Perú
Paracas-Ica-NazcaParacas
Lo primero que hicieron en cuanto nos recogieron fue llevarnos a Paracas. Habíamos contratado la excursión con Ángel Desert Tours, una empresa ubicada en Ica. Como para ese día nadie más había reservado dicha excursión, tuvimos la suerte de tener para nosotros solos un coche con el chofer y el guía. El guía nos advirtió de que dos días antes de nuestra llegada había habido un pequeño maremoto en la zona, y que había ciertas probabilidades de que no pudiéramos llevar a cabo el primer plan del día: la navegación hasta las islas Ballestas. Cuando llegamos al embarcadero en Paracas estuvimos esperando hasta que el capitán del puerto decidiese si permitía o no la salida de las embarcaciones. El paseo marítimo estaba lleno de turistas esperando la noticia. Cuando finalmente dijo que no se podía salir, nos llevamos una gran decepción. Continuamos con el plan del día, así que nos llevaron a la Reserva Nacional de Paracas. Esta reserva sorprende. Es una basta extensión desértica, convertida en reserva porque tiene una importancia vital para ciertas aves en su migración. Durante nuestra visita fuimos a un par de playas por las que estuvimos caminando; vimos una formación rocosa llamada la Catedral que quedó destruida por el terremoto de 2007; vimos varias aberturas en la tierra que se formaron como consecuencia de dicho terremoto; pudimos observar un buen número de diferentes tipos de aves; todo ello sobre un paisaje desértico bastante imponente.
Aprovechamos para comer en el interior de la reserva, en la península de Paracas, donde pudimos ver cómo los pescadores desembarcaban todo los peces que habían pescado (lo que nos hace pensar que el riquísimo cebiche que comimos debía estar bien fresco).
Nos dio mucha pena no haber podido disfrutar de las islas Ballestas, pero la Reserva Nacional de Paracas nos pareció un sitio que realmente merece la pena visitar.
Ica Nuestro conductor y guía particulares nos condujeron de vuelta a Ica, donde se desarrollaría el resto de la excursión del día. Comenzamos visitando dos bodegas artesanales de pisco, el aguardiente por excelencia del Perú. La primera fue a la bodega El Catador y la segunda a Piscos Lovera. La dinámica en ambas fue la misma: paseo por las instalaciones con la correspondiente explicación y posterior cata de todos los productos de la bodega. Entre una y otra visita nos dieron una vuelta por el centro de Ica y nos enseñaron el estado en que quedaron algunos edificios tras el terremoto de 2007.
Al finalizar la visita a la segunda bodega fuimos al oasis de Huacachina. El desierto que envuelve este oasis es de dunas, diferente al que compone la reserva de Paracas, que es de arena. A nuestra llegada al oasis estuvimos dando un paseo bordeando la laguna y haciendo tiempo hasta que dio comienzo nuestra excursión en boogie por las dunas. El conductor del boogie estuvo un rato subiendo y bajando por las dunas. Después nos paramos en lo alto de una de ellas y sacó unas tablas similares a las de snowboard, les aplicó un poco de cera y nos explicó cómo tirarnos por la duna. Una vez todos abajo, se montó en el boggie, bajó a recogernos y nos llevó a lo alto de otra; y así sucesivamente. Repetimos la operación varias veces.
Ni que decir tiene que cada vez que nos tirábamos por una duna se nos colaba arena hasta en los pensamientos. Hicimos una parada para observar la puesta de sol y otra para contemplar el oasis desde lo alto de una duna antes de finalizar la excursión.
Nazca
A la mañana siguiente volvimos a subirnos a un autobús de Cruz del Sur que nos condujo hasta Nazca. Habíamos reservado con Aeroparacas el sobrevuelo de las famosas líneas de Nazca. Cuando llegamos a la estación de autobuses nos recogieron y nos acercaron a nuestro alojamiento. Una vez dejamos las mochilas nos llevaron al aeropuerto, que estaba lleno de mostradores de compañías que hacían el sobrevuelo y de turistas esperando que les tocase el turno. Nos dijeron que nuestra hora de vuelo sería unas tres horas más tarde, y nos ofrecieron hacer una pequeña visita a un par de sitios en Nazca. Para no morirnos de aburrimiento en el aeropuerto decidimos aceptar la visita. El guía-conductor nos llevó primero a un mirador desde donde se veían unas líneas en la arena perfectamente rectas y después a una zona de acueductos y conductos para el agua, todo ello de la época de la civilización nazca, anterior a los incas. Nos contó con todo lujo de detalles el funcionamiento de los acueductos, aunque la conversación fue derivando y terminamos hablando de la vida, de la historia del Perú, de política… En total fue una excursión de unas dos horas, la cual disfrutamos tanto por lo que vimos como por la conversación. Antes de llevarnos de vuelta al aeropuerto nos acompañó a comprar hoja de coca a un almacén, pues al día siguiente comenzaba nuestra ruta en altura y habíamos leído que mascar la hoja de coca era una de las maneras de combatir el mal de altura.
Una vez en el aeropuerto tuvimos que esperar muy poco hasta que despegó nuestra avioneta. Era un aparato de cuatro plazas; delante iban el piloto y el copiloto y detrás nosotros. El sobrevuelo duró poco más de media hora y en él, el piloto mostraba cada una de las famosas líneas primero de un lado, y después viraba el aparato y la enseñaba del otro. Así permitía que los dos pudiéramos verlas perfectamente. Algunas de las figuras están realmente muy bien hechas; además, toda la zona está repleta de figuras geométricas y de interminables líneas perfectamente rectas. Al final, después de tanto vaivén de la avioneta no nos importó que finalizara el sobrevuelo, porque nuestros estómagos y cabezas empezaban a quejarse.
El resto del día lo pasamos descansando. Dimos una pequeña vuelta por el centro de Nazca y nos fuimos al alojamiento. Nuestro autobús a Arequipa salía a las 10 de la noche, por eso habíamos reservado un alojamiento, para no estar deambulando sin rumbo tantas horas. El sitio era bastante cutre, pero nos permitió dormir la siesta y ducharnos antes de volver a la terminal de autobuses.
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