Estados Unidos
Nueva York
Nueva York nos encanta. Vaya por delante esta declaración de intenciones. Nos parece una de las ciudades del mundo (si no la que más) en las que más cosas hay para hacer. Para muchas de ellas (no todas) se necesita dinero, y en el caso de esta ciudad, bastante dinero, porque Nueva York es una ciudad muy cara. Aunque quizás deberíamos matizar, porque en realidad estamos hablando de Manhattan. Pero Nueva York es mucho más que Manhattan. Nueva York está compuesta por cinco distritos y la Gran Manzana es sólo uno de ellos; de hecho, el más pequeño. Lo que pasa es que cuando alguien visita esta ciudad, generalmente apenas pone los pies en otro distrito. Si acaso cuando aterriza el avión, o brevemente por la zona de Brooklyn aledaña al puente del mismo nombre. El resto del tiempo discurre siempre en Manhattan. Pero hemos de decir que nosotros hemos estado en los cinco distritos.
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Hemos visitado juntos esta ciudad en dos ocasiones, una en mayo de 2008 y la segunda en noviembre de 2016. En ambas ocasiones estuvimos una semana. Entre la primera y la segunda vez hemos podido comprobar algunos cambios que ha sufrido la ciudad. El más evidente: cuando fuimos la primera vez había una “zona cero” todavía llena de escombros, mientras que la segunda nos hemos encontrado en ese enclave una torre de 101 pisos con un observatorio en lo alto.
También hemos visto muchas más bicicletas, a pesar del constante tráfico de coches que hay siempre. Y no solamente de las que ofrece el ayuntamiento, que en 2008 no existían. Como ha sucedido en otras ciudades, ese tipo de iniciativas ha animado a la gente a sacar y utilizar sus propias bicicletas. Desde luego Manhattan, al ser tan plano, invita a pedalear. Otras zonas, sin embargo, estaban tal cual las recordábamos: Chinatown sería un buen ejemplo. Seguramente habrá más negocios regentados por chinos que antes, pero a los ojos de dos turistas como nosotros, el barrio seguía igual. O el SoHo, con sus calles tranquilas repletas de galerías de arte y tiendas de decoración, con sus edificios inconfundibles. Aunque comprobando las fotos de la primera vez con la segunda, hemos encontrado pequeños cambios en algunos de ellos. En fin, que ya sea haciendo cosas nuevas o repitiendo algunas de ellas, las dos veces hemos disfrutado mucho de Manhattan. |
Nuestra personal crónica de Nueva York comenzará por los diferentes barrios de la isla de Manhattan de sur a norte, para después hablar un poco de nuestra visita al resto de distritos. Y claro, habrá referencias y fotografías de los dos viajes aunque recordemos mejor el segundo, que es cuando escribimos estas letras.
Lower Manhattan
La punta sur de la isla está cubierta por Battery Park, un pequeño parque desde el que parten los transbordadores hacia Staten Island y los barcos que hacen la visita a la isla donde está la estatua de la Libertad. En este parque, además de una vista lejana de la famosa estatua, se puede contemplar The Sphere, una escultura de una esfera que se hallaba en la plaza en las que estaban las torres gemelas y que apareció bajo los escombros. La escultura está tal cual se encontró, sin ninguna reparación.
La punta sur de la isla está cubierta por Battery Park, un pequeño parque desde el que parten los transbordadores hacia Staten Island y los barcos que hacen la visita a la isla donde está la estatua de la Libertad. En este parque, además de una vista lejana de la famosa estatua, se puede contemplar The Sphere, una escultura de una esfera que se hallaba en la plaza en las que estaban las torres gemelas y que apareció bajo los escombros. La escultura está tal cual se encontró, sin ninguna reparación.
La larguísima avenida Broadway inicia su andadura en este parque. Subiendo por ella enseguida vemos la escultura Charging Bull, el famoso toro de bronce al que tan aficionados somos los turistas a tocarle los testículos (por decirlo finamente).
En pleno Financial District, justo a la altura de la Trinity Church, nos encontramos con Wall Street, donde podemos ver la fachada con la enorme bandera estadounidense de la New York Stock Exchange, la bolsa neoyorquina. Hace muchos años se podía entrar para verla por dentro, pero esas épocas pasaron a mejor vida. En horario laboral, esa zona es una de las más abarrotadas de todo Manhattan.
Un poco más al norte nos encontramos con la antigua “zona cero”, que ha recuperado su nombre anterior: World Trade Center. En el lugar donde estaban las torres han construido dos agujeros que son en realidad sendas fuentes. Junto a estas, la nueva One World Trade Center, en cuya planta 101 está el observatorio. Fue la primera visita de nuestro segundo viaje: no queríamos perdernos la vista que ofrecía y teníamos curiosidad por experimentar el ascensor. |
Antes de subir a él (una vez pasados los pertinentes controles de seguridad) muestran un minidocumental sobre la ciudad. A continuación se entra en el ascensor, que tiene el aliciente de que sube 100 pisos a una velocidad récord y, sobre todo, que las paredes del mismo son una pantalla en la que proyectan un vídeo que simula el paso del tiempo en esa parte de la isla, desde que no era más que campo hasta el día de hoy. Es una experiencia realmente increíble.
La vista desde la torre nos decepcionó un poco, no por la panorámica, sino porque todo el mirador es acristalado, por lo que el reflejo del sol está siempre presente. Se echa de menos un poco de salida al exterior.
La vista desde la torre nos decepcionó un poco, no por la panorámica, sino porque todo el mirador es acristalado, por lo que el reflejo del sol está siempre presente. Se echa de menos un poco de salida al exterior.
Desde allí arriba se ven los puentes de Brooklyn y de Manhattan, la estatua de la Libertad (que desde esa altura parece enana) y el Midtown, la zona con los edificios más altos de la isla, entre los que destaca el Empire State.
La bajada en el ascensor también tiene su interés.
La bajada en el ascensor también tiene su interés.
Junto a esta torre se sitúan dos edificios modernos: hacia el oeste, junto al río Hudson, una galería comercial con una bonita cristalera llamada Brookfield Place; hacia el centro de la isla, el Oculus, un intercambiador de transportes diseñado por Santiago Calatrava y cuya construcción estuvo marcada por la polémica. Sin entrar en la misma, a nosotros nos pareció impresionante.
Cerca del ayuntamiento, junto al City Hall Park, se encuentra el Woolworth Building, posiblemente uno de los edificios más interesantes de esa zona, cuya entrada desgraciadamente está vedada a los turistas.
Tribeca y SoHo
En Tribeca podemos ver algunos edificios del siglo XIX: por ejemplo en Harrison Street encontramos cuatro casas de ladrillo que datan de 1828 y que son las más antiguas del barrio. En Hudson Street podemos contemplar el Western Union Building (y entrar en su lobby). Son edificios principalmente de ladrillo que muestran el tipo de construcción que se hacía en la época.
Este barrio se hizo famoso gracias a que el actor Robert de Niro abrió en él unos estudios de cine, el Tribeca Film Center, donde todos los años se celebra el Festival de Cine de Tribeca. Ello contribuyó a que muchos actores se trasladaran a vivir al barrio, por lo que no es extraño cruzarse con algún famoso por sus calles (aunque nosotros no reconocimos a ninguno).
En Tribeca podemos ver algunos edificios del siglo XIX: por ejemplo en Harrison Street encontramos cuatro casas de ladrillo que datan de 1828 y que son las más antiguas del barrio. En Hudson Street podemos contemplar el Western Union Building (y entrar en su lobby). Son edificios principalmente de ladrillo que muestran el tipo de construcción que se hacía en la época.
Este barrio se hizo famoso gracias a que el actor Robert de Niro abrió en él unos estudios de cine, el Tribeca Film Center, donde todos los años se celebra el Festival de Cine de Tribeca. Ello contribuyó a que muchos actores se trasladaran a vivir al barrio, por lo que no es extraño cruzarse con algún famoso por sus calles (aunque nosotros no reconocimos a ninguno).
El SoHo es uno de los barrios de Manhattan que más nos gustan. Las calles de este vecindario están llenas de bonitos edificios de techos altos y estructuras muy vistosas, mientras que los bajos de dichos edificios están llenos de galerías de arte, tiendas de diseñadores o de decoración.
No es un barrio con demasiada vida, ya que apenas hay tiendas de otro tipo. Salvo la zona de Broadway, el resto de calles son muy tranquilas y se puede caminar y contemplar los edificios con calma.
No es un barrio con demasiada vida, ya que apenas hay tiendas de otro tipo. Salvo la zona de Broadway, el resto de calles son muy tranquilas y se puede caminar y contemplar los edificios con calma.
Como comentábamos al principio, aunque todo parecía estar igual, encontramos algunas pequeñas diferencias en este barrio que solamente pudimos apreciar cuando comparamos las fotos de nuestro viaje en 2008 con las del viaje de 2016.
Chinatown, Little Italy y Lower East Side
Antiguamente los barrios de Chinatown y Little Italy estaban claramente separados por Canal Street: los chinos al sur y los italianos al norte. Esta disgregación hoy en día ha desaparecido pues los chinos han expandido su territorio invadiendo los límites de Little Italy. Sin embargo ha sobrevivido un último bastión italiano: Mulberry Street. A esa calle se ha reducido prácticamente la presencia italiana en la zona. Esta animada vía, siempre repleta de turistas, está plagada de restaurantes italianos y tiendas de productos de ese país. En Ferrara’s comimos unos exquisitos canoli, aunque a precios prohibitivos.
Antiguamente los barrios de Chinatown y Little Italy estaban claramente separados por Canal Street: los chinos al sur y los italianos al norte. Esta disgregación hoy en día ha desaparecido pues los chinos han expandido su territorio invadiendo los límites de Little Italy. Sin embargo ha sobrevivido un último bastión italiano: Mulberry Street. A esa calle se ha reducido prácticamente la presencia italiana en la zona. Esta animada vía, siempre repleta de turistas, está plagada de restaurantes italianos y tiendas de productos de ese país. En Ferrara’s comimos unos exquisitos canoli, aunque a precios prohibitivos.
Entre los elementos más característicos de la zona se encuentran un edificio pintado con la bandera italiana y, a menor escala, los surtidores de agua que usan los bomberos, también tricolores.
Chinatown es diferente. Ahí no solamente hay turistas. En realidad hay orientales entre los que deambulamos los turistas. Porque todo está lleno de restaurantes de comida oriental (y no sólo chinos: degustamos una exquisita y auténtica comida vietnamita en Nam Son, donde fuimos prácticamente los únicos occidentales del lugar); pero también está plagado de tiendas de comestibles con los carteles en chino, donde esta amplia comunidad acude casi a diario a hacer la compra.
Por supuesto también hay montones de tiendas de baratijas, camisetas, perfumes y todo tipo de artilugios y recuerdos imaginables.
El Lower East Side era una zona donde antiguamente residía parte de la comunidad judía, pero al parecer se han ido desplazando a otros sitios. En la actualidad es un barrio residencial tranquilo en el que el mayor exponente turístico es el famosísimo restaurante Katz’s Delicatessen. En este amplio local se sirven los que están considerados como los mejores sándwiches de pastrami de la ciudad.
El Lower East Side era una zona donde antiguamente residía parte de la comunidad judía, pero al parecer se han ido desplazando a otros sitios. En la actualidad es un barrio residencial tranquilo en el que el mayor exponente turístico es el famosísimo restaurante Katz’s Delicatessen. En este amplio local se sirven los que están considerados como los mejores sándwiches de pastrami de la ciudad.
Nosotros comimos en el local en las dos visitas: en la primera incluso tuvimos el honor de conocer a Mr. Katz (seguramente tercera generación, porque el negocio tiene más de 100 años), quien estaba paseándose por las mesas saludando a la gente. Cuando llegó a la nuestra y le dijimos que éramos españoles, nos comentó en un más que aceptable español que uno de sus vástagos estaba haciendo un máster en Madrid.
Greenwich Village
Probablemente el lugar más emblemático de este barrio sea Washington Square, un pequeño parque con el típico arco de triunfo en uno de sus laterales. Aquí da comienzo la más famosa de las avenidas de Manhattan: la quinta.
Este parque, que en nuestras dos visitas encontramos en obras (esperamos que no fueran la misma), es un buen sitio para hacer una pausa en las siempre cansadas visitas de esta ciudad.
Greenwich Village
Probablemente el lugar más emblemático de este barrio sea Washington Square, un pequeño parque con el típico arco de triunfo en uno de sus laterales. Aquí da comienzo la más famosa de las avenidas de Manhattan: la quinta.
Este parque, que en nuestras dos visitas encontramos en obras (esperamos que no fueran la misma), es un buen sitio para hacer una pausa en las siempre cansadas visitas de esta ciudad.
El sur del parque, especialmente la calle MacDougal, es un buen lugar para buscar algún sitio donde comer o tomar una copa. Y es que el “Village”, como lo conocen por allí, es uno de los lugares de Manhattan más animados por las noches, especialmente desde que hace unos años se convirtiera en la zona de ambiente por excelencia de la ciudad.
En la zona oeste del barrio, lo que se conoce como West Village, se puede contemplar la casa más pequeña de Nueva York: está en el número 75 de Bedford Street y data de 1873.
En la zona oeste del barrio, lo que se conoce como West Village, se puede contemplar la casa más pequeña de Nueva York: está en el número 75 de Bedford Street y data de 1873.
En el número 510 de Hudson Street hay un bar-coctelería mítico, el Employees Only. Es el bar que más veces ha aparecido en la lista anual de los 50 mejores bares del mundo desde que se edita.
East Village
El East Village es uno de nuestros barrios favoritos en la isla de Manhattan. No tiene ningún edificio especial ni de visita obligada (más allá del Katz’s Delicatessen del que hablábamos anteriormente), pero es un barrio tranquilo con una apacible plaza, poblado de edificios de casas no muy altos de diversos colores y con las típicas escaleras de incendios. Además es el barrio étnico por excelencia de la ciudad, por la cantidad de gente de diferentes culturas que habita en él. Por todo esto nos parece un sitio muy agradable para pasear.
East Village
El East Village es uno de nuestros barrios favoritos en la isla de Manhattan. No tiene ningún edificio especial ni de visita obligada (más allá del Katz’s Delicatessen del que hablábamos anteriormente), pero es un barrio tranquilo con una apacible plaza, poblado de edificios de casas no muy altos de diversos colores y con las típicas escaleras de incendios. Además es el barrio étnico por excelencia de la ciudad, por la cantidad de gente de diferentes culturas que habita en él. Por todo esto nos parece un sitio muy agradable para pasear.
El corazón del East Village es Tompkins Square, una agradable plaza en la que nos gusta entretenernos con las ardillas. Esa es una constante en todos los parques de Manhattan: están llenos de estos roedores que, acostumbrados como están a que la gente les de comida, no son nada tímidos y se acercan bastante. Nosotros no somos nada amigos de alimentar a los animales salvajes, pero reconocemos que en esa plaza no pudimos resistir la tentación de repartir unos cacahuetes entre estos simpáticos animales.
Hay muchos restaurantes en los alrededores de la plaza. A nosotros nos gustó mucho Momofuku Noodle Bar, de toques orientales, del afamado cocinero estadounidense de origen surcoreano David Chang.
En los alrededores de Bowery Street, que ejerce de frontera entre el East Village y Greenwich Village, es posible encontrar edificios interesantes, empezando por los del Cooper Union, el antiguo de ladrillo de 1859 y el nuevo de 2009.
Chelsea, Flatiron y Gramercy
El barrio de Chelsea era una zona con escaso interés para los turistas, hasta que hace unos años un grupo de personas decidió reconvertir en un parque las vías del abandonado tren elevado que cruzaba el barrio de sur a norte. El resultado es una pasarela de más de 2 kilómetros de longitud llamada High Line por la que se puede dar un paseo muy agradable.
El barrio de Chelsea era una zona con escaso interés para los turistas, hasta que hace unos años un grupo de personas decidió reconvertir en un parque las vías del abandonado tren elevado que cruzaba el barrio de sur a norte. El resultado es una pasarela de más de 2 kilómetros de longitud llamada High Line por la que se puede dar un paseo muy agradable.
En torno a los antiguos rieles han ido apareciendo edificios singulares. El tramo está lleno de jardines y bancos para hacer más llevadero el paseo, alguna que otra obra de arte diseminada; desde lo alto se pueden observar las calles adyacentes y los interiores de las casas situadas junto al recorrido. Cada cierto número de calles hay unas escaleras para subir y bajar. Por una de ellas bajamos para visitar el Chelsea Market. En el interior de este mercado se pueden encontrar tiendas muy variopintas, pero sobre todo excelentes lugares donde probar especialidades muy diversas: desde marisco bien fresco hasta exquisitos tacos mexicanos. Hay también interesantes tiendas de diseño y decoración, así como de tés y especias. Sin duda, un lugar para todos los públicos y todos los gustos.
Uno de nuestros locales favoritos de Manhattan para tomar un cóctel se encuentra en Chelsea: el Porchlight. Aquí los bartenders son unos auténticos profesionales de la coctelería. No hay nada como sentarse en la barra, pedir un par de cócteles y entablar conversación con los parroquianos, o incluso con los propios mixólogos para sentirse como un neoyorquino más.
El edificio conocido como Flatiron fue uno de los más altos de la ciudad cuando se terminó, a principios del siglo XX. Con sus 22 pisos, hoy pasaría desapercibido por su altura en medio de Manhattan, pero no así por su singular forma.
El edificio conocido como Flatiron fue uno de los más altos de la ciudad cuando se terminó, a principios del siglo XX. Con sus 22 pisos, hoy pasaría desapercibido por su altura en medio de Manhattan, pero no así por su singular forma.
Junto al Flatiron se halla el Madison Square Park, también plagado de ardillas. En un lado de este parque hay un Shake Shack, cadena de hamburguesas muy apreciada entre los habitantes de Nueva York, que nosotros probamos; curiosamente lo que más nos gustó fue el batido de mantequilla de cacahuete (la famosa peanut butter).
En otro de los laterales del parque se ubican el Metropolitan Life Insurance Company y la Supreme Court-Appellate Division, dos edificios singulares en los que desgraciadamente no nos dejaron entrar para contemplar sus vestíbulos.
En otro de los laterales del parque se ubican el Metropolitan Life Insurance Company y la Supreme Court-Appellate Division, dos edificios singulares en los que desgraciadamente no nos dejaron entrar para contemplar sus vestíbulos.
Un poco más al sureste está la zona conocida como Gramercy. El corazón de este elitista barrio es el Gramercy Park, único parque privado de la ciudad. Está cerrado con llave y a él solamente pueden acceder los residentes de la zona. Los edificios alrededor de este parque bien merecen una ojeada.
Al sur hay otro parque, Union Square, que sí es público. En un lado del mismo encontramos el edificio de la Consolidated Edison.
Al sur hay otro parque, Union Square, que sí es público. En un lado del mismo encontramos el edificio de la Consolidated Edison.