muy claramente las zonas por las que se puede pasear para que los visitantes no metan accidentalmente el pie en algún sitio peligroso.
En los alrededores de este lago hay muchos lugares interesantes que visitar. Está todo lleno de cráteres, campos de lava, yacimientos geotermales y un sinfín de rincones que hizo que fuese uno de los lugares que más nos gustaron de nuestra visita a Islandia.
Lo primero que visitamos fue Hverir. Nos encontramos con una zona llena de charcas de agua o barro hirviendo y diversas fumarolas, algunas muy estruendosas y visibles desde muy lejos. Han delimitado muy claramente las zonas por las que se puede pasear para que los visitantes no metan accidentalmente el pie en algún sitio peligroso.
Aprovechando que hacía una tarde magnífica nos acercamos hasta el pequeño aeródromo de Reykjahlíð, principal población de los alrededores del lago Myvatn. Habíamos visto que desde allí organizaban viajes panorámicos en avioneta y antes del viaje habíamos contactado con ellos para pedir información. Nos respondieron que los vuelos dependían fundamentalmente de las condiciones climatológicas, así que como el día no podía ser más propicio, decidimos acercarnos.
Nos ofrecieron seis tours con diferentes recorridos y precios y elegimos el que nos pareció más interesante. La espera para salir fue corta; el piloto se cambio de ropa y nos acompañó hasta la avioneta. Allí nos explicó los detalles referentes a la seguridad y nos dio unos auriculares con micrófono para comunicarnos dentro del aparato.
Arrancó, despegó y se dirigió hacia el sur. Durante la siguiente hora y media estuvimos disfrutando de unas vistas impresionantes.
Comenzamos sobrevolando el lago Myvatn, donde pudimos apreciar la gran cantidad de pequeños cráteres que había por todas partes, así como los enormes campos de lava, algo que veríamos constantemente durante todo el trayecto.
Nos ofrecieron seis tours con diferentes recorridos y precios y elegimos el que nos pareció más interesante. La espera para salir fue corta; el piloto se cambio de ropa y nos acompañó hasta la avioneta. Allí nos explicó los detalles referentes a la seguridad y nos dio unos auriculares con micrófono para comunicarnos dentro del aparato.
Arrancó, despegó y se dirigió hacia el sur. Durante la siguiente hora y media estuvimos disfrutando de unas vistas impresionantes.
Comenzamos sobrevolando el lago Myvatn, donde pudimos apreciar la gran cantidad de pequeños cráteres que había por todas partes, así como los enormes campos de lava, algo que veríamos constantemente durante todo el trayecto.
Atravesando uno de estos infinitos campos de lava (ellos los llaman desiertos) vimos el monte Herðubreið, una de las formaciones más famosas de Islandia.
Continuamos hasta Askja, donde iríamos al día siguiente por carretera. Sobrevolamos la enorme caldera, pues no en vano este es el volcán más grande de la zona, y vimos el pequeño cráter Víti que hay junto a Askja.
Desde ahí continuamos hacia el sur hasta adentrarnos en el glaciar Vatnajökull, algunas de cuyas lenguas habíamos visto el día anterior. En esta ocasión pudimos contemplar el glaciar en todo su esplendor: una vastísima llanura de hielo que alcanzaba hasta donde daba la vista, pues ese día la visibilidad era magnífica.
Después de sobrevolar un rato el glaciar vimos dos pequeñas lagunas que se habían formado en lo alto del mismo, totalmente inaccesibles por tierra, que eran muy espectaculares.
En ese punto dimos media vuelta y emprendimos el camino de regreso, en dirección norte, atravesando nuevamente un inmenso desierto de lava. Tras alcanzar las cercanías del lago Myvatn pasamos por el lado este, donde pudimos contemplar la asombrosa formación del cráter Hverfjall y los baños termales de Myvatn, que visitaríamos más tarde.
Antes de terminar sobrevolamos Krafla, una zona volcánica llena de fumarolas donde destaca una planta de energía geotérmica y en la que hay otro cráter llamado Víti.
Con esto finalizó nuestro viaje en avioneta y aterrizamos en el aeródromo. Fue una experiencia cara, sin duda, pero también increíble.
Con esto finalizó nuestro viaje en avioneta y aterrizamos en el aeródromo. Fue una experiencia cara, sin duda, pero también increíble.
Ya con los pies en tierra decidimos ir al cráter Hverfjall, que nos había llamado mucho la atención. Dejamos el coche en el aparcamiento y por un pequeño sendero subimos hasta la cresta del cráter. Ahí estuvimos contemplando la formación, toda de piedra oscura, y caminando por su borde.
Tras eso decidimos acercarnos a nuestro alojamiento. Para las próximas dos noches habíamos reservado una encantadora cabaña, donde estuvimos realmente muy a gusto.
Una vez nos acoplamos, fuimos a cenar a una vaquería que nos habían recomendado llamada Vogafjós. Es un lugar curioso: ofrecen alojamiento y tienen un bistró muy agradable, todo justo al lado de la vaquería, que se puede visitar.
La cena estuvo muy bien; según dicen, prácticamente todo es casero o proviene de la propia vaquería: el pan, los quesos, las mermeladas, las carnes…
Después nos acercamos a los baños termales de Myvatn. Aprovechando el horario tan amplio que tienen (cierran a las doce de la noche), decidimos bañarnos en sus piscinas naturales de aguas sulfurosas a 38 grados de temperatura.
Una vez con el bañador puesto, los pocos metros que separan los vestuarios y las piscinas se nos hicieron eternos. Había un reloj que marcaba la temperatura, la cual era de 5°C. Afortunadamente en el interior del agua se estaba en la gloria, a pesar del olor. Estuvimos disfrutando hasta las once de la noche, momento en que decidimos marcharnos pues al día siguiente teníamos que madrugar bastante. La salida fue mucho más llevadera. Fue una experiencia curiosa que repetiríamos el último día de nuestro viaje.
Como hemos comentado anteriormente, al día siguiente habíamos contratado una excursión para ir a Askja por carretera. Amaneció muy nublado y con frío, nada que ver con el día anterior. Cuando llegamos al punto de encuentro desde donde partía la excursión, la guía nos dijo que iba a llover y quizá a nevar. Así que nos preparamos para un día largo y frío.
El autobús era muy parecido al que nos transportó el día de Landmannalaugar. Una vez estuvo todo el mundo iniciamos la marcha. Tras un tramo de carretera asfaltada nos desviamos a una carretera F, por donde transitaríamos prácticamente el resto del día.
Durante el trayecto de ida hicimos un par de paradas, una en un cañón y otra en un refugio. Tuvimos que vadear varios ríos, algunos de ellos un poco profundos y con bastante corriente.
Una vez nos acoplamos, fuimos a cenar a una vaquería que nos habían recomendado llamada Vogafjós. Es un lugar curioso: ofrecen alojamiento y tienen un bistró muy agradable, todo justo al lado de la vaquería, que se puede visitar.
La cena estuvo muy bien; según dicen, prácticamente todo es casero o proviene de la propia vaquería: el pan, los quesos, las mermeladas, las carnes…
Después nos acercamos a los baños termales de Myvatn. Aprovechando el horario tan amplio que tienen (cierran a las doce de la noche), decidimos bañarnos en sus piscinas naturales de aguas sulfurosas a 38 grados de temperatura.
Una vez con el bañador puesto, los pocos metros que separan los vestuarios y las piscinas se nos hicieron eternos. Había un reloj que marcaba la temperatura, la cual era de 5°C. Afortunadamente en el interior del agua se estaba en la gloria, a pesar del olor. Estuvimos disfrutando hasta las once de la noche, momento en que decidimos marcharnos pues al día siguiente teníamos que madrugar bastante. La salida fue mucho más llevadera. Fue una experiencia curiosa que repetiríamos el último día de nuestro viaje.
Como hemos comentado anteriormente, al día siguiente habíamos contratado una excursión para ir a Askja por carretera. Amaneció muy nublado y con frío, nada que ver con el día anterior. Cuando llegamos al punto de encuentro desde donde partía la excursión, la guía nos dijo que iba a llover y quizá a nevar. Así que nos preparamos para un día largo y frío.
El autobús era muy parecido al que nos transportó el día de Landmannalaugar. Una vez estuvo todo el mundo iniciamos la marcha. Tras un tramo de carretera asfaltada nos desviamos a una carretera F, por donde transitaríamos prácticamente el resto del día.
Durante el trayecto de ida hicimos un par de paradas, una en un cañón y otra en un refugio. Tuvimos que vadear varios ríos, algunos de ellos un poco profundos y con bastante corriente.
A nuestra llegada al aparcamiento en Askja había una niebla que no dejaba ver demasiado. La caldera está a unos dos kilómetros y medio del aparcamiento. La caminata la hicimos envueltos en una nebulosa blanca y para cuando llegamos al punto panorámico la visibilidad era escasa. Sin duda ese día no saldrían muchos vuelos en avioneta.
Afortunadamente, en un momento dado comenzó a levantarse la niebla y se despejó bastante, por lo que pudimos disfrutar algo de lugar. Vimos el inmenso lago formado en la caldera de Askja y el pequeño del cráter del Víti. En el Víti es posible bañarse, aunque el agua no está especialmente caliente. De hecho, a pesar del día de perros que hacía, vimos a unos cuantos valientes que se estaban bañando.
Nosotros nos limitamos a recorrer el borde del Víti, siempre con cuidado porque estaba todo muy embarrado. Finalmente comenzó a caer agua nieve, momento en el que decidimos regresar al autobús.
El camino de vuelta fue también largo a pesar de que sólo hicimos una parada. Cuando por fin llegamos al aparcamiento desde el que habíamos salido, nos quedamos con la sensación de que esta excursión es mucho menos interesante que la de Landmannalaugar. Igual con un día soleado la habría sido más positiva, pero la gran cantidad de horas que hay que pasar en el autobús transitando por carreteras llenas de baches no sabemos si hacen que la excursión valga la pena.
Lo mejor del día fue que la cabaña que teníamos tenía hot tub. No sabemos si existe una expresión en español, pero vendría a ser una bañera de jacuzzi con el agua caliente pero sin burbujas. Estaba junto a la cabaña pero fuera, así que fue una sensación parecida a la del día anterior, solamente que sin el olor a huevos podridos y para nosotros dos solos. Sin duda, fue el mejor momento del día.
El camino de vuelta fue también largo a pesar de que sólo hicimos una parada. Cuando por fin llegamos al aparcamiento desde el que habíamos salido, nos quedamos con la sensación de que esta excursión es mucho menos interesante que la de Landmannalaugar. Igual con un día soleado la habría sido más positiva, pero la gran cantidad de horas que hay que pasar en el autobús transitando por carreteras llenas de baches no sabemos si hacen que la excursión valga la pena.
Lo mejor del día fue que la cabaña que teníamos tenía hot tub. No sabemos si existe una expresión en español, pero vendría a ser una bañera de jacuzzi con el agua caliente pero sin burbujas. Estaba junto a la cabaña pero fuera, así que fue una sensación parecida a la del día anterior, solamente que sin el olor a huevos podridos y para nosotros dos solos. Sin duda, fue el mejor momento del día.
La mañana siguiente, con algo de pesar, nos despedimos de nuestra inolvidable cabina. Aunque fue el alojamiento más caro de todo el viaje, mereció totalmente la pena.
Ese día teníamos previsto visitar varios lugares en los alrededores del lago Myvatn. Comenzamos por Skútustaðagígar. Se trata de una serie de pequeños cráteres en torno a los cuales se ha formado el estanque de Stakhólstjörn, en el que pudimos contemplar un montón de aves, principalmente cisnes y patos. Hay un sendero que permite recorrer fácilmente la zona de Skútustaðagígar, así que decidimos completarlo.
Ese día teníamos previsto visitar varios lugares en los alrededores del lago Myvatn. Comenzamos por Skútustaðagígar. Se trata de una serie de pequeños cráteres en torno a los cuales se ha formado el estanque de Stakhólstjörn, en el que pudimos contemplar un montón de aves, principalmente cisnes y patos. Hay un sendero que permite recorrer fácilmente la zona de Skútustaðagígar, así que decidimos completarlo.
De ahí fuimos hasta Höfði, el primer y único bosque que vimos en Islandia, con pequeños senderos que lo recorren. No dejamos pasar la oportunidad de pasear entre árboles y arbustos. El lugar es pequeño y todos los caminos conducen hacia el lago, donde pueden verse unas curiosas formaciones rocosas.
La siguiente parada fue un poco más larga. En esta ocasión le tocó el turno a Dimmuborgir: nuevamente estábamos ante un campo de lava. El lugar es increíble: los restos de lava han creado curiosas formaciones rocosas entre las cuales ha crecido mucha vegetación. Han proyectado unos senderos para recorrer la zona, muy bien identificados mediante colores. Nosotros decidimos hacer el rojo, uno de los más largos.
En el aparcamiento hay un mirador de la zona. Desde allí, tras bajar una cuesta comienzan los senderos. El paseo fue muy agradable y durante el mismo disfrutamos viendo las formaciones, entre las que destacan varios arcos y alguna que otra pequeña cueva.
En un punto del recorrido pudimos ver también el cráter Hverfjall, el cual habíamos subido dos días antes y que se encuentra junto a Dimmuborgir.
Al final del recorrido aprovechamos la mesa de madera que hay en la pequeña área de descanso que se encuentra junto al aparcamiento para comer algo. Infelizmente el frío y el viento nos interrumpieron el momento y tuvimos que acabar el almuerzo dentro del coche.
Al final del recorrido aprovechamos la mesa de madera que hay en la pequeña área de descanso que se encuentra junto al aparcamiento para comer algo. Infelizmente el frío y el viento nos interrumpieron el momento y tuvimos que acabar el almuerzo dentro del coche.
La visita más sosa del día fue la siguiente. Se trata de la cueva Grjótagjá. Esta cavidad se hizo famosa por aparecer en una emblemática escena de la aclamada serie Juego de Tronos; suponemos que desde entonces aparece en todas las guías de viaje de Islandia. El lugar es curioso, pero es pequeño, está lleno de agua y realmente tampoco es nada del otro mundo. Afortunadamente para visitarlo no hay que hacer mucho recorrido ya que está por la zona.
Cuando salimos de la cueva se puso a llover con bastante intensidad. Nos quedaba por recorrer la zona de Krafla. Queríamos ver el cráter Víti y Leirhnjükur, una zona de lava con fumarolas y burbujeantes pozas de barro. Nos desplazamos hasta el aparcamiento del Víti y estuvimos esperando dentro del coche. Como no amainaba, nos armamos de valor y salimos a verlo. Por suerte el cráter está junto al aparcamiento y no tuvimos que caminar demasiado.
Sin embargo, desistimos de visitar la zona de Leirhnjükur. Ahí había que dar un gran paseo. Por eso, a pesar de que llevábamos chubasqueros y ropa más o menos adecuada para la lluvia, nos dio mucha pereza.
Con cierta tristeza abandonamos los alrededores del lago Myvatn, donde habíamos disfrutado de innumerables y muy diferentes lugares para ver, y emprendimos la marcha en dirección a Dettifoss, la cascada con mayor volumen de agua de toda Europa.
Cuando llegamos al aparcamiento de Dettifoss seguía lloviendo, así que nos quedamos en el coche esperando; para pasar el rato nos echamos una siesta. Al despertar comprobamos que la lluvia no cesaba, pero en esta ocasión no íbamos a desistir. Nos armamos de valor y salimos pertrechados de toda la ropa impermeable que teníamos.
Nos acercamos primero a la catarata Selfoss, muy cercana a Dettifoss. Selfoss es bastante espectacular, pero queda ensombrecida por estar tan cerca de Dettifoss.
Con cierta tristeza abandonamos los alrededores del lago Myvatn, donde habíamos disfrutado de innumerables y muy diferentes lugares para ver, y emprendimos la marcha en dirección a Dettifoss, la cascada con mayor volumen de agua de toda Europa.
Cuando llegamos al aparcamiento de Dettifoss seguía lloviendo, así que nos quedamos en el coche esperando; para pasar el rato nos echamos una siesta. Al despertar comprobamos que la lluvia no cesaba, pero en esta ocasión no íbamos a desistir. Nos armamos de valor y salimos pertrechados de toda la ropa impermeable que teníamos.
Nos acercamos primero a la catarata Selfoss, muy cercana a Dettifoss. Selfoss es bastante espectacular, pero queda ensombrecida por estar tan cerca de Dettifoss.
La catarata Dettifoss es todo un espectáculo, incluso aún cuando el clima no acompaña, como era el caso. Tuvimos que conformarnos con una visita corta porque a la pertinaz lluvia hubo que añadirle todo el vapor de agua que se forma en los alrededores de la cascada. Aún así pudimos ver y oír el estruendo de la enorme cantidad de agua cayendo.
De vuelta en el coche nos pusimos ropa más cómoda y seca y condujimos hasta Húsavík, donde pernoctaríamos esa noche. A nuestra llegada a esta ciudad encontramos abierto un sitio de fish and chips, así que aprovechamos para llenar el estómago antes de irnos a dormir.
Al día siguiente amaneció despejado así que pudimos llevar a cabo la excursión que queríamos hacer en Húsavík, que no fue otra que salir a ver ballenas. Nos acercamos al puerto, donde todas las empresas que ofrecen esta salida cuentan con una oficina. Entramos en todas ellas para preguntar precios, horarios y demás. De lo que nos ofrecieron (y aprovechando que parecía que el mar estaba en calma) optamos por salir en una lancha rápida. Nos convenció el hecho de que si se ve una ballena a lo lejos, este tipo de embarcaciones tienen mayor maniobrabilidad que un barco pesquero para acercarse rápidamente. En el almacén que la empresa ocupa junto al puerto nos proporcionaron trajes impermeables, guantes y gafas. Cuando todos los excursionistas estuvimos preparados salimos a la bahía en busca de ballenas.
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En las casi tres horas que duró la expedición podemos decir que tuvimos suerte. Vimos varias ballenas e incluso coincidimos con dos que nadaban juntas. Puede que fuéramos viendo todo el rato las mismas ballenas o quizás no: es algo que nunca sabremos. De lo que no hay duda es de que estuvimos bastante cerca de ellas.
Cuando estábamos parados, la guía que llevábamos en la embarcación contaba curiosidades y aspectos diversos de la vida de estos animales. Antes de emprender el camino de regreso al puerto nos invitó a una copita de vino de especias.
De vuelta al coche continuamos nuestro camino. Ese día también era una jornada dedicada más bien a hacer kilómetros y desplazarse que a hacer visitas. Una de las paradas que hicimos fue para ver la catarata Goðafoss. Es una cascada doble bastante estruendosa y de fácil acceso por ambos lados. Nosotros escogimos uno de ellos y decidimos no pasar al otro lado; habíamos visto suficientes cascadas.
Camino de nuestro alojamiento del día hicimos una parada en Akureyri, una de las ciudades más importantes del norte de Islandia. Aparcamos en el jardín botánico, donde aprovechamos las instalaciones para hacer un picnic y recorrerlo después. Como es un recinto pequeño fue una visita corta. Después visitamos la iglesia, tras lo cual volvimos a la carretera.