China
Yangshuo
Cuando aterrizamos en Guilin, estaba esperándonos un conductor con un cartel con nuestros nombres en la mano. Habíamos reservado un hotel que tenía una oferta de tres noches con recogida y traslado al aeropuerto y un día de bicicletas, así que en esa ocasión no tuvimos que pensar en cómo llegaríamos hasta el hotel. Una vez hubimos dejado nuestras cosas en el hotel, decidimos hacer uso de las bicicletas. Compramos un mapa muy bonito y original de la zona (pero que no nos sirvió de nada) y nos pusimos a pedalear. La zona entre Guilin y Yangshuo es una sucesión de pequeñas montañas llamadas farallones, de las que debe haber millones, cubiertas de vegetación. Nosotros salimos de Yangshuo y comenzamos el trayecto entre los farallones, tratando de seguir el curso del río Yulong y afluente del río Li: el más famoso y grande de la zona y por el que navegaríamos dos días más tarde. Comenzamos muy bien la ruta que nos habíamos propuesto y llegamos hasta una pequeña aldea llamada Longtan. Tras atravesarla, comenzaron nuestros problemas. Estábamos rodeados de farallones por todas partes y había multitud de senderos. De hecho, cada dos por tres nos encontrábamos con bifurcaciones. Decidimos guiarnos por nuestro instinto, ya que enseguida comprendimos que el mapa que habíamos comprado era una burda aproximación a la realidad. Afortunadamente toda la zona es bastante llana y por tanto, fácilmente transitable con la bicicleta. Nos cruzamos con algunos aldeanos a los que pedimos indicaciones y por señas logramos comunicarnos de forma muy básica. Pero aquello era mucho más grande de lo que habíamos pensado.
Estuvimos perdidos varias horas, sin tener ni la más remota idea de cuan cerca o lejos estábamos de Yangshuo; a cada curva que dábamos, nos encontramos con más farallones por todas partes y más bifurcaciones.
El entorno era bonito, íbamos cruzando arrozales por todos lados y el paisaje era muy original, pero cuando llevábamos varias horas sin tener ni idea de dónde estábamos empezamos a preocuparnos. En esas andábamos cuando nos cruzamos con una simpática pareja de chinos que iban en un tándem y que andaban más o menos igual de perdidos que nosotros, con la pequeña diferencia de que ellos se entendían con los locales. Por suerte para nosotros, tenían ciertos conocimientos de inglés. Afortunadamente, ellos también estaban buscando la manera de volver a Yangshuo, así que nos pusimos detrás de ellos y dejamos que fueran interaccionando con los campesinos que nos fuimos encontrando en cada bifurcación. Como suele pasar en estos casos, estábamos mucho más cerca de lo que pensábamos. Cuando encontramos de nuevo el río Yulong (el cual habíamos perdido casi al inicio de nuestra ruta y del que nunca debimos de habernos separado), les dimos las gracias por la ayuda, porque desde allí ya era muy fácil volver. No vamos a negar la existencia de algunos momentos de nerviosismo, pero al final todo terminó en una simpática anécdota. De regreso a Yangshuo fuimos a la zona peatonal, llamada West Street, y sus alrededores. Allí encontramos infinidad de personas y de restaurantes, así que nos quedamos a cenar.
Para el día siguiente habíamos contratado una excursión con el hotel para ir a visitar la zona de Longsheng. Nos recogió un pequeño autobús lleno de chinos en el que había otra única pareja de occidentales. Afortunadamente, el guía se manejaba en inglés, aunque tenía un acento que nos costaba bastante entender.
Se pasó todo el trayecto lloviendo. Por suerte, cuando llegamos a la zona de la excursión, paró. La excursión comprendía la visita de un pequeño pueblo famoso por las mujeres Yao y de las terrazas de arrozales de Longji. Para acceder a la zona donde se encuentran tanto el pueblo como los arrozales, hay que pagar una entrada; una vez dentro, no se permite el acceso de vehículos privados. Hay bastantes autobuses de diferentes tamaños que se pasan el día yendo y viniendo, transportando turistas. Una vez en el autobús local, nuestra primera parada fue el poblado de mujeres Yao. Primero vimos una casa tradicional de dicho pueblo, donde el guía dio las explicaciones pertinentes, primero en chino y luego en inglés. Luego pasamos a un teatro donde asistimos a una representación a cargo de las mujeres que rigen el pueblo, y que fue íntegramente en chino. La principal característica del pueblo es que es un matriarcado; con respecto a las mujeres, éstas se distinguen por tener el pelo muy, muy largo. En la representación teatral solamente intervenían mujeres del pueblo; creemos que el tema versaba sobre las labores diarias que llevan a cabo en la aldea. Después sacaron a cuatro voluntarios de entre el público y suponemos que escenificaron toda la parafernalia que deben hacer para la boda.
A la salida del pueblo nos subimos en otro autobús que nos llevó hasta la zona de las terrazas Longji. Antes de llegar, paramos a comer y degustamos dos especialidades locales: arroz y pollo, asados en el interior de una caña de bambú. Rico y sano.
Después subimos hasta uno de los dos miradores que hay para contemplar el paisaje. Se sube realmente una colina y se va viendo cómo el paisaje está inundado de terrazas con arrozales. Fue una pena que el día estuviera muy brumoso y no permitiera abarcar con claridad toda la zona. Aun así, fue bastante espectacular.
Esa noche volvimos a la zona de West Street para cenar. Paseando por allí encontramos una agencia de viajes local que ofrecía distintas excursiones por la zona. Después de regatear un poco, contratamos con ellos la excursión del día siguiente.
Nos recogieron en nuestro hotel y nos llevaron a la vecina localidad de Xingping. Allí nos subieron en una curiosa embarcación a motor para hacer un recorrido por el río Li. Navegar por este río es una de las excursiones más típicas de la zona. Nosotros hicimos un pequeño paseo de ida y vuelta de una hora de duración. El paisaje es muy parecido en todo momento: farallones y vegetación por todas partes. Al cabo de un rato de trayecto, nos bajaron en una pequeña isla repleta de gente para que hiciéramos unas fotos. Luego nos llevaron de vuelta al embarcadero, donde nos recogieron y nos llevaron de vuelta a Yangshuo. Fue una excursión entretenida.
De regreso en el hotel, decidimos probar suerte de nuevo con las bicicletas. En esta ocasión nos dejamos el mapa en la habitación y decidimos ceñir el recorrido a la vereda del río Yulong, para no cometer los errores del primer día.
En esta ocasión se nos dio muy bien, aunque la cosa se complicó cuando decidimos ir hasta el Yulong Bridge. Lo primero que hicimos fue aprender cómo se decía puente en chino (Yulong) para poder preguntar a lo largo del recorrido, porque por descontado, todo el camino estaba plagado de bifurcaciones. No sin esfuerzo conseguimos llegar. Allí nos encontramos con que debe de ser un enclave muy típico para las parejas que se van a casar, ya que vimos a muchas de ellas sobre balsas de bambú haciéndose fotografías.
Hicimos una pequeña parada para tomar un refrigerio y pusimos rumbo de vuelta a Yangshuo, aunque en esa ocasión decidimos hacerlo por la carretera y en línea recta. Estábamos cansados de tanta bifurcación.
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