Canadá
Julio 2007
Montreal
Preparativos
Canadá es el segundo país más grande del mundo después de Rusia, así que, cuando nos planteamos hacer un viaje de 15 días a este país, lo primero que pensamos fue centrarnos en una parte del mismo. Y como era la primera vez que íbamos, la decisión fue muy simple: había que ver las cataratas del Niágara. Por tanto, decidimos concentrarnos en las provincias de Ontario y Quebec, en la costa este canadiense. Una vez comprado el billete más barato, en este caso con Air France vía París hasta Montreal, reservamos un coche por internet, que recogeríamos a nuestra llegada al aeropuerto, y reservamos las dos primeras noches en un hostal bastante céntrico. Nos llevamos la guía National Geographic, tan visual unas veces y tan escasa de información otras, y obtuvimos cierta información en un par de webs autóctonas. Llevamos un itinerario más o menos pensado, pero decidimos que la ruta definitiva la iríamos improvisando según las inclemencias meteorológicas que nos fuésemos encontrando. Montreal
A nuestra llegada a Montreal nos llevamos la que, a la postre, sería la mejor sorpresa del viaje: el Festival Internacional de Jazz. Sabíamos que coincidía con nuestra estancia porque cuando quisimos reservar hotel en la ciudad, nos encontramos con precios desorbitados por ese motivo. Lo que no nos esperábamos es lo que este festival significa para la ciudad. Habían colocado cinco escenarios de distintos tamaños en el centro de la ciudad, que permitían hasta tres conciertos simultáneos. Había conciertos desde las 12 de la mañana hasta las 12 de la noche, todos gratuitos, y hasta dos y tres al mismo tiempo. En total, unos 30 conciertos diarios, de todo tipo de música: jazz, música latina, soul, góspel… Aparte, en los teatros de la ciudad había más conciertos, estos ya de pago. Así que lo primero que hicimos fue coger un folleto con los horarios de cada día y seleccionar qué conciertos queríamos ver. Y entre concierto y concierto, aprovechar para visitar la ciudad.
El ambiente
que se respiraba en la ciudad esos días es difícilmente explicable. Realmente
fue algo digno de disfrutarse. El segundo día alargamos nuestra estancia en
Montreal una tercera noche más. Y después una cuarta. Íbamos para dos días y
finalmente nos quedamos cuatro.
De la ciudad, lo que más nos gustó fue la mezcla que tiene: entre antigua ciudad europea y moderna ciudad norteamericana. Edificios clásicos típicamente franceses junto a grandes rascacielos. Comenzamos la visita por lo que llaman el Viejo Montreal, y más concretamente por la Plaza Jacques Cartier, auténtico centro de la ciudad, donde se encuentra el ayuntamiento. Después nos acercamos al puerto para ver el Puente Jacques Cartier. No sabemos si el amigo Jacques fue antepasado del de los relojes, pero sí parece que fue el primer europeo que visitó esas zonas, a las que denominó Canadá.
Vagando por las calles de Montreal pasamos por todos los rincones más o menos turísticos, como el mercado de Bonsecours, la Iglesia de Bonsecours, la Basílica de Notre Dame, la calle Notre Dame… se ve que a los canadienses, cuando les da por un nombre, lo exprimen. También dimos un paseo por Chinatown.
Al atardecer
subimos al Mont-Royal, que es una colina desde la que hay una magnífica vista
de Montreal. Suponemos que de ahí le vendrá el nombre a la ciudad.
Por la tarde fuimos a un concierto de Manu Chao (este sí fue de pago) que se celebró en una isla vecina, que al parecer usan generalmente para los conciertos multitudinarios. El concierto estuvo muy animado: primero unos teloneros, luego un chaparrón enorme, luego otros teloneros, después más lluvia, y al final, tras más de tres horas de espera, y cuando ya habíamos perdido la esperanza, apareció el colega para deleitarnos con sus canciones.
El tercer día cogimos una atracción en el puerto que consistía en ir en una lancha hasta unos rápidos, y ahí ponerse tibio de agua. Afortunadamente daban un mono impermeable, con lo que solamente nos mojamos la cabeza. Estuvo muy entretenido, aunque por motivos obvios no pudimos inmortalizar el momento, pues nos dejamos la cámara en tierra. También visitamos el Oratorio St. Joseph, lugar de peregrinación para los creyentes y desde el que también tuvimos una buena vista de otra parte de la ciudad, y el Estadio Olímpico, en el que se celebraron las Olimpiadas del 76. Cuando dimos por finalizada nuestra visita a la ciudad, decidimos poner rumbo al sur, a la provincia de Ontario. Y la primera parada la hicimos en la capital.
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