Malasia
Marzo 2013
Preparativos
Nuestro primer acercamiento al sudeste asiático fue a través de Malasia. Queríamos visitar esa zona del globo intentando llevar a cabo el viaje tipo que más nos gusta: volar a una ciudad del país elegido, alquilar un coche y, con la ayuda de un mapa de carreteras y una guía, recorrerlo haciendo paradas en los lugares más interesantes. Desde ese punto de vista, parecía que Malasia podía ser un destino adecuado, así que nos pusimos en marcha: compramos los billetes de avión a Kuala Lumpur, alquilamos un coche en el aeropuerto con rentalcars, compramos una guía que incluía Singapur (lo cual nos facilitaba la labor en caso de que decidiésemos acercarnos a última hora a esta ciudad-estado), y reservamos alojamiento para la primera noche en el país. El mapa de carreteras lo compramos ya en Kuala Lumpur en la primera gasolinera que salió a nuestro paso.
Antes de ir leímos diferentes foros y relatos sobre qué hacer/ver en Malasia y confeccionamos un itinerario posible, que finalmente seguimos fielmente con un par de excepciones. La única decisión que tomamos de antemano fue visitar Malasia peninsular y renunciar a dar el salto a la parte de Borneo. Eso tendríamos que dejarlo para otra ocasión.
Al final de nuestro itinerario terminaríamos haciendo 2.500 kilómetros por Malasia con el coche.
Nuestro primer acercamiento al sudeste asiático fue a través de Malasia. Queríamos visitar esa zona del globo intentando llevar a cabo el viaje tipo que más nos gusta: volar a una ciudad del país elegido, alquilar un coche y, con la ayuda de un mapa de carreteras y una guía, recorrerlo haciendo paradas en los lugares más interesantes. Desde ese punto de vista, parecía que Malasia podía ser un destino adecuado, así que nos pusimos en marcha: compramos los billetes de avión a Kuala Lumpur, alquilamos un coche en el aeropuerto con rentalcars, compramos una guía que incluía Singapur (lo cual nos facilitaba la labor en caso de que decidiésemos acercarnos a última hora a esta ciudad-estado), y reservamos alojamiento para la primera noche en el país. El mapa de carreteras lo compramos ya en Kuala Lumpur en la primera gasolinera que salió a nuestro paso.
Antes de ir leímos diferentes foros y relatos sobre qué hacer/ver en Malasia y confeccionamos un itinerario posible, que finalmente seguimos fielmente con un par de excepciones. La única decisión que tomamos de antemano fue visitar Malasia peninsular y renunciar a dar el salto a la parte de Borneo. Eso tendríamos que dejarlo para otra ocasión.
Al final de nuestro itinerario terminaríamos haciendo 2.500 kilómetros por Malasia con el coche.
Cameron Highlands
Decidimos dejar la visita a Kuala Lumpur para el final de nuestro viaje, así que nada más aterrizar en el aeropuerto, recogimos el coche y pusimos rumbo al norte para visitar la zona de Cameron Highlands, que a lo postre resultó ser el único lugar de nuestro viaje donde no disfrutamos de un incómodo calor húmedo y pegajoso. Llegamos ya de noche a la pequeña población de Tanah Rata. Una vez encontramos la guest house donde habíamos reservado, cenamos un poco de comida india y nos fuimos a dormir.
La peculiaridad de Cameron Highlands es que es una zona montañosa plagada de granjas y de plantaciones de té. Recomendados por la simpática dueña de nuestro alojamiento, decidimos visitar la Sungai Palas Boh Tea Estate. En el momento en que se sale de la carretera principal y se comienza a circular por el estrecho camino que conduce hasta la plantación, se disfruta de unas panorámicas sin igual: hasta donde alcanza la vista, todas las laderas de las colinas están cubiertas de plantas de té. Y si se mira fijamente, se puede ver en algunas zonas gente recolectando, fumigando, etc.
Decidimos dejar la visita a Kuala Lumpur para el final de nuestro viaje, así que nada más aterrizar en el aeropuerto, recogimos el coche y pusimos rumbo al norte para visitar la zona de Cameron Highlands, que a lo postre resultó ser el único lugar de nuestro viaje donde no disfrutamos de un incómodo calor húmedo y pegajoso. Llegamos ya de noche a la pequeña población de Tanah Rata. Una vez encontramos la guest house donde habíamos reservado, cenamos un poco de comida india y nos fuimos a dormir.
La peculiaridad de Cameron Highlands es que es una zona montañosa plagada de granjas y de plantaciones de té. Recomendados por la simpática dueña de nuestro alojamiento, decidimos visitar la Sungai Palas Boh Tea Estate. En el momento en que se sale de la carretera principal y se comienza a circular por el estrecho camino que conduce hasta la plantación, se disfruta de unas panorámicas sin igual: hasta donde alcanza la vista, todas las laderas de las colinas están cubiertas de plantas de té. Y si se mira fijamente, se puede ver en algunas zonas gente recolectando, fumigando, etc.
Antes de llegar a la fábrica de la plantación hicimos varias paradas para admirar el paisaje. Junto a la fábrica encontramos coloridas construcciones de estilo barracón, que suponemos son donde se alojan los trabajadores de la plantación. Estos edificios tienen casi todos pilares en un lado para salvar la inclinación, que usan como zona de sombra cuando el sol aprieta.
Llegamos hasta la fábrica donde un guía nos explicó el proceso de elaboración del té, desde que se recoge de la planta hasta que se presenta en la bolsita para la infusión. Después pudimos caminar libremente por la zona habilitada en el interior de la fábrica, donde pudimos ver los distintos pasos que el guía nos había explicado. Finalmente pasamos inevitablemente por la tienda donde compramos un paquete para llevar de vuelta a casa.
La siguiente parada fue para ver el templo Sam Poh, el primero de un sinfín de ellos que veríamos durante nuestra estancia en Malasia. En esta ocasión se trataba de un templo budista situado sobre una pequeña colina.
Lo último que visitamos en las Cameron Highlands fue el Smokehouse Inn, un hotel con encanto cuya visita se recomienda en todas partes. Cuenta con un bonito y cuidado jardín; en su interior nos tomamos el segundo té del día, en esta ocasión acompañados de unos bollos (scones) con crema y mermelada, todo casero. Malasia es un destino en general muy barato. Hubo días en que pagamos poco más de cinco euros por cenar los dos. Sin embargo, hubo dos sitios en los que pagamos precios europeos (pero de la Europa cara). El primero fue este.
Lo último que visitamos en las Cameron Highlands fue el Smokehouse Inn, un hotel con encanto cuya visita se recomienda en todas partes. Cuenta con un bonito y cuidado jardín; en su interior nos tomamos el segundo té del día, en esta ocasión acompañados de unos bollos (scones) con crema y mermelada, todo casero. Malasia es un destino en general muy barato. Hubo días en que pagamos poco más de cinco euros por cenar los dos. Sin embargo, hubo dos sitios en los que pagamos precios europeos (pero de la Europa cara). El primero fue este.
Nuestro siguiente destino era Pulau Pinang, una isla situada al noroeste del país a la que se accede por un enorme puente. Teníamos intención de llegar allí a dormir, así que como teníamos tiempo, en nuestro camino decidimos parar en Ipoh y en Kuala Kangsar. Ninguna de las dos poblaciones nos parecieron de especial interés turístico. Ipoh conserva algún edificio singular y Kuala Kangsar tiene una mezquita bastante grande y vistosa. Pero no merecieron la pena los desvíos.
Pulau Pinang
Llegamos de noche a Georgetown, principal ciudad de la isla de Pinang. Lo primero que hicimos fue buscar alojamiento, lo que no resultó sencillo porque esta ciudad por la noche es un pequeño caos. Multitud de coches, motos y peatones se cruzan por todas partes y parece que hay una frenética y constante actividad nocturna. Cuando habíamos desechado la posibilidad de encontrar algún sitio tranquilo, vimos un hotel en un entrante de una de las calles principales y preguntamos. El sitio, llamado Chulia Heritage Hotel, tenía muy buena pinta; para nuestra sorpresa, les quedaba una única habitación con baño por 30 euros la noche, incluyendo aparcamiento gratuito, así que decidimos coger la habitación para las siguientes dos noches. Una vez nos hubimos instalado en la habitación, fuimos a cenar a un restaurante indio muy popular. Después pudimos comprobar que habíamos hecho una buena elección de alojamiento, porque a pesar del bullicio imperante en las calles, el sitio era tranquilo y dormimos como corderitos. Eso sí, toda la noche con el aire acondicionado porque hacía un calor insoportable.
A la mañana siguiente comenzamos a vagar por las calles de Georgetown. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está llena de típicas casas tienda chinas, con sus dos plantas, la segunda de las cuales tiene siempre sus contraventanas de madera; generalmente están pintadas de vistosos colores (esto depende del grado de rehabilitación de la casa).
Pulau Pinang
Llegamos de noche a Georgetown, principal ciudad de la isla de Pinang. Lo primero que hicimos fue buscar alojamiento, lo que no resultó sencillo porque esta ciudad por la noche es un pequeño caos. Multitud de coches, motos y peatones se cruzan por todas partes y parece que hay una frenética y constante actividad nocturna. Cuando habíamos desechado la posibilidad de encontrar algún sitio tranquilo, vimos un hotel en un entrante de una de las calles principales y preguntamos. El sitio, llamado Chulia Heritage Hotel, tenía muy buena pinta; para nuestra sorpresa, les quedaba una única habitación con baño por 30 euros la noche, incluyendo aparcamiento gratuito, así que decidimos coger la habitación para las siguientes dos noches. Una vez nos hubimos instalado en la habitación, fuimos a cenar a un restaurante indio muy popular. Después pudimos comprobar que habíamos hecho una buena elección de alojamiento, porque a pesar del bullicio imperante en las calles, el sitio era tranquilo y dormimos como corderitos. Eso sí, toda la noche con el aire acondicionado porque hacía un calor insoportable.
A la mañana siguiente comenzamos a vagar por las calles de Georgetown. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está llena de típicas casas tienda chinas, con sus dos plantas, la segunda de las cuales tiene siempre sus contraventanas de madera; generalmente están pintadas de vistosos colores (esto depende del grado de rehabilitación de la casa).
Visitamos todos los templos hinduistas y budistas que aparecieron en nuestro camino: unos más sofisticados y recargados que otros, pero todos curiosos a nuestros ojos.
En el centro de la ciudad, que fue dominada por los ingleses bastante tiempo, vimos la torre del reloj, bordeamos el antiguo fuerte y llegamos hasta el ayuntamiento. De ahí fuimos a los embarcaderos de los clanes Weld: se trata de unas casas de madera construidas sobre el agua, que se sujetan con multitud de pilares, también de madera. Desde su construcción a finales del siglo XIX, están habitadas por el mismo clan chino. Estuvimos deambulando por el allí, viendo las diferentes tiendas, templos y casas que componen los embarcaderos. Sin duda una visita muy curiosa.
Ese día comimos por primera vez en un food court. Consiste en una zona llena de mesas y sillas, generalmente cubierta, con ventiladores por todas partes, y rodeada de puestos de comida. Cada uno pide en el puesto que desee los platos que quiere y dice el número de mesa; cuando lo han preparado lo llevan hasta la mesa, se paga y ya está. Una vez sentados, aparece siempre alguien por si se quiere ordenar algo de bebida. Esa primera vez nos costó un poco comprender cómo funcionaba el asunto, pero para el final de nuestro viaje ya éramos unos auténticos expertos.
Después de comer volvimos al hotel a por el coche y fuimos al templo Kek Lok Si, situado sobre la ladera de una montaña a las afueras de Georgetown. Aparcamos el coche en el aparcamiento y comenzamos su visita. Es el templo budista más grande de Malasia y cuenta hasta con un funicular para ascender a lo alto. Posee diferentes salas de rezos, pasajes cubiertos llenos de farolillos, pero sobre todo destacan dos cosas: la descomunal estatua de bronce que corona el conjunto y la pagoda de innumerables pisos a la que con paciencia se puede subir.
Junto a la estatua de bronce hay un tranquilo estanque donde hubiéramos podido pasar un rato agradable de descanso si no hubiese sido por el sofocante calor húmedo que había. Decidimos subir hasta lo alto de la pagoda y desde allí, disfrutamos de una bonita vista del conjunto y de una amplia panorámica de la ciudad de Georgetown.
Esa noche repetimos en un food court, en esa ocasión en uno que había muy cerca de nuestro alojamiento y donde pudimos probar alguna fruta nueva, como manzanas de agua o guavas.
El día siguiente nos armamos de paciencia porque debíamos atravesar el país de oeste a este y llegar hasta Kota Bahru. Nos encontramos todo tipo de carreteras, pero en general no se nos dio mal. Llegamos por la tarde. Una vez solventado el tema del hospedaje, fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Aquí tenemos que reconocer que nos llevamos nuestra primera decepción del viaje. Comenzamos visitando el mercado central, tan aficionados como somos a este tipo de sitios para ver los productos frescos que se comen en los distintos lugares del mundo. En dicho lugar las moscas campaban a sus anchas, y en algunas zonas había un olor un tanto desagradable. De ahí continuamos caminando para ver un par de típicas construcciones de madera: el museo de artesanía que estaban cerrando, y el palacio real, que está cerrado al público y solamente se puede contemplar desde fuera.
Esa noche repetimos en un food court, pero en esa ocasión tuvimos serios problemas para ordenar la comida, que pudimos solventar gracias a la paciencia y colaboración de la gente.
Pulau Perhentian
La mañana siguiente salimos dirección sur hasta Kuala Besut. Desde esta población salen las barcas que van hasta las islas Perhentian, dos islas que constituyen uno de los principales sitios de Malasia continental donde hacer submarinismo y/o snorkel. Antes de salir de España habíamos estado mirando lugares para alojarse en las islas, habiendo preseleccionado dos: el Tuna Bay Resort y el Cocohut Chalet, ambos en la isla de Besar. A nuestra llegada a Kuala Besut preguntamos en la oficina del primero, donde nos dijeron que estaban completos; así que pasamos a la oficina del segundo, justo al lado, donde sí había disponibilidad. Nos ofrecieron dos tipos de alojamiento y elegimos el que nos recomendaron como más tranquilo, aunque era un poco más caro. Dejamos el coche en el aparcamiento que nos indicaron y nos llevaron al muelle con nuestros bártulos y junto con otras personas que estaban esperando, y allí nos subieron en una barca y nos transportaron hasta las Perhentian. Estas islas están completamente cubiertas de selva salvo algunas pequeñas zonas de playa, donde se ubican los alojamientos. No hay carreteras, ni automóviles, ni cajeros automáticos. Lo único que se puede hacer es snorkel o submarinismo, descansar, tomar el sol, bañarse, comer y dormir.
Pulau Perhentian
La mañana siguiente salimos dirección sur hasta Kuala Besut. Desde esta población salen las barcas que van hasta las islas Perhentian, dos islas que constituyen uno de los principales sitios de Malasia continental donde hacer submarinismo y/o snorkel. Antes de salir de España habíamos estado mirando lugares para alojarse en las islas, habiendo preseleccionado dos: el Tuna Bay Resort y el Cocohut Chalet, ambos en la isla de Besar. A nuestra llegada a Kuala Besut preguntamos en la oficina del primero, donde nos dijeron que estaban completos; así que pasamos a la oficina del segundo, justo al lado, donde sí había disponibilidad. Nos ofrecieron dos tipos de alojamiento y elegimos el que nos recomendaron como más tranquilo, aunque era un poco más caro. Dejamos el coche en el aparcamiento que nos indicaron y nos llevaron al muelle con nuestros bártulos y junto con otras personas que estaban esperando, y allí nos subieron en una barca y nos transportaron hasta las Perhentian. Estas islas están completamente cubiertas de selva salvo algunas pequeñas zonas de playa, donde se ubican los alojamientos. No hay carreteras, ni automóviles, ni cajeros automáticos. Lo único que se puede hacer es snorkel o submarinismo, descansar, tomar el sol, bañarse, comer y dormir.
Los alojamientos ofrecen dos excursiones de pago al día, de entre dos y tres horas de duración, para acceder a los supuestos mejores sitios donde hacer snorkel (que era a lo que habíamos ido a las islas). Nos alquilamos el material (aletas, gafas y tubo) y reservamos en nuestro hotel para la de después de comer. Primero nos llevaron hasta una zona donde había bastante coral y diferentes peces de colores, y donde vimos un pez descomunal; después hasta la zona de las tortugas, donde vimos en el fondo una tortuga enorme que debía estar descansando; después fuimos hasta una zona donde se suponía que debíamos ver algún inofensivo tiburón, pero no vimos ninguno. Y por último a un sitio que estaba literalmente plagado de peces y donde también vimos cangrejos.
Por las noches hacen barbacoa de diferentes pescados: se elige el deseado, lo pesan para saber cuánto cobrar, y lo echan al grill. Lo ofrecen con tres salsas diferentes, pero nosotros optamos por comerlo tal cual.
Nuestro segundo y último día en las islas Perhentian decidimos hacer la excursión de la tarde, y por la mañana ir por nuestra cuenta caminando hasta el último sitio del día anterior. Nos cruzamos con varios grupos de jóvenes malayos con sus respectivos monitores, todos ellos con unos aparatosos chalecos salvavidas que no se quitaban ni en tierra.
Estuvimos haciendo snorkel tranquilamente a nuestro ritmo y cuando nos casamos volvimos para comer. A nuestra vuelta nos encontramos con un lagarto monitor junto a la puerta de nuestro alojamiento. Es la especie de lagarto más grande del mundo, y a pesar de su tamaño, resultó ser igual de asustadizo que sus primos más pequeños. Aunque pueden llegar a medir dos y tres metros, el que vimos nosotros sería de un metro de largo aproximadamente.
En la excursión de la tarde fuimos a algún sitio diferente del día anterior. En esa ocasión tuvimos un poco más de suerte y vimos varias mantas raya, más tortugas, muchos peces y un par de pequeños y tímidos tiburones que huyeron de nosotros a la velocidad del rayo.
Esa noche repetimos barbacoa de pescados, y aprovechamos para probar dos diferentes de los de la noche anterior.
En la excursión de la tarde fuimos a algún sitio diferente del día anterior. En esa ocasión tuvimos un poco más de suerte y vimos varias mantas raya, más tortugas, muchos peces y un par de pequeños y tímidos tiburones que huyeron de nosotros a la velocidad del rayo.
Esa noche repetimos barbacoa de pescados, y aprovechamos para probar dos diferentes de los de la noche anterior.
En la excursión de la tarde fuimos a algún sitio diferente del día anterior. En esa ocasión tuvimos un poco más de suerte y vimos varias mantas raya, más tortugas, muchos peces y un par de pequeños y tímidos tiburones que huyeron de nosotros a la velocidad del rayo.
Esa noche repetimos barbacoa de pescados, y aprovechamos para probar dos diferentes de los de la noche anterior.
Al día siguiente madrugamos y cogimos la primera barca que iba a la península. Allí recogimos nuestro coche del aparcamiento y condujimos hasta Kuala Terengganu. Esta ciudad fue la segunda pequeña decepción del viaje. Realmente más allá del mercado y la calle principal de Chinatown no tiene mucho interés turístico. La calle del barrio chino está repleta de las casas tienda que vimos en Georgetown y cuenta con un bonito templo.
Esa noche repetimos barbacoa de pescados, y aprovechamos para probar dos diferentes de los de la noche anterior.
Al día siguiente madrugamos y cogimos la primera barca que iba a la península. Allí recogimos nuestro coche del aparcamiento y condujimos hasta Kuala Terengganu. Esta ciudad fue la segunda pequeña decepción del viaje. Realmente más allá del mercado y la calle principal de Chinatown no tiene mucho interés turístico. La calle del barrio chino está repleta de las casas tienda que vimos en Georgetown y cuenta con un bonito templo.
El mercado fue el que más nos gustó de todos los que vimos en Malasia. Muy grande, lleno de gente, y con un montón de puestos de comida, de artesanía y de ropa. Estuvimos un buen rato deambulando entre la multitud de puestos y respondiendo a las curiosas preguntas más o menos en inglés que nos iban haciendo los lugareños cada poco. Vimos la mezquita blanca por fuera y continuamos nuestro camino hacia el sur.