Australia
Queensland
Al día
siguiente de nuestra vuelta a Darwin cogimos un avión que nos llevó a Cairns.
Le tocaba el turno a la Gran Barrera de Coral.
La visita a la Barrera de Coral la habíamos dividido en dos zonas: las islas Whitsunday y Cairns. A nuestra llegada al aeropuerto de Cairns, recogimos el coche que teníamos reservado y comenzamos el itinerario por Queensland conduciendo hasta Airlie Beach, punto de partida de todas las excursiones a las islas Whitsunday. Allí nos alojamos en un sitio llamado Organic B&B donde nos trataron a cuerpo de rey. Es un bed and breakfast muy bien puesto, llevado por gente majísima y donde preparan un desayuno sensacional. Justo lo que necesitábamos para la excursión del día siguiente. Estábamos citados a las 7:30h de la mañana en el aeropuerto de Shute Harbour, desde donde tomamos un hidroavión que, tras una vuelta panorámica para observar la Barrera de Coral desde el aire, aterrizó en medio del océano donde nos pasaron a un pequeño barco para hacer snorkel. Allí nos proporcionaron, además del equipo (gafas, tubo y aletas), un traje de lycra que nos cubría todo el cuerpo para evitar las picaduras de medusas. Y con eso comenzó nuestro primer contacto con el agua. Resultó ser una experiencia inigualable la de nadar viendo el coral y los peces que lo pueblan. Fue un primer contacto magnífico, y nos alegró pensar que todavía nos quedaban dos excursiones más para hacer snorkel.
Al cabo de una hora nos llamaron para que volviéramos al barco, donde nos ofrecieron unas galletitas saladas con queso y un vino espumoso. Tras esto, volvimos a subir al hidroavión, esta vez con destino a Whiteheaven Beach, de la que dicen es una de las 10 mejores playas del mundo (¿quién será el listo que se pasa la vida visitando playas para decidir cuáles son las mejores?). En esa playa, que se encuentra en una isla deshabitada, el piloto amerizó en la misma orilla. Y allí mismo nos bajamos y estuvimos nadando un rato y paseando por la blanquísima y finísima arena. Nuevamente tras una hora, le dimos otro poco al vino y al snack, y volvimos al hidroavión porque la excursión había terminado. Tras otro poco de vista panorámica del coral desde el aire, aterrizamos en el aeropuerto de Shute Harbour. Coincidió que ese día era 24 de diciembre, y fue sin duda el día de Nochebuena más original de nuestra vida.
A nuestra vuelta a Cairns teníamos por delante tres días con tres excursiones diferentes cada uno.
La primera excursión fue una de las más típicas de allí: pasar el día haciendo snorkel en Green Island. Pasaron a recogernos por el hotel a las 8h de la mañana y nos llevaron al puerto, donde nos subimos a un barco llamado Big Cat. Zarpamos del puerto a las 9h y llegamos a la isla una hora y media más tarde. Lo primero que hicimos fue dar una vuelta en lo que llaman el semi-sumergible, que es un bote con un piso inferior que se adentra completamente en el agua y en el que a través de unos cristales se puede apreciar cómodamente todo el coral y los peces. Nos dieron una vuelta de unos veinte minutos y fue muy entretenido.
Tras eso, recogimos nuestro equipo de snorkel y el consabido traje anti-medusas y nos fuimos al agua. Aquí nos gustó más el fondo, porque en las islas Whitsunday el coral llegaba hasta la superficie, con lo cual había que nadar bordeándolo, mientras que aquí llegaba hasta unos dos metros, lo que nos permitió nadar por encima, y fue sin duda mucho más interesante. Además había una mayor cantidad y variedad de peces, y pudimos ver entre otros un pequeño tiburón, estrellas de mar, conchas y caracolas de todo tipo y tamaño, un par de peces payaso (últimamente más conocidos como Nemos) y por supuesto un sinfín de peces de diferentes tamaños y colores. Pero lo que más nos gustó fue que vimos una tortuga y una manta-raya. Nos pareció increíble la elegancia con que se movía la raya y la sencillez con que se deslizaba la tortuga. Tan torpe fuera del agua y tan hábil dentro.
Tras un rato de aproximadamente una hora hicimos un alto para comer en el buffet del barco, que fue bastante simple pero de mejor calidad de lo que habíamos pensado. Tras llenar el estómago, volvimos al agua (sin esperar a haber hecho la digestión, lo reconocemos), hasta que a las tres y media el barco volvió a Cairns. Ese día también lo pasamos en grande.
El segundo día nos tocaba visitar el Cabo Tribulación. Habíamos leído que era una de las excursiones más recomendables, más allá de las típicas visitas a la barrera de coral. El Cabo Tribulación alberga el Daintree National Park, que es el bosque tropical con mayor variedad de fauna y flora del mundo. Entre las actividades del día se incluía un paseo en barco por el Daintree River, en el que se suponía debíamos ver cocodrilos de agua salada, que son los que miden más de tres metros y son verdaderamente peligrosos para los humanos. Pero no tuvimos suerte y no vimos ninguno. Según nos contó el simpático guía que manejaba el barco, en la época húmeda hace mucho calor en la superficie y los cocodrilos prefieren pasar la mayor parte del tiempo en al agua. El caso es que aquello debía estar plagado de cocodrilos porque había carteles avisándolo en todas las playas.
Llegamos a la conclusión de que debe ser un fastidio tener un montón de kilómetros de playa y no poder bañarte por temor a las medusas y a los cocodrilos. De hecho, en Cairns, donde al parecer tampoco se puede disfrutar del mar, han construido una piscina con agua de mar suponemos que para quitarle el mono de bañarse al personal.
En fin, volviendo a la excursión, fue bastante interesante transitar por la selva, pero decididamente somos gente de ciudad, y rodeados de bichos de todo tipo, calor, humedad y vegetación excesiva no nos sentimos en nuestro elemento. Nuestro último día en Queensland iba a ser probablemente el mejor de toda nuestra estancia en Australia. Habíamos contratado una excursión que comenzó con el (allí) famoso Kuranda Scenic Railway, que es un tren panorámico que une Cairns con el pequeño y turístico pueblo de Kuranda.
Éste se encuentra en lo alto de la montaña, en medio de la selva. El trayecto fue bastante simpático e incluía una explicación del complejo proceso que supuso la construcción de la línea férrea que atraviesa el bosque tropical, ascendiendo por la montaña, para unir ambas ciudades. Es un producto típicamente para turistas, pero merece la pena.
El pueblo de Kuranda es el paraíso de las compras. Está lleno de tiendas de todo tipo en las que se puede encontrar cualquier cosa que sea típica de Australia. Tras un corto paseo tomamos el Skyrail, un teleférico que circula sobre la selva y es muy espectacular. Es un trayecto de unos 40 minutos con 2 paradas. En cada parada se puede hacer un pequeño recorrido para llegar a un punto de observación. La selva vista desde arriba nos pareció más atractiva que siquiera pensar en transitarla por su interior.
Cuando llegamos a la estación final nos recogieron y nos llevaron al aeropuerto, donde un helicóptero nos trasladó hasta nuestro último chapuzón. El trayecto por el aire duró poco más de veinte minutos y el piloto nos dio una pequeña vuelta panorámica sobre el mar de coral.
Tras esto, aterrizó en medio del mar en un gran cajón destinado a tal efecto y allí nos dejó. Un pequeño bote nos llevó al yate donde por tercera y última vez nos sumergimos en la gran barrera. Allí nos dieron el equipo de snorkel y el traje de lycra y nos fuimos directos al agua. Parecía difícil, pero este día fue el que más variedad de coral y peces encontramos. Sin ninguna duda fue el mejor de los tres. Inigualable y por supuesto inolvidable.
De vuelta en el puerto, nos devolvieron al hotel.
Pero el día no había terminado. Habíamos reservado para cenar en Oliver’s, del que dicen es uno de los mejores restaurantes de Cairns. Así que tras una duchita reparadora, nos fuimos a cenar. Y sin duda fue la mejor comida de todo el mes. Bien es cierto que el listón no estaba muy alto, pero resultó ser un sitio magnífico. El chef combina cocina de estilo francés con ingredientes autóctonos. Y degustamos auténticas exquisiteces. Además la presentación de los platos era realmente espectacular. Fue un buen fin de fiesta. |