Tailandia
Chiang Mai y alrededores Nada más aterrizar en Chiang Mai, recogimos el coche de alquiler y nos dirigimos hacia el sur del país; más concretamente, a Sukhothai. Para hacer más llevadero el viaje, hicimos dos paradas en sendos templos. Atrás dejábamos las horas de esparcimiento y tranquilidad en la playa, para dar paso a la parte más cultural del viaje. La primera parada fue en el templo Wat Chedi Sao Lang, el cual nos costó un poco localizar. Lo más representativo del mismo son los veinte chedis de su patio principal (chedi es el término equivalente a estupa en los templos budistas tailandeses). |
Comparado con otros templos que iríamos visitando los días siguientes, este fue mucho menos interesante, pero a nosotros la visita nos sirvió para estirar un poco las piernas.
La segunda parada fue en el templo Wat Phra That Lampang. Junto al templo hay un mercadillo donde encontramos muchos puestos de comida, en los que aprovechamos para tomar algo. Con el estómago lleno, comenzamos la visita.
Este templo, cuyo exterior está rodeado de una pequeña muralla, es bastante majestuoso. Para acceder a su interior hay que subir unas bonitas escaleras, adornadas con dos nagas (figuras de serpientes divinas, que suelen adornar las escaleras en muchos templos).
La segunda parada fue en el templo Wat Phra That Lampang. Junto al templo hay un mercadillo donde encontramos muchos puestos de comida, en los que aprovechamos para tomar algo. Con el estómago lleno, comenzamos la visita.
Este templo, cuyo exterior está rodeado de una pequeña muralla, es bastante majestuoso. Para acceder a su interior hay que subir unas bonitas escaleras, adornadas con dos nagas (figuras de serpientes divinas, que suelen adornar las escaleras en muchos templos).
Nada más acceder al recinto, encontramos el wihan principal (los wihan son las construcciones más importantes de los templos, que albergan la figura de Buda). Es el lugar donde habitualmente se congregan los fieles. Detrás de él hay un enorme chedi, el cual es rodeado por los fieles mientras estos cantan sus plegarias. En un lateral se alza un pequeño templo con una figura muy antigua de Buda.
Recorrimos el complejo con tranquilidad y entramos en todas las dependencias que estaban abiertas. En todas ellas había que descalzarse antes de acceder. Al finalizar la visita, regresamos al coche y, ya sí, pusimos rumbo a Sukhothai. A nuestra llegada, nos acomodamos en el alojamiento que teníamos reservado, el Sawasdee Sukhothai Resort, un magnífico hotel compuesto por agradables cabañas en torno a una piscina. Esa noche cenamos en un restaurante cercano y nos fuimos a descansar. |
El día siguiente lo dedicaríamos a visitar el parque histórico de Sukhothai. La mayoría de turistas suele optar por recorrerlo en bicicleta, pero a nosotros nos pareció que las distancias no eran demasiado grandes, así que optamos por caminar. El parque se compone de una serie de templos de casi mil años de antigüedad, rodeados de estanques. Es una estampa muy bonita. Con la temprana luz de la mañana se convierte en un sitio muy especial.
El complejo está bordeado por una muralla. Lo primero que visitamos en su interior fue el Wat Mahatat; en su tiempo, el corazón del lugar. Cuenta con varios wihan, en los que aún quedan en pie muchas de las columnas que sostenían los tejados, así como varias representaciones de Buda en muy diversas posturas.
Está rodeado de pequeños estanques con flores de loto, lo que le confiere un aspecto muy bucólico.
Seguimos hasta Wat Si Sawai, que cuenta con tres bonitos prang (torre muy usada en la arquitectura budista de Tailandia).
Seguimos hasta Wat Si Sawai, que cuenta con tres bonitos prang (torre muy usada en la arquitectura budista de Tailandia).
Caminamos alrededor del estanque principal del parque para llegar a Wat Sa Sri, un santuario rodeado por estanques y árboles. Nos pareció uno de los enclaves más bonitos del lugar.
Salimos del parque por una puerta diferente a la que habíamos entrado y nos dirigimos a Wat Phra Phay Luang, un templo un poco menos espectacular que los del interior de las murallas, pero igualmente interesante.
A su espalda encontramos el Wat Si Chum, en cuyo interior hay un Buda de quince metros de altura.
A su espalda encontramos el Wat Si Chum, en cuyo interior hay un Buda de quince metros de altura.
En los alrededores de Sukhothai hay más templos y ruinas, pero los más importantes y mejor conservados son los que visitamos nosotros. Desde ahí volvimos caminando hasta nuestro alojamiento. Dedicamos la tarde a disfrutar de la piscina y de las instalaciones.
Nos llevamos un recuerdo muy bonito de Sukhothai.
Al día siguiente tuvimos un largo trayecto de conducción de vuelta al norte, en dirección a Chiang Rai. En el camino hicimos una parada para visitar el parque histórico de Si Satchanalai. Junto al parque se encuentra Wat Phra Si Ratana Mahatat, que visitamos en primer lugar.
Nada más dejar el coche en el aparcamiento, ya pudimos contemplar la joya del lugar, un prang de sesenta metros de altura.
Nos llevamos un recuerdo muy bonito de Sukhothai.
Al día siguiente tuvimos un largo trayecto de conducción de vuelta al norte, en dirección a Chiang Rai. En el camino hicimos una parada para visitar el parque histórico de Si Satchanalai. Junto al parque se encuentra Wat Phra Si Ratana Mahatat, que visitamos en primer lugar.
Nada más dejar el coche en el aparcamiento, ya pudimos contemplar la joya del lugar, un prang de sesenta metros de altura.
Wat Phra Si Ratana Mahatat está rodeado por una curiosa muralla construida con losas de piedra verticales. En su interior, además del mencionado prang, encontramos también diversos chedi y un wihan.
Hay una escalera que asciende hasta la entrada del prang. Desde lo alto hay una bonita vista del conjunto.
Hay una escalera que asciende hasta la entrada del prang. Desde lo alto hay una bonita vista del conjunto.
Volvimos al coche y recorrimos durante unos dos kilómetros una carretera en línea recta que desembocaba en la entrada del parque Si Satchanalai. En el interior de este parque encontramos una serie de templos antiguos rodeados de árboles. Una especie de hermano menor de Sukhothai, pero no por ello menos interesante.
El primero que visitamos fue Wat Chang Lom, en el que destaca un chedi con dos terrazas. La primera está decorada con elefantes y la otra con pequeños nichos con figuras de Buda.
Detrás de este templo sale una escalera de piedra que conduce a la parte alta del parque. Allí encontramos dos templos en no muy buen estado, comunicados entre sí por un sendero de adoquines. Si bien no poseían ningún elemento que los hiciese especialmente interesante, aquí la ubicación jugaba un papel muy importante, ya que estaban rodeados de vegetación en un lugar muy solitario.
Descendimos por otra escalera y llegamos hasta Wat Chedi Chet Thaeo, el templo que más nos gustó de Si Satchanalai, porque expone una bonita sucesión de chedi de diferentes estilos.
Desde este templo llegamos a la entrada principal del parque, dando por finalizada la excursión. Como hemos comentado, Si Satchanalai es menos espectacular que Sukhothai, pero está en un enclave muy bonito y recibe muchos menos visitantes, lo que le confiere un interés adicional.
Comimos algo en los puestos de comida de la entrada del parque y volvimos al coche. Nos esperaba una larga conducción hasta Chiang Rai. Llegamos cuando estaba anocheciendo. Tras hacer el check-in en el alojamiento, nos fuimos a dar una vuelta, pues las visitas las haríamos el día siguiente. Esa noche simplemente paseamos por lo que podría considerarse el centro, es decir, los alrededores de la torre del Reloj. Ese reloj, a unas determinadas horas y solamente por la noche, ofrece un breve espectáculo de luz y de sonido. |
Pasamos por el mercado nocturno, que cuenta con un gran patio lleno de mesas, donde se puede comer algo de los puestos que lo rodean. A esas horas estaba abarrotado, por lo que continuamos con el paseo. Teníamos la intención de volver a cenar allí, pero mientras caminábamos por la avenida de la torre del Reloj, un rico olor a curry llegó hasta nosotros. Seguimos el aroma y dimos con un restaurante llamado Four Stars, donde cenamos dos curries riquísimos y muy típicos: Khao Soi y Hung Lay. Y de postre, un roti de plátano en un puesto de la calle.
En Chiang Rai había tres visitas que queríamos hacer, cada una en una punta de la ciudad. Comenzamos por la que estaba más al norte, el Wat Rong Suea Ten, también conocido como templo Azul. El motivo de este sobrenombre es simple: casi todos los elementos de su arquitectura son de color azul. Algunas figuras que rodean el wihan tienen un toque kitsch un poco excesivo. Sin embargo, el interior, con su figura de Buda blanco, tiene un cierto encanto. |
La segunda visita del día fue al museo Baan Dam, también conocido como templo Negro. El nombre se debe al color de los edificios que lo componen, pues no se trata de un lugar de culto. Obviamente, así cuadra mejor con los nombres de las otras dos atracciones más visitadas de Chiang Rai: el templo Azul y el templo Blanco (que visitaríamos después).
El museo Baan Dam fue el lugar de trabajo de Thawan Duchanee, un reputado pintor, escultor y arquitecto tailandés ya fallecido. Dedicó más de cincuenta años a construir el museo, que cuenta con varias decenas de pequeños edificios de madera, decorados en su interior de una forma un tanto ecléctica.
El recinto, por el que se puede deambular libremente, es muy agradable. Incluso es posible entrar en algunos de los edificios.
El museo Baan Dam fue el lugar de trabajo de Thawan Duchanee, un reputado pintor, escultor y arquitecto tailandés ya fallecido. Dedicó más de cincuenta años a construir el museo, que cuenta con varias decenas de pequeños edificios de madera, decorados en su interior de una forma un tanto ecléctica.
El recinto, por el que se puede deambular libremente, es muy agradable. Incluso es posible entrar en algunos de los edificios.
La tercera parada del día, como hemos mencionado más arriba, fue en el Wat Rong Khun, más conocido como templo Blanco. Este lugar fue el segundo en el que más turistas encontramos de todo nuestro periplo por Tailandia.
Las tres visitas de Chiang Rai fueron bastante kitsch, pero el templo Blanco se lleva la palma. Rodeado por un pequeño estanque, para acceder al interior del wihan hay que atravesar un pequeño puente. En su interior no se pueden tomar fotos, lo cual nos parece muy acertado: es mejor que la decoración interior no salga a la luz y permanezca en secreto entre los que la hemos visto.
Las tres visitas de Chiang Rai fueron bastante kitsch, pero el templo Blanco se lleva la palma. Rodeado por un pequeño estanque, para acceder al interior del wihan hay que atravesar un pequeño puente. En su interior no se pueden tomar fotos, lo cual nos parece muy acertado: es mejor que la decoración interior no salga a la luz y permanezca en secreto entre los que la hemos visto.
Chiang Mai
Lo primero que hicimos a nuestra llegada a la ciudad fue pasar por el hotel. Habíamos elegido el Crew Hotel, un sitio tranquilo situado justo en el exterior de la muralla que delimita la ciudad antigua, que nos deleitó con un desayuno espectacular y diferente cada día.
Dejamos nuestros bártulos y fuimos con el coche hasta el templo Wat Phra That Doi Suthep, ubicado en lo alto de una montaña. A medio camino de la cima paramos en Wat Phra Lat, otro templo compuesto por diversos edificios diseminados en medio de la montaña.
Sin tener nada de especial, más allá de unos bonitos naga y alguna que otra figura mitológica, este templo nos gustó mucho; seguramente por su ubicación y tranquilidad.
Lo primero que hicimos a nuestra llegada a la ciudad fue pasar por el hotel. Habíamos elegido el Crew Hotel, un sitio tranquilo situado justo en el exterior de la muralla que delimita la ciudad antigua, que nos deleitó con un desayuno espectacular y diferente cada día.
Dejamos nuestros bártulos y fuimos con el coche hasta el templo Wat Phra That Doi Suthep, ubicado en lo alto de una montaña. A medio camino de la cima paramos en Wat Phra Lat, otro templo compuesto por diversos edificios diseminados en medio de la montaña.
Sin tener nada de especial, más allá de unos bonitos naga y alguna que otra figura mitológica, este templo nos gustó mucho; seguramente por su ubicación y tranquilidad.
Volvimos al coche y terminamos de ascender la montaña. Allí encontramos un bullicio enorme de autobuses y coches: enseguida supimos que habíamos llegado al Wat Phra That Doi Suthep.
Para acceder a este templo hay que subir una larga escalera de 360 escalones, dominada por dos impresionantes naga de cuatro cabezas. Una vez arriba, un recinto cuadrangular alberga los elementos más importantes del templo. Lo encontramos todo demasiado apelotonado: un gran wihan y otros tres más pequeños, rodeando un gran chedi dorado, figuras de Buda en todas las posiciones posibles y, sobre todo, cientos de turistas y devotos por todas partes.
Fuera del recinto había una gran terraza con vistas a la ciudad, la cual no se apreciaba demasiado pues estaba bastante nebuloso. |
Bordeamos el edificio, descendimos las escaleras y regresamos al coche. De ahí nos fuimos al aeropuerto a devolver el coche de alquiler: los dos siguientes días en Chiang Mai los pasaríamos caminando. En esa parte del país recorrimos casi mil cien kilómetros con el coche.
Una vez entregado el coche, nos subimos a un taxi y pedimos que nos llevara al night bazaar, probablemente el lugar más concurrido por las noches de todo Chiang Mai.
El bazar nocturno es un mercado enorme, donde se venden todo tipo de artículos imaginables. Cuenta también con una gran zona para comer, que fue adonde nos dirigimos. Esa noche probamos otra especialidad tailandesa, la sopa Tom Yum, muy sabrosa, en la que el jengibre y la cidronela son los grandes protagonistas.
Una vez entregado el coche, nos subimos a un taxi y pedimos que nos llevara al night bazaar, probablemente el lugar más concurrido por las noches de todo Chiang Mai.
El bazar nocturno es un mercado enorme, donde se venden todo tipo de artículos imaginables. Cuenta también con una gran zona para comer, que fue adonde nos dirigimos. Esa noche probamos otra especialidad tailandesa, la sopa Tom Yum, muy sabrosa, en la que el jengibre y la cidronela son los grandes protagonistas.
La ciudad de Chiang Mai está salpicada de templos por todas partes. En la fase de planificación del viaje tuvimos que hacer una buena selección pues, entre toda la oferta disponible, queríamos visitar aquellos que tuvieran algo especial.
Decidimos tomarnos las jornadas turísticas de los dos días siguientes con cierta calma para no terminar saturados con tanto templo. Comenzamos por Wat Sri Suphan, ya que estaba muy cerca de nuestro hotel. Se lo conoce como templo de Plata, algo que se comprende nada más verlo. Al interior del wihan solamente pueden acceder los hombres.
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Desde allí cogimos un taxi que nos trasladase a Wat Umong, un curioso templo al pie de la montaña. Su principal atractivo son unos túneles con unos pequeños altares en su interior. En la terraza que se forma encima del terreno encontramos un gran chedi.
Mientras regresábamos caminando hacia el centro, a nuestro paso encontramos un mercado, que a esas horas estaba bastante tranquilo. Había muchos puestos con productos empaquetados y otros tantos de cortezas de cerdo picantes, que vendían por toneladas.
Siguiendo nuestro camino llegamos a Wat Suan Dok. Este templo destaca por un gran wihan, detrás del cual hay un gran chedi campaniforme dorado, con una aguja en su parte superior. Junto a él hay una serie de chedi menores encalados, muchos de los cuales funcionan como nichos, pues conservan cenizas de miembros reales.
Antes de buscar un sitio para comer, visitamos otro templo, este ya dentro de las murallas. El elegido fue Wat Phra Singh, uno de los más importantes de la ciudad. El santuario ocupa una gran extensión, en la que hay numerosos wihan de distintos tamaños. En uno encontramos un monje al que se le acercaban los feligreses, suponemos que para pedir la bendición; en otro, unos bonitos y antiguos murales restaurados; en un tercero, unas figuras de cera muy realistas de monjes. Detrás del wihan principal hay varios chedi de un color dorado nada discreto.
Antes de regresar al hotel a descansar un rato, guiados nuevamente por nuestro olfato, paramos a comer en un restaurante que encontramos en el camino. En su terraza degustamos un pad thai y un curry khao soi deliciosos.
Por la tarde visitamos Wat Buppharam, cuyo mayor atractivo es un pequeño wihan con una fachada de madera de teca. A su lado, un gran edificio de dos plantas alberga un pequeño museo (en la planta baja) y tres altares con sendos budas de diferentes colores y materiales (en la primera planta).
Por la tarde visitamos Wat Buppharam, cuyo mayor atractivo es un pequeño wihan con una fachada de madera de teca. A su lado, un gran edificio de dos plantas alberga un pequeño museo (en la planta baja) y tres altares con sendos budas de diferentes colores y materiales (en la primera planta).
Muy cerca de este templo se halla el mercado Warorot, un inmenso edificio en el que se alojan un sinfín de tiendas de comida y de artilugios de todo tipo. Todos los comercios orientados al río están destinados a puestos de flores.
Cuando salimos de Warorot, nos acercamos a cenar a un animado mercado nocturno que había camino de nuestro hotel.
La mañana siguiente tomamos un taxi que nos condujo hasta Wat Lok Molee, pues estaba bastante alejado de nuestro hotel como para llegar caminando. La idea era visitarlo a primera hora y empezar el itinerario a pie desde allí.
Cuando llegamos, el templo estaba prácticamente vacío, salvo por un par de policías y su coche aparcado delante del wihan, que parecían estar grabando un spot publicitario. El wihan es muy bonito, todo de madera por dentro. Detrás, un enorme chedi de ladrillo domina el recinto. Nos dio la sensación de que Wat Lok Molee no debe ser un templo demasiado visitado (y eso que es fácilmente accesible, justo frente a la muralla que rodea la ciudad antigua), pero a nosotros nos gustó mucho.
La mañana siguiente tomamos un taxi que nos condujo hasta Wat Lok Molee, pues estaba bastante alejado de nuestro hotel como para llegar caminando. La idea era visitarlo a primera hora y empezar el itinerario a pie desde allí.
Cuando llegamos, el templo estaba prácticamente vacío, salvo por un par de policías y su coche aparcado delante del wihan, que parecían estar grabando un spot publicitario. El wihan es muy bonito, todo de madera por dentro. Detrás, un enorme chedi de ladrillo domina el recinto. Nos dio la sensación de que Wat Lok Molee no debe ser un templo demasiado visitado (y eso que es fácilmente accesible, justo frente a la muralla que rodea la ciudad antigua), pero a nosotros nos gustó mucho.
Cruzamos la calle, ingresamos al recinto amurallado y caminamos hasta Wat Chiang Man. Entramos por una puerta lateral y visitamos primero el wihan más pequeño. Pasamos junto a un bonito chedi, adornado con figuras de elefante y engalanado con una cinta amarilla, y bordeamos el wihan principal para visitar su interior. Los edificios están rodeados por unos apacibles jardines. Este conjunto también nos gustó mucho.
El siguiente templo del día fue Wat Chedi Luang. Destaca por dos elementos extraordinarios: un enorme wihan con dos naga en la escalera principal y, detrás, un descomunal chedi de ladrillo decorado con figuras de elefantes. En la parte trasera del templo encontramos también dos bonitos wihan de pequeño tamaño.
Como llevábamos ya una buena sesión de templos, decidimos que era el momento de tomarse un descanso. Y qué mejor manera de hacerlo que con un masaje tailandés. En prácticamente todas las poblaciones que visitamos por el país encontramos multitud de locales donde ofrecían masajes. No sabemos si se trata de una práctica habitual entre los tailandeses o si está más enfocado al turismo. El caso es que parece que hay negocio suficiente para tanto local. Nosotros entramos en uno que había justo enfrente de Wat Chedi Luang.
Con la musculatura un poco más desentumecida, le tocó el turno a la comida. En los alrededores del templo había muchos locales para comer, ya que esta zona es más o menos el centro de la ciudad antigua. Optamos por uno que estaba bastante concurrido.
A la salida visitamos el último templo que teníamos en nuestra lista: el Wat Chet Lin. Lo más destacable de este lugar es un bonito estanque en la parte posterior, repleto de flores de loto, y dividido en dos por una pasarela de bambú con faroles de colores.
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Por la noche salimos a cenar a otro mercado nocturno. En ellos hay siempre una multitud de puestos de comida con especialidades de lo más diversas, por lo que es muy fácil encontrar algo que llame la atención y apetezca probar.
Con esta jornada finalizaba nuestro recorrido por el norte del país, muy distinto de la zona del sur y de las playas. Aún nos quedaba por delante la tercera parte de nuestra visita.