los viajes de juanma y carol
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Ngorongoro

Área de Conservación del Ngorongoro

Por alguna razón que se nos escapa, el cráter del Ngorongoro no es un parque nacional: lo denominan área o zona de conservación (en inglés, conservation area). Se cree que la última erupción del volcán tuvo lugar hace más de 2 millones de años. Esta erupción dio lugar a una de las calderas más grandes del mundo.

Para llegar al interior del cráter hay que recorrer una carretera polvorienta y llena de baches que sube hasta el borde. Allí hicimos una primera parada en un pequeño punto de observación donde, a pesar de la niebla, pudimos hacernos una primera idea de las dimensiones del sitio. 
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Tras esa pequeña parada, avanzamos por la desastrosa carretera que va bordeando el cráter hasta llegar prácticamente al lado opuesto del mismo, donde está el camino que desciende al interior del cráter. Allí hicimos una segunda parada. Una vez hubimos disfrutado de esta segunda panorámica, iniciamos el descenso.
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El cráter del Ngorongoro es una inmensa planicie en la que se calcula que hay más de veinte mil animales, lo que hace que tenga el sobrenombre de “arca de Noe”, aunque hay un animal que no es posible encontrar: la jirafa. No hay jirafas en el Ngorongoro. 
Hay muchas tribus de Masai que viven fuera del cráter y que conducen sus rebaños de vacas y cabras hasta el interior para que pasten.
En el centro del cráter hay una gran extensión de agua alcalina, que al parecer los animales no pueden beber. Tienen que calmar la sed en otros lugares.
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Nada más iniciar nuestro safari por el Ngorongoro vimos una gran cantidad de gacelas Thomson. Este pequeño y ágil antílope es el segundo animal más veloz del continente africano, y su habilidad para correr en zig-zag le salva en más de una ocasión de ser comido por algún predador. 
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También vimos un poco a lo lejos una manada de buitres, junto a un par de hienas, devorando algún animal que no pudimos identificar. Había muchos buitres en constante pelea, suponemos que intentando llevarse el trozo más grande. Fue un espectáculo curioso.
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Continuando nuestro camino por las carreteras de arena que hay en el interior del cráter, vimos una hiena con restos de sangre; un chacal; un kori bustard (o avutarda kori), un ave que vimos en varias ocasiones; un topi, antílope de cuernos enrollados; unos flamencos en la lejanía; varias aves, como el lapwing (o avefría armada), ibis y varias grey crowned crane (o grulla coronada cuelligrís), estas últimas son unas bonitas aves que van siempre en parejas, con una llamativa cresta amarilla.
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Antes de ir a la zona de picnic vimos dos gacelas Thomson copulando; una garza real a lo lejos; y otro chacal.
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La zona de picnic se encuentra junto a una charca en la que pudimos contemplar hipopótamos. Al ser la única zona de picnic que hay en el interior del cráter, nos encontramos una enorme cantidad de vehículos aparcados. Allí se ubican los únicos baños públicos del Ngorongoro. También había merodeando unos cuantos pájaros que eran capaces de bajar en picado para robar comida a la gente, por lo que nosotros optamos por comernos el contenido de nuestra cajita en el interior del jeep.
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A la salida del área de picnic nos cruzamos con una hiena que venía en dirección contraria y que no tuvo más remedio que apartarse de nuestro camino y cruzarse con una manada de búfalos que estaban al lado.
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Continuamos nuestro camino cuando vimos a lo lejos una gran aglomeración de jeeps: es la manera de detectar que estamos ante algún gran felino (o un gato, como les llaman: leones, leopardos o guepardos). 
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Acudimos al mogollón y nos encontramos con unos seis leones: un macho reposando junto a lo que quedaba de una cebra, una hembra a su lado, otra pareja bajo la sombra de un árbol, y una tercera pareja que estaba copulando. Al parecer, cuando los leones copulan lo hacen reiteradas veces en un pequeño lapso de tiempo. Por esta razón nos dio tiempo a verlos copular en varias ocasiones. 
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Siempre era la hembra la que buscaba al macho; el macho se hacía un poco el remolón, pero al final acababa aceptando. Cuando terminaban, la hembra se tumbaba boca arriba en una clara postura de “como gato panza arriba”.
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Cuando consideramos que habíamos visto suficientes veces el espectáculo, continuamos en busca de más animales. Antes de emprender el camino hacia el alojamiento nos cruzamos con una manada de ñúes y cebras y otra de babuinos.
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El día siguiente lo pasamos también en el Ngorongoro. A la entrada vimos varias gacelas de Grant; unas cuantas hienas junto a una charca; dos Lichtenstein´s hartebeest (o antílope de Lichtenstein); y un grupo de flamencos junto a otra charca. Al lado de estos flamencos había lo que parecían dos piedras, cuando de repente una de ellas se levantó y pudimos comprobar que se trataba en realidad de dos hipopótamos. Tranquilamente, el hipopótamo se introdujo en el agua y ahí se quedó.
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Antes de comer vimos varias avestruces y un serval, especie de gato salvaje de tamaño más grande que un gato que por los colores se camuflaba muy bien entre la maleza. 
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Ese día, en vez de ir al sitio del picnic subimos a lo alto de una pequeña colina que hay dentro del cráter y nos comimos el contenido de las cajitas en el interior del jeep. Mientras disfrutábamos de la bonita vista del Ngorongoro desde allí, pudimos ver (sobre todo gracias a los prismáticos) el único rinoceronte (negro) que vimos en todo nuestro viaje. Iba caminando solo, sosegadamente. Al parecer, en el norte de Tanzania no quedan demasiados rinocerontes, por lo que es un animal bastante difícil de ver.
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Cuando bajábamos de la colina nos topamos con una leona que estaba tranquilamente en el borde de la carretera y que aprovechaba la cercanía de los jeeps para ponerse a la sombra; después vimos dos gansos del Nilo y más tarde dos hipopótamos. Relativamente cerca de estos había un jeep que se había quedado atascado al intentar cruzar un río. Nos acercamos a echarle una mano y tuvimos que remolcarlo para sacarlo de ahí.
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Durante nuestro camino hacia el exterior del cráter nos cruzamos con un enorme grupo de cebras y ñúes, un conejo (que ante tanta profusión de animales salvajes parecía un tanto desubicado), y ya al final vimos dos águilas: un african hawk-eagle (o águila azor de África) y un black-shouldered kite (o elanio australiano).
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Esa tarde, junto al alojamiento, vimos un marabou stork (o marabú africano) que parecía un tanto viejo, una pareja de bohor reedbuck (o redunca bohor), y un pequeño grupo de búfalos.
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Con estos animales terminamos nuestro periplo por el Nogorongoro.

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