Rumania
Abril 2011
Inicio Preparativos y llegada a Bucarest
Podríamos decir que nosotros no elegimos Rumania como destino de viaje, sino que más bien fue Rumania la que nos eligió a nosotros. Encontramos un vuelo muy barato para viajar a Bucarest con una compañía rumana de bajo coste que cuadraba exactamente con unas fechas que teníamos libres, y sin pensarlo dos veces, caímos en la tentación y compramos los billetes. Más tarde llegó el momento de plantearse ¿y qué diablos hay en Rumania, además de Transilvania? Para responder esa pregunta consultamos unos cuantos foros y blogs de viajes que nos ayudaron a hacernos una idea de lo que nos íbamos a encontrar, a la vez que nos sirvieron de guía para confeccionar el itinerario. Después consultamos la ruta diseñada con unos cuantos conocidos rumanos que nos dieron su beneplácito. Así que una vez hubimos alquilado un coche para toda la estancia y reservado hotel en Bucarest para nuestra llegada, ya teníamos todo listo. Volábamos con Blueair, compañía de la que no teníamos muchas referencias. Cuando subimos al avión en Madrid, nos encontramos con uno un tanto antiguo: tenía ceniceros en los reposabrazos. Una vez todo el pasaje estuvo dentro del avión, tuvimos que esperar casi una hora hasta poder despegar porque al parecer faltaban algunos documentos del avión. Finalmente, cuando el personal comenzaba a ponerse tenso, se solucionó el tema y pudimos despegar, aunque aterrizamos en Bucarest con una hora de retraso. Allí tuvimos que pasar un control de documentos que se hizo eterno. Cuando recogimos la maleta fuimos a por el coche, y de ahí, al hotel que habíamos reservado en Madrid. Se encontraba realmente cerca del aeropuerto (de hecho, se podía ir caminando).
Habíamos decidido dejar la visita a Bucarest para el final del viaje, así que a la mañana siguiente, cogeríamos nuestro mapa de carreteras y comenzaríamos nuestra ruta por Rumania. Transilvania (I) Nuestra primera parada fue Curtea de Arges. Fue la primera de una serie de ciudades un tanto decepcionantes que nos fuimos encontrando. Curtea tiene una calle larguísima, al final de la cual hay un Monasterio que es lo único destacable de la ciudad. De ahí pusimos rumbo a Sibiu, que a la postre fue la ciudad que más nos gustó de todo el país, aunque en ese momento no lo sabíamos. Aparcamos el coche junto a una calle peatonal porque suponíamos que eso sería el centro, y acertamos. Cuando intentábamos encontrar la máquina para poner el ticket de aparcamiento encontramos un chico rumano muy amable, que hablaba muy bien inglés, y que también estaba intentando comprar el suyo. Así que dejamos que se encargase él de preguntar dónde comprarlo y, una vez en nuestro poder, de cómo rellenarlo. Justo al comienzo de la calle peatonal donde habíamos aparcado encontramos una pensiune que tenía buena pinta y preguntamos si tenían una habitación para esa noche. La respuesta fue afirmativa, y la chica que nos atendió nos llevó a ver la habitación para que decidiéramos si era de nuestro agrado. Era una habitación sencilla pero amplia y muy limpia, así que decidimos quedarnos. Las pensiune en Rumania son una especie de hoteles de menor categoría, pero que están muy limpios, cuentan con baño en la habitación y el precio es muy ajustado y suele incluir desayuno. Fue un gran descubrimiento, y durante nuestro viaje nos alojamos en una siempre que nos fue posible. La pensiune de Sibiu se llamaba Casa Frieda, y fue una de las mejores que encontramos durante el viaje.
Comenzamos la visita de la ciudad caminando hasta la Piata Mare, que es una amplia plaza rodeada de edificios muy bien restaurados. En el centro había unos puestos que vendían dulces y regalos, y unas fuentes que salían del suelo y se ponían en marcha sin avisar.
Pasando por debajo de una torre accedimos a la Piata Mica, la segunda plaza más importante de la ciudad, también con edificios muy monos y con bastantes sitios para comer. En esta plaza destacan unos edificios que tienen en sus tejados unas ventanas en forma de ojos, y un puente del que dicen que si dos enamorados dicen alguna mentira, tiembla. Nosotros no quisimos hacer la prueba por si acaso. Estas dos plazas son realmente bonitas.
Después continuamos deambulando por la ciudad, fuimos a la parte más antigua, donde están todavía reformando edificios y calles, y vimos tres bastiones de la antigua muralla que todavía están en pie. Como ya era la hora de cenar, fuimos a un restaurante que nos habían recomendado llamado Crama Sibiul Vechi, que se encuentra en un sótano y que tiene una típica decoración transilvana. En su interior, a cada rato dos músicos, uno con un acordeón y otro con una pequeña y estrecha flauta, amenizaban la velada con canciones típicas (suponemos). Cenamos estupendamente bien. De hecho, fue casi uno de los que más nos gustó de todo el viaje. Probamos la especialidad de la casa, consistente en una pechuga de pollo a la brasa rellena de pimientos y queso, y una especialidad del país, los sarmale, carne picada envuelta en hoja de col. Ambos platos estaban exquisitos. Lo peor de la cena fue que en Rumania todavía se puede fumar en los restaurantes, y ya nos habíamos acostumbrado a las zonas libres de humo que son los restaurantes en España. Además, nos dio la sensación (no en este lugar, sino en general durante todo el viaje) que los rumanos fuman como chimeneas.
Tras la cena fuimos a tomar un cóctel a un sitio llamado Atrium que se encuentra en la Piata Mica, junto al puente que tiembla, y que tenían música de jazz en directo y cócteles ¡a 3 euros! Un garito 100% recomendable. A la mañana siguiente, antes de continuar con nuestro itinerario, subimos a la torre que separa las dos plazas para ver una panorámica de la ciudad. Desde lo alto hay una espléndida vista, especialmente de las plazas. Nuestra siguiente parada fue Alba Iulia. Esta ciudad cuenta con un centro histórico que es una ciudadela. La muralla y el camino que la recorre están totalmente reformados, pero en el interior solamente está reformada la catedral ortodoxa. El resto tenía todas las calles sin asfaltar, con operarios con máquinas por todas partes, lo que hizo que nuestra visita fuese realmente corta. La guía que llevamos era de 2007 y ponía que estaban en pleno proceso de renovación. Cuatro años más tarde aunque parece que han avanzado bastante, siguen lejos de terminar. Cuando lo hagan será un centro histórico bastante interesante.
De camino a Cluj Napoca paramos en un restaurante de carretera. Al entrar, saludamos a la camarera muy convencidos y en perfecto rumano, lo que hizo que nos trajera la carta en ese idioma. Cuando después nos vio con unas hojas en las que llevábamos escrita la traducción de algunas comidas, se percató que nosotros de rumano ni papa, y rápidamente nos trajo la carta en inglés. Un par de días más tarde ya nos las arreglábamos con la carta en rumano.
A nuestra llegada a Cluj Napoca aparcamos en la misma puerta de la oficina de turismo, así que entramos para pedir un mapa de la ciudad y preguntar dónde podíamos conseguir cambio para poner un ticket de aparcamiento porque la máquina solo aceptaba monedas y no teníamos ninguna. El simpático joven que nos atendió nos dio el mapa y muy amablemente nos quiso regalar unas monedas, cosa que de ninguna manera aceptamos, con lo que después de rebuscar mucho en sus bolsillos consiguió cambiarnos un billete. Una vez pusimos el ticket comenzamos la visita por la Piata Unirii o Plaza de la Unión, nombre que se repetiría en la plaza principal de muchas ciudades. En el centro de la plaza se encuentra la enorme iglesia de San Miguel, delante de la cual hay una estatua ecuestre también bastante grande de un rey nacido en Cluj. De ahí caminamos hasta Avram Iancu, curiosa plaza que tiene en un extremo la catedral ortodoxa y en el otro el teatro nacional. Entre ambos hay una fuente con chorros de agua que cambian constantemente de forma. Continuamos deambulando por Cluj Napoca hasta llegar a la iglesia presbiteriana, delante de la cual hay una estatua de San Jorge matando al dragón, y en la que parecía que se iba a celebrar una boda, a tenor de la vestimenta de la gente que comenzaba a congregarse en sus puertas.
|