Japón
CuriosidadesMoverse por Japón es más fácil de lo que a priori podría pensarse. Es cierto que en general los japoneses no hablan inglés, pero lo suplen con una amabilidad infinita. Además, la mayoría de los carteles importantes en los sitios turísticos están en japonés e inglés, aunque claro, cuando no lo están, es realmente difícil saber en qué dirección va el metro o dónde para un autobús.
Sin embargo, el tema de la comida tiene una solución realmente fácil, ya que la inmensa mayoría de los restaurantes en las zonas turísticas del país tienen fotos en sus cartas o moldes en los escaparates de los platos que ofrecen, con lo que ordenar una comida es bien sencillo: basta con señalar la foto o conducir al camarero o camarera al exterior y señalar los platos que se desean. Los modelos están hechos con una precisión milimétrica, lo que quiere decir que si en el ejemplo hay supongamos dos zanahorias, son exactamente el número que se va encontrar en el plato.
En las fotografías siguientes vemos un ejemplo de comida kaiseki, lo que vendría a ser una especie de menú degustación.
Esta método lo utilizan incluso con sandwiches, zumos, copas de helado o crepes.
Un dibujo a tiempo también ayuda, como se puede ver en la siguiente fotografía, en la que se explican los pasos a seguir para purificarse antes de entrar a un templo o santuario. Se observará que las indicaciones van de derecha a izquierda, que es como se lee el idioma japonés.
También resulta curioso la cantidad de máquinas expendedoras principalmente de bebida que hay por todas partes. Hay que andarse con ojo, porque no todas son de bebidas frías, algunas tienen bebidas calientes, y en pleno verano, con un calor húmedo sofocante, es lo que menos apetece.
Sin dejar todavía de lado el tema de la comida, son muy típicos los restaurantes de marisco, en los que el plato estrella suele ser el cangrejo real, servido de mil y una manera. Es fácil reconocer estos locales, ya que tienen un enorme cangrejo en la fachada, que se ilumina por las noches.
Cambiando de tercio, nos llamó mucho la atención que en Japón hay calles en las que está prohibido fumar, y otras en las que está prohibido fumar mientras se camina. En estas últimas hay ceniceros cada ciertos metros donde se amontonan los fumadores para tirar la ceniza y las colillas. Los carteles que anuncian las prohibiciones suelen estar pegados en el suelo.
Quien haya visto nuestro vídeo de Osaka no le resultará sorprendente la siguiente panorámica, pero para quien lo haya pasado por alto, verá que en esta fotografía hay una autopista atravesando un edificio. Quien quiera saber qué fue primero, el huevo o la gallina, o lo que es lo mismo, el edificio o la autopista, encontrará la solución en dicho vídeo. Y para terminar...
En líneas generales no podríamos decir que Japón nos haya parecido un país bonito. Tiene cosas muy bonitas, sobre todo jardines, templos y santuarios, pero si tuviéramos que buscar algún adjetivo para definir la impresión que nos causó el país es fascinante. Japón es un país que fascina. La organización, la gente, la comida, la cultura, las comunicaciones… todo ello consiguió que, mientras estábamos allí, nos sintiéramos fascinados de todo lo que teníamos alrededor. También reconoceríamos haber pecado de aquello de que, quien mucho abarca poco aprieta. Hay multitud de sitios que ver, y claro, uno siempre quiere aprovechar el viaje y el tiempo, pero mirando nuestro viaje retrospectivamente, hubiéramos debido ir a menos sitios, pero más tiempo, o visitar menos templos y santuarios pero disfrutándolos más. Por ejemplo, hubiéramos pasado más tiempo en Kamakura y hubiésemos visitado menos templos y santuarios en Kyoto, pero mucho más tranquilamente. Uno de los motivos por los que queríamos visitar Japón era porque nos parecía asombroso que un país tan pequeño tuviera más de 120 millones de habitantes, menos de un 5% de paro y fuese la segunda potencia económica mundial. Nos parecían datos incompatibles. Sin embargo, después de haber pasado tres semanas allí, o mejor dicho, con sólo haber pasado tres semanas allí, hemos comprendido cómo es posible el “milagro japonés”. |