Perú
Arequipa y Valle del ColcaArequipa
Pasamos toda la noche en el autobús y llegamos a Arequipa sobre las ocho de la mañana. En la terminal tomamos un taxi que nos condujo hasta el hotel. Una vez allí, como era muy pronto y no tenían nuestra habitación disponible, nos invitaron a desayunar. Tras el desayuno salimos a dar una vuelta por el centro de la ciudad. Lo primero que hicimos fue ir al mercado San Camilo. De todos los mercados que vimos en el Perú, el de Arequipa fue sin duda el que más nos gustó. Disfrutamos de lo lindo viendo infinidad de tipos de patatas y tubérculos, frutas que no habíamos visto nunca, ristras de quesos, sacos llenos de panes… Como tenían unos puestos donde se podía comer, decidimos volver cuando tuviéramos hambre.
Continuamos caminando por la ciudad y llegamos al convento de Santa Catalina, una de las principales atracciones de Arequipa. El convento ocupa una extensión enorme y se puede visitar una gran parte de él. La visita está muy bien ideada porque en el folleto que dan a la entrada se propone un itinerario que pasa por todos los sitios que se pueden visitar, principalmente dependencias de antiguas monjas que lo habitaban.
Cuando finalizamos la visita, fuimos a la plaza de Armas, también bastante espectacular pero menos que la de Lima, y de ahí volvimos al mercado a comer. Fue la comida más barata de todo nuestro viaje: un plato de cebiche y un rocoto relleno con pastel de papa y dos chichas moradas por algo menos de 5 euros. De postre nos bebimos sendos jugos de frutas recién exprimidos.
Volvimos a descansar un rato a la habitación y el resto de la tarde lo empleamos en pasear sin rumbo por la ciudad.
Valle del Colca
Para los tres siguientes días habíamos contratado una excursión para visitar el valle del río Colca. La reserva la efectuamos directamente con Killawasi Lodge, alojamiento ubicado en la zona. Proponían una visita de 3 días y 2 noches que nos pareció muy bien de precio y muy completa: se iniciaba la ruta en Arequipa, se pernoctaba en el propio lodge las dos noches y se finalizaba en Puno. Pasaron a recogernos puntuales y nos subieron en un minibus. Durante el trayecto hasta llegar al lodge hicimos unas cuantas paradas para observar el paisaje y la fauna. La primera fue en Patapampa, donde pudimos admirar el volcán Misti; después nos cruzamos primero con un grupo de alpacas y más tarde con otro de llamas; continuamos hasta el mirador de los Volcanes, que con una altitud de 4.950 metros aproximadamente, fue el punto más alto en el que estuvimos en todo el viaje; seguimos hasta Chivay, capital de la región, donde paramos a comer; y terminamos en Yanque, pequeño pueblo cercano a Chivay donde se encontraba el lodge.
Una vez nos acomodamos en nuestra habitación continuamos con las actividades: una caminata guiada de unas tres horas por el valle para ver las ruinas de Uyo-Uyo y terminar en unas piscinas de aguas termales. Del grupo que íbamos solamente nos apuntamos seis a la caminata. Durante el trayecto pudimos observar el valle formado por el río Colca y todas las terrazas construidas por los incas para poder tener agricultura.
El paisaje que nos acompañó nos pareció sencillamente espléndido. En las ruinas nos encontramos con unas simpáticas alpacas, y cuando nos cansamos de tocarlas y acariciarlas, continuamos hasta las piscinas. Una vez allí nos pusimos el bañador y nos sumergimos en el agua caliente. Estuvimos dentro del agua hasta que anocheció, con lo que la vuelta hasta el lodge tuvimos que hacerla con linternas.
A la mañana siguiente madrugamos bastante para ir hasta el mirador del Cóndor. En el camino paramos en un par de pequeños pueblos, donde pudimos observar terrazas agrícolas preincas y diversas vistas panorámicas del cañón del Colca. Porque habíamos pasado del valle del Colca al cañón del mismo nombre, uno de los cañones más profundos del mundo.
Volvimos a comer al lodge y como esa tarde no teníamos nada programado, decidimos hacer otra caminata, esta vez por nuestra cuenta, hasta el vecino pueblo de Coporaque. El camino discurría igualmente bordeando el río, con todas las terrazas poblando las laderas del valle. Durante ese trayecto pudimos contemplar muchos colibrís. A nuestra llegada a Coporaque se puso a llover, así que decidimos volver a Yanque en algún medio de transporte que no fuera nuestras propias piernas. Tomamos una movilidad, como lo llaman allí, hasta Chivay, y desde Chivay hasta Yanque.
El día siguiente, antes de que nos acercaran a Chivay para coger el bus hasta Puno, estuvimos dando una vuelta por Yanque, que se nos terminó enseguida, e hicimos otra caminata por otro sitio. Ese día hizo un sol espléndido, con lo que seguro que los cóndores volaron de lo lindo. Tuvimos muy mala suerte por un día.
Nos despedimos de nuestros amigos del Killawasi Lodge, donde nos trataron espléndidamente y nos dieron de desayunar, comer y cenar magníficamente, y el propio gerente nos acercó en coche hasta Chivay. Allí aprovechamos para comer algo antes de subir en el minibus que nos condujo a Puno. En el trayecto hicimos una parada para tomar un tentempié y dos en sendos miradores: el mirador los Flamencos y el Alto Lagunilllas. En el primero, como se puede suponer, vimos unos flamencos sobre una laguna, aunque un tanto desde lejos, ya que no estaba permitido acercarse en exceso. En el segundo pudimos observar una laguna. Como estaba aterdeciendo tenía un color muy bonito, pero el viento y el frío cortaban la respiración.
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