Italia
Nuestra relación con Italia comenzó el mes de julio de 2006, fecha que los tifosi recordarán porque su selección ganó el campeonato del mundo de fútbol. Ese verano decidimos alquilar un apartamento en Florencia y pasar el mes entero haciendo un curso de italiano. Por las tardes paseábamos por la ciudad mientras hacíamos la compra o nos tomábamos un helado; los fines de semana, aprovechando que teníamos coche, los pasábamos visitando los alrededores. Siempre recordaremos que desde la ventana de nuestra clase veíamos el Duomo de Firenze.
Desde entonces hemos estado varias veces en el país, aunque en esta plataforma solamente hemos dejado constancia de nuestras visitas a partir del año 2009, que es cuando comenzamos a construir esta página web. Así, los viajes a ciudades como Venecia, Verona, Bolonia, Parma, Trento, Siena, Padua, Génova, Pisa y la mencionada Florencia, quedarán solamente para nuestro recuerdo. Sí tienen cabida las visitas posteriores. En marzo de 2011 fuimos cinco días a Roma. El recuerdo de aquella visita que perdura en nuestra memoria es el dolor de pies al final de cada día, pues prácticamente todas las calles de la ciudad están adoquinadas. Bromas aparte, esta ciudad tremendamente turística nos gustó especialmente de noche, cuando todos los turistas se habían retirado a sus alojamientos (o casi todos, aún quedábamos nosotros) y sus plazas y fuentes se iluminaban. Visitar entonces la Piazza Navona o la Fontana di Trevi se convertía en algo mágico; nada que ver con el bullicio y la algarabía diurna. También recordamos lo bien que comimos en lugares previamente seleccionados después de una ardua búsqueda en Internet. Pero sobre todo, ese momento en que accedimos a la capilla Sixtina por vez primera. Una obra de arte realmente con mayúsculas, que sin duda merece que se restrinja de alguna forma el número de visitantes que entran a la sala de una vez. La siguiente visita fue en el año 2017, asombrados de que hubiese pasado tanto tiempo desde nuestra visita anterior. Al final, el mundo es muy grande y las vacaciones anuales demasiado escasas. Ese año, para recuperar el tiempo perdido, hicimos dos pequeñas incursiones. La primera nos llevó a Bérgamo, donde alquilamos un coche para recorrer el lago di Como y el lago Maggiore. Fue también un mes de marzo, que si bien tuvo el aspecto positivo de que había poco turismo, por contra muchas villas y palacios que rodean los lagos estaban todavía cerradas al público puesto que la mayoría no abren sus puertas hasta el mes de abril. Sin embargo, pudimos hacernos una idea muy buena del lugar y, sobre todo, disfrutar de las vistas y los paisajes. Como no tuvimos tiempo de pasar por Milán, decidimos hacerle una visita unos meses más tarde, en septiembre. En Milán estuvimos un fin de semana. Si bien no es la típica ciudad italiana con su centro histórico adoquinado y sus edificios antiguos, nos pareció que tenía una vida y un ambiente inigualables. Lo pasamos fenomenal, comimos y bebimos muy bien, y como broche, pudimos conseguir entradas para contemplar “La Última Cena” de Leonardo da Vinci. En la sala que lo alberga sí está restringido el número de visitantes, de tal forma que solamente admiten treinta personas cada quince minutos, todo muy bien cronometrado y organizado. De ahí que nos congratulemos de haber conseguido entradas. Cronológicamente, nuestra siguiente incursión en el país fue para visitar Nápoles y sus alrededores: la costa Amalfitana, la isla de Capri, el Vesubio… Una zona muy popular y abarrotada de turistas la mayor parte del año. Nápoles nos pareció una ciudad bastante caótica, aunque nos atreveríamos a decir que, más que una percepción, es un hecho. Por otro lado, los lugares turísticos que tiene a tiro de piedra la convierten en un destino imprescindible. En nuestra última visita, recorrimos los puntos más icónicos de los no menos emblemáticos Dolomitas. Estos magníficos macizos montañosos, plagados de maravillosas rutas de senderismo, son un destino ineludible para aquellas personas a las que les gusten ese tipo de actividades. Hay excursiones para todos los niveles y de diferentes duraciones. Nosotros optamos por las más representativas y fueron un espectáculo. Mención aparte merecen los lagos, que se encuentran por todas partes. Todo ello hace de los Dolomitas un paisaje sin parangón. En resumen, que seguiremos volviendo a Italia, aunque solo sea por la cercanía y la gastronomía. |