Sudáfrica
Hermanus y alrededoresComo teníamos un poco más de tiempo, en vez de ir directamente hacia Hermanus, decidimos dar un pequeño rodeo y pasar por Cape Agulhas, o Cabo Agujas. Es un sitio más romántico que bonito, ya que es donde verdaderamente se unen el océano Índico y el Atlántico, y no en el Cabo de Buena Esperanza, idea bastante extendida. Cuando llegamos al sitio estaba ya atardeciendo. Vimos el faro y nos acercamos caminando hasta el mítico punto donde se juntan ambos océanos. Allí, un numeroso grupo de italianos nos pidió que les hiciéramos una foto. Como vieran que nos desenvolvíamos en italiano, se les pasó la vergüenza inicial, y todo aquel que tenía una cámara nos la pasó para inmortalizar el momento. Tras la ronda fotográfica y la charla posterior, en nuestro camino de vuelta hacia el coche decidimos quedarnos a dormir en el pueblo, porque llevábamos un día muy largo y ya habíamos hecho bastantes kilómetros.
Paramos en Agulhas Country Lodge, un sitio con muy buena pinta y preguntamos si tenían disponibilidad. El que parecía el dueño nos atendió, pues estaba con un pequeño grupo en una mesa repleta de botellas vacías, y con un poco de dificultad nos mostró una habitación magnífica la cual nos dejó, desayuno incluido, a muy buen precio. La habitación tenía una enorme ventana que daba al mar, desde donde se veía la luna reflejada sobre el agua. Era una estampa muy bonita. Fuimos a cenar algo y compramos una botella de vino. De vuelta a la habitación, nos sentamos en las butacas que había frente a la ventana, pusimos un poco de música, apagamos las luces para poder ver bien el exterior, y con la botella, el mar, la luna, su reflejo y una inmejorable compañía, pasamos una velada muy romántica.
A la mañana siguiente, después de un magnífico desayuno, fuimos a Gansbaai, pueblo cercano a Hermanus, donde queríamos hacer avistamiento de ballenas. La zona del sur de África se llena de ballenas de junio a diciembre, y aunque toda la zona es buen lugar para verlas, se supone que las cercanías de Hermanus son el mejor sitio. Una vez llegamos a Gansbaai fuimos a la oficina de información para que nos reservaran una excursión con alguna compañía que diera una vuelta en barco por la bahía. Otra de las atracciones de la zona es el shark diving. Se trata de salir en un barco que tiene incorporada una jaula metálica. Dicha jaula, en la que caben entre cinco y siete personas, se introduce en el agua. Alguien de la tripulación tira un cebo al mar para que los tiburones se acerquen y la gente que está en el interior de la jaula los pueda ver muy de cerca. Nosotros nos decantamos por ir tranquilamente en un bote intentando ver alguna ballena por la zona. Una vez reservada la excursión, fuimos hacia donde nos indicaron en la oficina de información y esperamos la salida del barco. Antes de zarpar nos dieron la típica información de seguridad, nos pusieron los chalecos salvavidas y nos hicimos a la mar. Estuvimos dando una vuelta de unas dos horas y vimos unas cuantas ballenas, una enorme colonia de focas y algunos pingüinos; nos cruzamos también con un par de embarcaciones de las que hacían shark diving y que estaban esperando algún tiburón cuando justo apareció la aleta de uno. Hizo mucho viento durante toda la excursión y el bote no paró de moverse. Entre la tripulación había dos biólogas que iban contando diversos aspectos de las ballenas. Aunque nos mojamos un poco, fue una excursión muy entretenida.
Después de comer algo en Gansbaai nos fuimos a Hermanus. Lo primero que hicimos al llegar fue ir a la oficina de información para que nos ayudaran a encontrar un bed & breakfast en el que alojarnos y para reservar una excursión en kayak para la mañana siguiente. En la oficina tienen un sistema muy útil: como los empleados no pueden recomendar ningún sitio específico, tienen varias carpetas divididas por precios y tipo de alojamiento en las que los propios hoteles y bed & breakfast se anuncian con fotos. Así que optamos por la carpeta de bed & breakfast con un rango de precio aceptable y elegimos un par de ellos. Desde la propia oficina llamaron al que más nos gustaba y nos dieron disponibilidad; así que una vez nos contactaron con la empresa de los kayaks y hubimos reservado la excursión para el día siguiente, nos fuimos para el alojamiento. El sitio elegido fue Bamboo Guest House, el cual regentaba una simpática pareja. Nos mostraron las dos habitaciones que tenían libres para que eligiéramos la que más nos gustara. Escogimos una en la planta baja junto al jardín y la piscina. Después fuimos a ver si la pareja milanesa que conocimos en el safari y con la que habíamos quedado en encontrarnos en Hermanus habían llegado ya. En el hotel nos dijeron que les esperaban para ese día pero que todavía no habían llegado. Les dejamos una nota y justo cuando salíamos del hotel, nos los encontramos en el aparcamiento. Quedamos para cenar con ellos y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Estuvimos recorriendo una parte del Cliff Path, sendero que discurre a lo largo de la bahía y desde donde hipotéticamente se pueden observar ballenas. A esas horas no vimos ninguna, pero el paseo fue bastante agradable. Paseamos también por Market Square, que estaba lleno de puestos de madera pero que estaban cerrados. A la hora convenida volvimos al hotel donde se alojaba la pareja italiana y disfrutamos de una agradable y entretenida cena con ellos.
La mañana siguiente, después de disfrutar de un magnífico desayuno en la guest house donde nos alojábamos, marchamos hacia nuestra siguiente actividad: kayak por la bahía de Hermanus para intentar observar ballenas. Como íbamos bien de tiempo estuvimos en el Old Harbour buscando cetáceos. Allí nos encontramos con la que dicen es una de las personas más fotografiadas de Sudáfrica: el Whale Crier. Es un hombre que lleva un cartel anunciándose y que porta una especie de cuerno que hace sonar cada vez que hay una ballena a la vista. Los que íbamos a hacer la excursión éramos un grupo bastante reducido: en total cinco kayaks contando el del monitor, de los cuales el nuestro era el único doble. Después de las consabidas instrucciones para manejar el kayak, nos hicimos al mar. Estuvimos más de dos horas en el agua, afortunadamente sin necesitar remar en todo momento, ya que el monitor iba contando cosas sobre las ballenas o la zona en la que nos encontrábamos.
Tuvimos unas cuantas más o menos cerca, e incluso vimos saltar alguna a lo lejos. Fue un rato muy entretenido. Cuando acabo la excursión, una persona que colaboraba con la empresa y que había estado sacando fotografías del grupo mientras estábamos en el agua, nos ofreció un CD con todas ellas. Nos mostró a todo el grupo en un ordenador portátil las fotografías que había tomado y ahí fue cuando nos dimos cuenta de que habíamos estado más cerca de las ballenas de lo que pensábamos. Todos decidimos comprar el CD, y como el fotógrafo necesitaba tiempo para grabar todos los CDs, nos fuimos a comer a Lemon Butta, un restaurante cercano, y quedamos allí con él. Así, mientras degustábamos deliciosa comida japonesa, apareció el hombre con nuestro disco de fotos. Una vez terminamos de comer, volvimos a por el coche, que habíamos dejado aparcado en Bamboo Guest House, y continuamos nuestro itinerario por Sudáfrica.
Esa noche teníamos dos reservas: una en un bed & breakfast y otra en un restaurante, ambas en la pequeña población de Franschhoek, muy cercana ya a Ciudad de El Cabo y en la región de viñedos más famosa de Sudáfrica. En nuestro camino pasamos por Betty’s Bay, donde paramos para ver la colonia de pingüinos que hay allí. Estuvimos paseando por la pasarela de madera que recorre la zona donde están los pingüinos, y observando a tan simpáticos animales. Está muy bien organizado, de manera que se les puede ver muy de cerca, incluso casi tocarlos, pero siempre, gracias a la pasarela, sin entrar en el hábitat por el que ellos se mueven.
Una vez terminamos la visita, pusimos rumbo a Franschhoek.
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