Irlanda
Mayo 2015
Mayo 2015
Disponíamos de unos cuantos puntos acumulados con la tarjeta Iberia Plus, suficientes para dos billetes de ida y vuelta a Dublín, y decidimos aprovecharlos.
Lo primero que nos planteamos cuando decidimos visitar la isla de Irlanda fue si íbamos a visitar solamente la República de Irlanda, o si también recorreríamos la región de Irlanda del Norte. Como sólo disponíamos de ocho días, decidimos centrarnos en la primera y dejar la parte británica de la isla para otra ocasión. Una vez cerrado este punto, reservamos un coche de alquiler para toda la estancia y reservamos alojamiento en Dublín para el último día: dejaríamos la capital para el final y nada más aterrizar, comenzaríamos a hacer kilómetros por la isla.
Leímos numerosos blogs y páginas web de viajes de gente que había visitado Irlanda para ver cuáles eran los sitios preferidos de los viajeros y confeccionamos un pequeño itinerario para visitar las zonas que a priori nos parecieron más interesantes. Ya sobre el terreno, nos dimos cuenta de que habíamos sido un poco optimistas, seleccionando demasiados lugares para los días que teníamos; al menos, no nos dejamos sin ver ninguno de los lugares más importantes.
Al final de nuestro recorrido hicimos 1.370 kilómetros por Irlanda.
Lo primero que nos planteamos cuando decidimos visitar la isla de Irlanda fue si íbamos a visitar solamente la República de Irlanda, o si también recorreríamos la región de Irlanda del Norte. Como sólo disponíamos de ocho días, decidimos centrarnos en la primera y dejar la parte británica de la isla para otra ocasión. Una vez cerrado este punto, reservamos un coche de alquiler para toda la estancia y reservamos alojamiento en Dublín para el último día: dejaríamos la capital para el final y nada más aterrizar, comenzaríamos a hacer kilómetros por la isla.
Leímos numerosos blogs y páginas web de viajes de gente que había visitado Irlanda para ver cuáles eran los sitios preferidos de los viajeros y confeccionamos un pequeño itinerario para visitar las zonas que a priori nos parecieron más interesantes. Ya sobre el terreno, nos dimos cuenta de que habíamos sido un poco optimistas, seleccionando demasiados lugares para los días que teníamos; al menos, no nos dejamos sin ver ninguno de los lugares más importantes.
Al final de nuestro recorrido hicimos 1.370 kilómetros por Irlanda.
Decidimos comenzar nuestra visita por Glendalough, por lo que para la primera noche reservamos un bed & breakfast en el pueblo más cercano. El resto de alojamientos los iríamos buscando sobre la marcha.
A nuestra llegada al aeropuerto de Dublín recogimos el coche de alquiler y condujimos durante aproximadamente una hora hasta Laragh, pequeña población ubicada a dos kilómetros de Glendalough, nuestra primera parada. Esa tarde consistió simplemente en acomodarnos en Bramble Rock, el magnífico establecimiento que habíamos reservado, e ir a cenar a uno de los dos restaurantes que había en el pueblo.
Glendalough es un conjunto de ruinas monásticas ubicado junto a dos lagos. El paraje en el que se encuentra es muy bonito, por lo que la visita fue doble: a las ruinas y a la zona.
Dejamos el coche en el aparcamiento y decidimos no entrar en el centro de visitantes, por lo que tomamos el sendero que sale desde el estacionamiento y echamos a andar. Nunca sabremos si el recinto es de pago o no.
A nuestra llegada al aeropuerto de Dublín recogimos el coche de alquiler y condujimos durante aproximadamente una hora hasta Laragh, pequeña población ubicada a dos kilómetros de Glendalough, nuestra primera parada. Esa tarde consistió simplemente en acomodarnos en Bramble Rock, el magnífico establecimiento que habíamos reservado, e ir a cenar a uno de los dos restaurantes que había en el pueblo.
Glendalough es un conjunto de ruinas monásticas ubicado junto a dos lagos. El paraje en el que se encuentra es muy bonito, por lo que la visita fue doble: a las ruinas y a la zona.
Dejamos el coche en el aparcamiento y decidimos no entrar en el centro de visitantes, por lo que tomamos el sendero que sale desde el estacionamiento y echamos a andar. Nunca sabremos si el recinto es de pago o no.
Tras un corto paseo junto a un río se llega a las ruinas. Entre ellas destaca una alta torre circular, unas pocas construcciones y un montón de lápidas que cubren todo el terreno. Dichas lápidas estaban en su mayoría adornadas con una típica cruz celta. Tenemos que reconocer que, sin ser gran cosa, nos gustó mucho el entorno, con las ruinas, la torre y las cruces, todo rodeado de un bonito paisaje. Los restos datan de los siglos VI y VII.
Tuvimos la suerte de llegar los primeros (quizá porque el resto de turistas sí pasaron por el centro de visitantes), así que pudimos disfrutar del enclave completamente solos.
Tuvimos la suerte de llegar los primeros (quizá porque el resto de turistas sí pasaron por el centro de visitantes), así que pudimos disfrutar del enclave completamente solos.
La guía que llevábamos sugería un paseo por los dos lagos y no pudimos resistirnos a hacerlo. El paisaje era muy bonito y muy verde: desde el primer momento comprendimos por qué el adjetivo “verde” va siempre asociado al nombre del país (la verde Irlanda).
Cuando finalizamos nuestro recorrido volvimos hacia el aparcamiento y pudimos comprobar que los autobuses cargados de turistas habían llegado ya, así que nos marchamos tan contentos por haber podido disfrutar del lugar en soledad.
Desde Glendalough condujimos hasta Kilkenny. Lo primero que visitamos en esta ciudad fue el castillo. En sus orígenes este castillo tenía cuatro lados, como suele ser habitual en este tipo de construcciones. Pero después de una guerra, una de las fachadas quedó totalmente destruida y nunca se reconstruyó, por lo que el castillo de Kilkenny tiene solamente tres lados. Queda una vista bonita y curiosa, ya que donde debería estar el cuarto muro comienza un bonito parque con una gran pradera.
El resto del castillo está reformado. Decidimos visitarlo por dentro a pesar de que no se pueden hacer fotos en su interior. Y fue un acierto, porque hay al menos tres estancias que merecen mucho la pena: la Chinese Withdrawing Room (habitación pintada con motivos chinos), una amplia y bien cuidada biblioteca, y una galería llena de retratos, que es quizá la dependencia más importante y por eso se visita al final. Hay numerosas hojas en varios idiomas repartidas por todo el castillo donde se explican distintos aspectos de cada sala.
A la salida del castillo recorrimos High Street, la calle principal de Kilkenny. Casi al final de la calle giramos por Abbey Street para entrar en la Black Abbey y contemplar sus vidrieras.
A la salida del castillo recorrimos High Street, la calle principal de Kilkenny. Casi al final de la calle giramos por Abbey Street para entrar en la Black Abbey y contemplar sus vidrieras.
Después continuamos hasta la St. Canice´s Cathedral. Esta catedral está ubicada en un bonito recinto lleno de tumbas, donde destaca también una alta torre circular, muy similar a la que habíamos visto esa misma mañana en Glendalough.
Tanto la entrada a la catedral como a la torre son de pago. Pagar por las dos cosas nos pareció un poco excesivo, así que optamos solamente por subir a lo alto de la torre. Al ser una torre bastante estrecha, el sistema de escaleras del interior hace que tanto la subida como la bajada sean un tanto incómodas. Desde lo alto pudimos contemplar una amplia vista de Kilkenny y sus alrededores. Tanto esta torre como la de Glendalough presentan un aspecto curioso: la puerta para acceder a ellas está elevada: al parecer, si eran atacados, cerraban la puerta y al estar en altura, los atacantes tenían más difícil su acceso.
Tanto la entrada a la catedral como a la torre son de pago. Pagar por las dos cosas nos pareció un poco excesivo, así que optamos solamente por subir a lo alto de la torre. Al ser una torre bastante estrecha, el sistema de escaleras del interior hace que tanto la subida como la bajada sean un tanto incómodas. Desde lo alto pudimos contemplar una amplia vista de Kilkenny y sus alrededores. Tanto esta torre como la de Glendalough presentan un aspecto curioso: la puerta para acceder a ellas está elevada: al parecer, si eran atacados, cerraban la puerta y al estar en altura, los atacantes tenían más difícil su acceso.
Una vez hubimos finalizado la visita de la torre decidimos hacer una visita más: en este caso, a la fábrica-museo de la cerveza Smithwick’s. Esta famosa cerveza irlandesa, que encontramos en la inmensa mayoría de los pubs y restaurantes en los que estuvimos, tiene su sede en Kilkenny. La visita consistía en una explicación (principalmente a través de vídeos en diversas salas) sobre los orígenes de la cerveza y su proceso de elaboración. Desafortunadamente fue un poco decepcionante: aunque sabíamos que no era una cerveza artesanal, pensábamos que íbamos a ver las instalaciones donde se elabora, no unos vídeos de la fábrica y el proceso... Lo mejor (y casi lo único) fue la cata del final, donde pudimos disfrutar de una pinta bien fresquita.
Como teníamos que conducir, decidimos comer algo; y para eso, nada mejor que los locales de la St. Kieran’s Street. Esta calle peatonal discurre paralela a High Street y está plagada de lugares donde saciar el hambre.
Nuestra siguiente parada, que resultó ser la última del día, fue Cashel. En esta pequeña población queríamos visitar la Rock of Cashel, fortaleza ubicada en lo alto de una pequeña colina. Llegamos a las 16:55 sabiendo que estaba abierta hasta las 17:30, pero al acceder a la taquilla nos dijeron que la última admisión era a las 16:45, por lo que nos dieron casi literalmente con la puerta en las narices. En ese momento se nos presentó un dilema: quedarnos a pernoctar en Cashel, sin mucho que hacer, para visitarla a la mañana siguiente; o conducir hasta nuestro próximo destino. Aunque no muy convencidos, decidimos quedarnos, así que buscamos un bed & breakfast donde pasar la noche. Encontramos uno llamado Copperfield House, muy céntrico y que nos gustó mucho. Además nos salió la jugada completa: la dueña nos regaló dos invitaciones para la Rock of Cashel (nota: por lo visto, cada persona que haga un pago superior a 15 euros en alguno de los establecimientos adheridos a la cámara de comercio de Cashel recibirá una entrada gratis a la Rock of Cashel) con lo que nos ahorramos la entrada, además de que a la mañana siguiente nos permitió dejar el coche aparcado mientras visitábamos la fortaleza (ahorrándonos también el aparcamiento de la misma, que era de pago).
Una vez estacionado nuestro coche, dimos una vuelta por Cashel. Como terminamos la visita enseguida, estuvimos caminando por las carreteras que circundan la fortaleza para hacer alguna fotografía. Cuando nos cansamos de deambular, nos fuimos a cenar, y más tarde, a dormir.
Nuestra siguiente parada, que resultó ser la última del día, fue Cashel. En esta pequeña población queríamos visitar la Rock of Cashel, fortaleza ubicada en lo alto de una pequeña colina. Llegamos a las 16:55 sabiendo que estaba abierta hasta las 17:30, pero al acceder a la taquilla nos dijeron que la última admisión era a las 16:45, por lo que nos dieron casi literalmente con la puerta en las narices. En ese momento se nos presentó un dilema: quedarnos a pernoctar en Cashel, sin mucho que hacer, para visitarla a la mañana siguiente; o conducir hasta nuestro próximo destino. Aunque no muy convencidos, decidimos quedarnos, así que buscamos un bed & breakfast donde pasar la noche. Encontramos uno llamado Copperfield House, muy céntrico y que nos gustó mucho. Además nos salió la jugada completa: la dueña nos regaló dos invitaciones para la Rock of Cashel (nota: por lo visto, cada persona que haga un pago superior a 15 euros en alguno de los establecimientos adheridos a la cámara de comercio de Cashel recibirá una entrada gratis a la Rock of Cashel) con lo que nos ahorramos la entrada, además de que a la mañana siguiente nos permitió dejar el coche aparcado mientras visitábamos la fortaleza (ahorrándonos también el aparcamiento de la misma, que era de pago).
Una vez estacionado nuestro coche, dimos una vuelta por Cashel. Como terminamos la visita enseguida, estuvimos caminando por las carreteras que circundan la fortaleza para hacer alguna fotografía. Cuando nos cansamos de deambular, nos fuimos a cenar, y más tarde, a dormir.
A la mañana siguiente pudimos finalmente visitar la famosa Rock of Cashel por dentro. Al igual que nos sucedió el día anterior en Gendalough, fuimos los primeros en acceder al recinto, lo que nos permitió disfrutar del sitio con total tranquilidad.
El lugar no está mal: tiene una serie de edificios más o menos derruidos, con algunos detalles muy interesantes. Destaca el armazón de la catedral y algunas esculturas talladas en piedra, así como la vista por la parte de atrás, donde se encuentra el cementerio. Pero en unos 45 minutos estábamos ya fuera. Y eso que nos entretuvimos haciendo unas fotos con trípode improvisado: como nos habíamos dejado el nuestro en el coche, utilizamos algunas lápidas y cruces para colocar la cámara. La conclusión fue que, de haberlo sabido, hubiésemos continuado nuestro camino.
El lugar no está mal: tiene una serie de edificios más o menos derruidos, con algunos detalles muy interesantes. Destaca el armazón de la catedral y algunas esculturas talladas en piedra, así como la vista por la parte de atrás, donde se encuentra el cementerio. Pero en unos 45 minutos estábamos ya fuera. Y eso que nos entretuvimos haciendo unas fotos con trípode improvisado: como nos habíamos dejado el nuestro en el coche, utilizamos algunas lápidas y cruces para colocar la cámara. La conclusión fue que, de haberlo sabido, hubiésemos continuado nuestro camino.
Proseguimos la ruta hasta llegar al punto más al sur de nuestro itinerario, Old Head, al sur de Kinsale. Esa península acaba con un campo de golf al que solamente pueden acceder los socios, y en el que suponemos que si se da a la bola más fuerte de lo habitual, no se recupera nunca. Pero justo antes de la entrada al campo hay un pequeño istmo desde donde observar los acantilados que hay a ambos lados. La vista no pudo ser más bonita: día soleado, mar un tanto movido y un viento bien fuerte. Estuvimos haciendo unas cuantas fotos y nos fuimos a Kinsale.
Esta pequeña y turística población pesquera tiene unas cuantas callejuelas con pequeños edificios de colores muy sugerentes. La zona más turística se visita en muy poco tiempo y está llena de restaurantes, tiendas de artesanía y regalos y bed & breakfasts.
Aprovechamos la parada para comer, tras lo cual continuamos hasta Cork. En esta ciudad tuvimos que dar unas cuantas vueltas antes de decidir dejar el coche en un aparcamiento. En una de esas vueltas vimos la oficina de turismo y nos acercamos para pedir información de los siguientes destinos que teníamos previsto visitar. La simpática empleada que nos atendió fue de mucha ayuda y nos dio una bolsa llena de folletos que nos serían muy útiles los días siguientes. También nos ayudó a encontrar alojamiento para esa noche.
Tras estas gestiones comenzamos la visita de la ciudad de Cork por el English Market, toda una revelación para los amantes de la gastronomía. Este mercado está lleno de puestos de todo tipo de comida; la verdad es que todo tenía muy buena pinta. Hubiera sido muy agradable hacer la compra en ese lugar.
Aprovechamos la parada para comer, tras lo cual continuamos hasta Cork. En esta ciudad tuvimos que dar unas cuantas vueltas antes de decidir dejar el coche en un aparcamiento. En una de esas vueltas vimos la oficina de turismo y nos acercamos para pedir información de los siguientes destinos que teníamos previsto visitar. La simpática empleada que nos atendió fue de mucha ayuda y nos dio una bolsa llena de folletos que nos serían muy útiles los días siguientes. También nos ayudó a encontrar alojamiento para esa noche.
Tras estas gestiones comenzamos la visita de la ciudad de Cork por el English Market, toda una revelación para los amantes de la gastronomía. Este mercado está lleno de puestos de todo tipo de comida; la verdad es que todo tenía muy buena pinta. Hubiera sido muy agradable hacer la compra en ese lugar.
El resto de la ciudad nos decepcionó un poco. Las calles alrededor del mercado son peatonales y las estuvimos recorriendo durante un rato. Después caminamos bordeando uno de los canales del río Lee y nos acercamos hasta la Saint Fin Barre’s Cathedral, cuya entrada era de pago y no precisamente barata. Decidimos no pasar por el aro y continuamos caminando por Cork. Desde ahí fuimos hasta el museo de la mantequilla. Cuando llegamos al museo, que debe ser único en el mundo, ya estaba cerrado, pero paseamos por la zona donde está ubicado: un área residencial de calles estrechas con edificios bajos pintados de colores y con curiosas puertas de entrada.
Antes de volver al aparcamiento a recoger el coche pasamos por el moderno edificio de la ópera.
Fue una visita no muy larga (es posible que nos quedáramos sin disfrutar de algún interesante rincón de la ciudad), pero no fue un sitio que nos llenara especialmente.
Antes de volver al aparcamiento a recoger el coche pasamos por el moderno edificio de la ópera.
Fue una visita no muy larga (es posible que nos quedáramos sin disfrutar de algún interesante rincón de la ciudad), pero no fue un sitio que nos llenara especialmente.
Condujimos hasta la población de Killarney, donde se encontraba el alojamiento que habíamos reservado en la oficina de turismo de Cork. La idea era pernoctar ahí para visitar el parque nacional de Killarney al día siguiente.
Una vez dejamos nuestras pertenencias en el bed & breakfast, nos acercamos a la calle principal, High Street. Esta calle estaba realmente animada, pues está repleta de hoteles, pubs, restaurantes y de turistas que visitan el parque y se quedan a dormir por la zona. Mientras cenábamos en uno de los muchos sitios posibles, estuvimos valorando la posibilidad de alquilar unas bicicletas para la visita del parque del día siguiente, pero finalmente desechamos la idea.
Decidimos visitar dos zonas del parque y un mirador. Al día siguiente condujimos hasta la Ross Island. Allí dejamos el coche en el aparcamiento y comenzamos visitando el Ross Castle, castillo con una bonita ubicación junto al lago principal del parque, el Lower Lake. Después hicimos una pequeña caminata por la isla, donde nos cruzamos no pocas veces con un grupo de italianos que iban en bicicleta.
Una vez dejamos nuestras pertenencias en el bed & breakfast, nos acercamos a la calle principal, High Street. Esta calle estaba realmente animada, pues está repleta de hoteles, pubs, restaurantes y de turistas que visitan el parque y se quedan a dormir por la zona. Mientras cenábamos en uno de los muchos sitios posibles, estuvimos valorando la posibilidad de alquilar unas bicicletas para la visita del parque del día siguiente, pero finalmente desechamos la idea.
Decidimos visitar dos zonas del parque y un mirador. Al día siguiente condujimos hasta la Ross Island. Allí dejamos el coche en el aparcamiento y comenzamos visitando el Ross Castle, castillo con una bonita ubicación junto al lago principal del parque, el Lower Lake. Después hicimos una pequeña caminata por la isla, donde nos cruzamos no pocas veces con un grupo de italianos que iban en bicicleta.
De ahí volvimos al coche y nos acercamos hasta el lago Muckross: la idea era hacer una caminata bordeando el lago, que calculamos que sería de unos 10 kilómetros. Dejamos el coche en uno de los numerosos aparcamientos que bordean el lago por la zona de la carretera principal; resultó estar situado junto a la cascada Torc.
La caminata bordeando el lago resultó muy agradable. El terreno era principalmente llano (salvo el tramo que discurre junto a la carretera). Estuvimos rodeados de vegetación en todo momento, no había demasiada gente y lucía un sol espléndido, aunque no hacía demasiado calor. En un momento del trayecto atravesamos el pequeño puente de piedra que separa el lago Muckross del Lower. Más adelante nos encontramos con la Muckross House, una enorme casa señorial que se puede visitar, y que tiene una hermosa pradera a un lado, donde aprovechamos para hacer un pic-nic.
Desde aquí volvimos hasta el coche, no sin antes visitar la cascada. |
Nuestra última parada en el parque fue en un mirador llamado Ladies View. Para llegar hasta allí hay que transitar unos cuantos kilómetros por una carretera un tanto estrecha llena de curvas, y que a esas horas también estaba llena de tráfico. Desde ese mirador se puede observar el Upper Lake (lago superior), con lo que se puede decir que visitamos o vimos los tres lagos del parque.