Estados Unidos
Las Vegas Las Vegas
La mañana siguiente pusimos rumbo a Las Vegas. Habíamos reservado una habitación para los siguientes dos días en un hotel sin casino y ligeramente apartado de todo lo que podría ser el bullicio. Queríamos asegurarnos de poder descansar por la noche. Lo primero que hicimos nada más llegar a la ciudad fue ir hasta el famoso cartel de “Welcome to fabulous Las Vegas” para hacernos la foto de rigor. Había bastante gente esperando, así que nos pusimos a la cola. Teníamos delante de nosotros un grupo que estaba de boda: la pareja, las damas de honor (las tres vestidas igual, por supuesto) y otros tres chicos. Las fotos se las estaba haciendo el conductor de la limusina. En esto, el fotógrafo-conductor tuvo la ocurrente idea de que se hicieran una foto saltando, y al hacerlo, una dama de honor, que estaba más bien rellenita y cuyo vestido tenía forma de palabra de honor, tuvo un pequeño percance con su escote (por llamarlo de alguna manera). Cuando se le pasó el rubor a la chica, nos tocó el turno. Y una vez tuvimos la foto de marras iniciamos la visita a la ciudad, o lo que es lo mismo, comenzamos a ver hoteles.
La calle más famosa de Las Vegas, donde se ubican la mayoría de los hoteles más famosos, es Las Vegas Boulevard, pero es popularmente conocida como The Strip. Así que comenzamos visitando los hoteles de The Strip situados más al sur.
Los hoteles tienen dos tipos de aparcamiento: de pago y gratuito. Aparcamos el coche en el aparcamiento gratuito del Luxor y comenzamos por él. Para acceder desde el aparcamiento al hotel tuvimos que pasar por una interminable zona de máquinas tragaperras, que al fin y al cabo son omnipresentes en la ciudad. La recepción del hotel es una de las más grandes del mundo. Aunque en materia hotelera, esta ciudad se lleva la palma: de los veinte hoteles más grandes del mundo, diecisiete están en Las Vegas. El primer hotel siempre es el más sorprendente: además de las proporciones de la recepción, nos asombramos también de la enorme cola que había para hacer el check-in y de otra un poco menos larga, pero también grande, para dejar las maletas en consigna.
Era nuestra primera visita a este tipo de hotel y ya estábamos alegrándonos de haber escogido uno más pequeño y alejado. Después nos sorprendió un diferente catálogo de horteradas: efigies de leones, estatuas de faraones y demás elementos kitsch que suponemos ayudan a crear la sensación de estar en el interior de una pirámide. Porque no lo hemos dicho, pero el Luxor tiene forma de pirámide.
Caminamos por la pasarela plagada de tiendas que une este hotel con el Mandalay Bay, que nos pareció de una estética un tanto más moderada. En este hotel subimos al monorraíl gratuito que une los dos hoteles con el Excalibur y fuimos hasta este último. Allí salimos a la calle para ver este hotel por fuera y poder admirar su forma de castillo de cuento de hadas.
Cruzamos la calle por una pasarela, desde donde vimos el enorme león que hay delante del hotel MGM Grand, y llegamos al New York-New York. En el exterior, este hotel es un refrito de edificios famosos de Nueva York: el Empire State, la Estatua de la Libertad, el Chrysler Building, e incluso hay una pequeña réplica del puente de Brooklyn.
En el interior nos encontramos con pequeñas réplicas de barrios neoyorquinos como Little Italy o Greenwich. No pudimos resistir la tentación de subir en la montaña rusa del hotel, que va por el exterior a una considerable altura y circula entre los edificios antes mencionados. La encontramos muy subida de precio, pero mereció la pena, aunque claro, durante el trayecto tuvimos poco tiempo de admirar los edificios.
Después de disfrutar de esta atracción volvimos a por el coche, el cual nos llevó un rato encontrar porque tuvimos que volver al Luxor, averiguar por dónde habíamos pasado, encontrar el aparcamiento, el piso, la plaza… y es que en Las Vegas todo es descomunal. Cuando por fin encontramos el coche, lo movimos hasta otro aparcamiento gratuito, en este caso del hotel Aria.
Cuando conseguimos salir a la calle, que también nos costó una eternidad, fuimos a la tienda de cuatro pisos de m&m’s, famosa por tener un sinfín de tubos llenos de diferentes tipos de estos pequeños productos. Una vez llenamos una bolsa variada, continuamos nuestro periplo hotelero en dirección al Bellagio, quizá el más famoso de todos. Justo cuando llegábamos se puso en marcha el espectáculo de las fuentes, acompañado con música de Frank Sinatra, así que nos quedamos a verlo.
Una vez terminó, entramos en el hotel y paseamos por su interior y vimos la famosa lámpara de la recepción y todas las tiendas de lujo que alberga. Finalizado nuestro paseo por el hotel, y viendo que empezaba a atardecer, cruzamos al hotel Paris-Las Vegas para subir a lo alto de la Torre Eiffel. Desde allí arriba se veía una magnífica panorámica del Strip, de los hoteles de los alrededores, y de la gran extensión que tiene la ciudad.
Además como estaba anocheciendo estaba ya todo iluminado, por lo que la vista era más auténtica. Estando en lo alto de la torre se pusieron en marcha nuevamente las fuentes del Bellagio, con lo que pudimos verlas una vez más, esa vez desde las alturas.
Una vez nos cansamos de fotografiar la inmensa maraña de luces que había por todas partes, bajamos de la torre y entramos en el hotel Paris-Las Vegas, que estaba lleno de pequeñas réplicas de barrios parisinos, con sitios de comida típicamente franceses. Tras la cena estuvimos paseando por The Strip, para verla de noche y porque a esas horas el calor no era tan abrasador como por el día. Había mucha gente por todas partes. Cuando nos cansamos, tuvimos que ir de expedición para encontrar el coche e irnos a dormir.
De ahí caminamos al Caesar Palace, probablemente el hotel más hortera de la ciudad. Está lleno de fuentes, estatuas y columnas. Tiene hasta una pequeña réplica del David de Miguel Ángel. El colmo de la horterada es una fuente que hay al final del corredor de las tiendas. Estábamos desayunando tranquilamente en el Cheesecake Factory que hay dentro cuando bajaron las luces y comenzó un “espectáculo” en el que aparecieron más estatuas en la fuente representando dioses romanos y se pusieron a hablar entre ellos mientras salían chorros de agua y llamas de fuego por todas partes. Casi se nos atraganta la tarta.
Después visitamos The Mirage, al que teníamos previsto volver para ver el espectáculo del Circo del Sol que había en el teatro del hotel, y tras éste, el Treasure Island, al que también volveríamos para ver el espectáculo de los barcos del exterior.
Como se acercaba la hora de comer, volvimos al aparcamiento del The Venetian a por nuestro coche y nos fuimos al Downtown de la ciudad para comer en un buffet que nos habían recomendado. Esa zona de la ciudad tiene un aire mucho más decadente que la zona del Strip. De hecho, allí vimos vagabundos por todas partes y no rezumaba dinero como la zona de los grandes hoteles. El buffet fue muy barato (doce dólares por persona, bebidas incluidas) y tanto la cantidad como la calidad estuvieron bastante bien.
Tras esto volvimos a nuestra habitación a descansar un rato, ya que estábamos un poco saturados de tanto hotel. Por la tarde volvimos al Treasure Island, donde unas chicas luchaban desde un barco contra unos piratas, que estaban en otro. También en este espectáculo hubo agua y fuego. Nos pareció más bien soso. De ahí volvimos al Downtown para ver otro espectáculo, en este caso el de la calle Fremont. A partir del atardecer, cada hora en punto, esta calle cubierta se ilumina de neones en el techo y combinan música con letra y luces en uno de los espectáculos más curiosos de la ciudad. Todos los casinos, tiendas y hoteles de la calle apagan sus luces para dar un poco más de dramatismo al asunto. El espectáculo que pusieron ese día tuvo una estética años setenta muy simpática. Una vez recorrimos la calle Fremont entera, volvimos al coche y fuimos de vuelta al Strip. Estuvimos caminando un rato y cenamos algo mientras esperábamos a que comenzara “Mystère, by cirquedusoleil”. Era la tercera vez que veíamos el Circo del Sol, y aunque nos encantó la actuación, nos gustaron más las dos veces anteriores.
Después tuvimos un poco de problema para encontrar nuestro coche, pero al final dimos con él y nos fuimos a dormir, ya que al día siguiente teníamos intención de madrugar bastante. No terminaremos la sección de Las Vegas sin comentar que, por supuesto, jugamos en algún que otro casino. Pero no diremos nada más, ya que como dicen allí, lo que sucede en Las Vegas, se queda en Las Vegas. |