los viajes de juanma y carol
  • Inicio
    • Lugares visitados
    • Cronología de viajes
    • Sobre nosotros
  • África
    • Egipto
    • Marruecos
    • Sudáfrica
    • Tanzania
  • América
    • Canadá
    • Chile
    • Colombia
    • Cuba
    • Estados Unidos >
      • Nueva York
      • Oeste USA
    • Guatemala
    • Honduras
    • México
    • Perú
  • Asia
    • China
    • India
    • Israel y los Territorios Palestinos
    • Japón
    • Malasia
    • Nepal
    • Singapur
    • Sri Lanka
    • Tailandia
    • Turquía
    • Uzbekistán
    • Vietnam
  • Europa
    • Armenia
    • Croacia
    • Francia >
      • Lyon
      • Niza-Mónaco
      • Normandía
      • París
      • Sur de Francia
    • Georgia
    • Grecia >
      • Atenas y las islas
      • Grecia continental
    • Irlanda
    • Islandia
    • Italia >
      • Dolomitas
      • Milán y los lagos
      • Nápoles
      • Roma
    • Malta
    • Montenegro
    • Noruega
    • Países Bajos
    • Polonia
    • Portugal >
      • Alentejo
      • Almeida
      • Lisboa
      • Madeira
      • Oporto
    • Reino Unido >
      • Escocia
      • Irlanda del Norte
      • Londres
      • Sur de Inglaterra
    • República Checa
    • Rumania
    • Rusia
    • Suiza
    • Ucrania
  • Oceanía
    • Australia
  • Vuelta al mundo
  • Contacto

Grecia

Rodas

Cuando aterrizamos en Rodas lo primero que hicimos fue alquilar un coche para los dos días que habíamos previsto estar ahí. Afortunadamente, a pesar de lo intempestivo de la hora, la oficina de alquiler de coche estaba abierta y no tuvimos ningún problema para conseguir uno. Comenzamos bajando hasta un pequeño pueblo llamado Lindos, que hemos de reconocer hizo honor a su nombre. Cuando llegamos y aparcamos el coche, las calles estaban desiertas. Estaba claro que la actividad en el pueblo y la llegada de turistas comenzaba más tarde. Eso nos permitió dar un agradable y solitario paseo por sus callejuelas. En cuanto encontramos un madrugador bar que estaba abierto, entramos a desayunar sin pensarlo. 
Imagen
Después, continuamos paseando, contemplando lo que quedaba de un pequeño anfiteatro que había sobre una ladera de una colina, y haciendo tiempo porque hasta las nueve de la mañana no abrían la Acrópolis (o lo que queda de ella), situada en lo alto de una enorme roca. Según leímos en la guía, la ascensión hasta la Acrópolis se puede hacer en burro, pero a esas horas los pobres animales debían estar todavía durmiendo. 
Imagen
Imagen
Cuando llegamos a lo alto, después de subir una larga y empinada cuesta, pudimos visitarla prácticamente solos, y contemplar las bonitas vistas panorámicas que hay del pueblo desde allí. Cuando bajamos al pueblo el ambiente era completamente distinto. Los autobuses repletos de turistas comenzaban a llegar, las tiendas vendiendo recuerdos y artesanía típica estaban todas abiertas... El pueblo estaba despierto y listo para comenzar la rutina de un día más. Era el momento de marcharse. Fue toda una experiencia poder visitar Lindos sin gente.
Imagen
Volvimos al coche y pusimos dirección a Petaloudes, una zona en la que hay un parque natural que es el hábitat de una mariposa llamada “Callimorpha qyuadripunctareia”. Hicimos la visita sugerida por el parque, en el que seguimos un sendero que iba subiendo y bajando por una montaña y bordeando ríos y riachuelos. 
Tuvimos ocasión de disfrutar de la naturaleza y de observar las famosas mariposas, a pesar de la incomodidad de que numerosos turistas no muy respetuosos estuviesen constantemente dando palmadas para ver cómo volaban las susodichas, pues se encontraban generalmente posadas sobre los árboles, ya que al parecer se sienten atraídas por el aroma de su resina. 
Imagen
Imagen
Después decidimos que era el momento de ir a la ciudad de Rodas, capital de la isla. Una vez llegamos a la ciudad estuvimos dando alguna que otra vuelta más de la debida, hasta que conseguimos encontrar la ciudad antigua, y aparcamos el coche cerca de una de las puertas de la muralla que la rodea. Lo primero que hicimos una vez estuvimos en el interior de la muralla fue buscar alojamiento. Y no fue tarea fácil. En primer lugar porque no veíamos muchos hoteles, y en segundo porque los pocos alojamientos que encontrábamos estaban llenos. Finalmente dimos con una especie de casa de huéspedes, con un bonito jardín, en donde alquilaban habitaciones. El precio era muy superior al que nos habíamos acostumbrado durante nuestro viaje pero decidimos aceptarlo, en parte porque estaba muy cerca de donde habíamos dejado el coche, en parte porque no se nos estaba dando muy bien la búsqueda, y en parte porque el sitio tenía muy buena pinta. Además, los dueños eran una atípica y simpática pareja anglo-japonesa, que no sabemos muy bien qué pintaban en Rodas regentando un pequeño edificio como ese.

La ciudad que se encuentra en el interior de la muralla es la típica ciudad medieval, con sus edificios representativos bastante bien conservados, sus calles adoquinadas, sus tiendas para turistas... Y es que los cruceros que navegan por esa zona del Mediterráneo tienen parada obligada en el puerto, que se encuentra junto a una de las puertas de entrada a la ciudad. Durante la tarde había auténticas riadas de turistas, pero según fue anocheciendo se fueron yendo hacia sus respectivos barcos, y la ciudad se quedó en calma. 
Imagen
Imagen
Imagen
Esa tarde, mientras paseábamos, cayó una tormenta descomunal acompañada de un granizo enorme. Nosotros nos pusimos nuestros plásticos salvadores que guardamos desde que nos los regalaron durante nuestra visita a las cataratas del Niágara, y nos pusimos debajo de un toldo para esperar a que escampase, pues se trataba de la típica tormenta veraniega. Así estábamos cuando pasaron unos señores por delante de nosotros que se estaban mojando de lo lindo. En ese momento, la señora se percata de los plásticos tan majos que llevábamos puestos y le comenta al señor “¿dónde habrán comprado estos dos esos plásticos?”, a lo que nos quedamos mirando fijamente a la señora y le decimos “en Canadá”. La señora se ruborizó un poco y dijo un simple “ah”, porque sin duda pensaba que éramos turistas pero no seríamos españoles y no comprenderíamos lo que decía. 
Imagen
Imagen
Una vez escampó, seguimos paseando hasta que la gente fue desapareciendo hacia sus barcos y la ciudad se quedó desconocida. Después fuimos a cenar a un sitio bastante cutre que nos recomendaron los dueños del alojamiento y que fue todo un descubrimiento.
Imagen
A la mañana siguiente nos dieron un desayuno auténticamente para campeones, tras lo cual nos despedimos de la simpática pareja. Seguimos dando una vuelta por Rodas, y fuimos hasta el puerto, estuvimos viendo los barcos que por ahí pululaban y viendo la ciudad amurallada desde el exterior. 
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Después de comer algo, y en nuestro camino hacia el aeropuerto hicimos una parada en la antigua Ialysos, de la que queda más bien poco: tan solo un monasterio y una capilla, ambos en buen estado, y una fortaleza en ruinas. 
Imagen
Imagen
A nuestra llegada al aeropuerto devolvimos el coche de alquiler y nos subimos al avión que nos llevó de vuelta a Atenas, donde íbamos a pernoctar en el tercer hotel distinto en menos de una semana.

SIGUIENTE ETAPA: ATENAS
Santorini

Paros y Mykonos

Rodas

Atenas