Estados Unidos
Yellowstone-Grand Teton Yellowstone National Park
Amaneció con una espesa niebla, pero nos dijeron que a lo largo del día iría desapareciendo, como así fue. En el interior de los parques nacionales el límite de velocidad en las carreteras es bastante bajo por precaución, ya que los animales deambulan libremente y así se minimiza el riesgo de colisión. Así, con la sensación de ir pisando huevos, iniciamos nuestro periplo por el Parque Yellowstone, que duraría tres días. En seguida nos encontramos con una manada de bisontes, que en ese momento nos hizo mucha ilusión, pero que luego nos hartaríamos de ver por todo el parque. Algunos de ellos estaban en medio de la calzada, con lo que los automovilistas tenían que tomárselo con calma y esperar pacientemente a que los enormes animales decidieran proseguir su camino. Nuestra primera parada fue en Norris, para ver la zona de Norris Geyser Basin. Allí estuvimos caminando durante casi dos horas por un sendero de madera perfectamente acondicionado para el itinerario que iba atravesando multitud de pequeños geiseres, fumarolas, piscinas termales y demás accidentes geológicos.
El efecto que causa a la vista es increíble, con una amalgama de colores enorme; al olfato ya no tanto, porque todos los vapores que salen del subsuelo olían más que nada a huevos podridos. Según parece, la zona de Norris es la más caliente del parque, y tiene enormes turbulencias subterráneas. Fue un aperitivo de lujo para lo que iríamos encontrándonos en nuestro recorrido por Yellowstone. Dicen que la cuarta parte de los geiseres que hay en el mundo se encuentran en este parque, así que estábamos preparados para empaparnos de geiseres (y con alguno fue de forma literal…).
De Norris condujimos hasta Mammoth Hot Springs, donde pudimos admirar más colores increíbles y una serie de terrazas muy curiosas. Esta zona también tenía un sendero de madera para ir pasando por los principales puntos de visita. En todo caso, nos pareció una zona menos interesante que la de Norris.
Continuamos nuestro itinerario por el interior del parque y condujimos hasta Tower-Roosevelt, donde paramos para comer algo, y de ahí fuimos a ver el cañón del río Yellowstone.
Comenzamos por el North Rim Drive, donde nuestra primera parada fue en las Lower Falls. Allí hicimos una caminata por un sendero que desciende lleno de curvas en forma de “s” hasta donde el agua se precipita al vacío.
Vimos que en la otra orilla había una enorme escalinata que descendía para ver las cataratas, y decidimos que la buscaríamos para bajarla. Una vez de vuelta al coche, hicimos las tres paradas obligadas de la carretera del North Rim: Lookout Point, Grand View e Inspiration Point. Desde las tres se obtiene una vista impresionante de las cataratas y del cañón formado por el río, aunque nos gustaron más las vistas panorámicas de las dos primeras.
Continuamos por el South Rim Drive, que discurría por el otro lado del cañón, y fuimos hasta el final de la carretera, al Artist Point. Como se puede ver, en general las paradas con puntos panorámicos de observación tienen nombres muy poéticos. La misma impresión tuvimos con los geiseres y piscinas termales que encontramos por todo el parque. No sabemos quién se encargó de poner todos esos nombres, pero imaginación no le faltó.
Como decíamos, visitamos el Artist Point desde donde se tiene una lejana panorámica de las cataratas y del cañón, y de ahí fuimos al Uncle’s Tom Point, desde donde sale el sendero con el mismo nombre. Este sendero era el que llegaba hasta la escalinata antes mencionada, así que nos pusimos manos a la obra. Con lo que no contábamos es que íbamos a encontrar bastante nieve por el recorrido. De hecho tuvimos que caminar sobre la nieve un rato, y cuando estábamos cerca (o al menos eso pensamos) nos encontramos con que el sendero que llegaba hasta las escaleras estaba cerrado por estar lleno de nieve y muy mojado, siendo bastante peligroso. Así que abortamos la misión y nos conformamos con buscar un saliente desde donde pudiéramos ver la catarata.
Había sido un día muy provechoso, así que decidimos irnos hacia nuestro alojamiento, en el Lake Village, donde dormiríamos una noche. En nuestro camino nos encontramos con una sorpresa. De repente vimos muchos coches parados a ambos lados del arcén y supusimos que había algún animal en los alrededores. Y así fue como vimos nuestros primeros osos en Yellowstone. A unos 200 metros de la carretera había tres osos, uno grande y dos pequeños, que suponemos serían la osa y los oseznos. Como estaba lloviendo, nos conformamos con verlos desde dentro del coche. Era curioso: todo el enjambre de vehículos y personas amontonados para ver a los osos, y los animales tan tranquilos jugando o comiendo o lo que fuera que hacían. Ahora sí que había sido un día completo y ya podíamos irnos a dormir.
El día siguiente comenzamos por Mud Volcano. Con eso del cambio horario habíamos madrugado más de la cuenta, lo cual hizo que estuviéramos prácticamente solos durante un buen rato. Mud Volcano no nos pareció nada del otro mundo. Tiene varias calderas en ebullición y unos cuantos fountain pots que llaman ellos, que son unas piscinas en las que el agua se ha mezclado con arena y forma un barro que chapotea. Fue lo más curioso de la zona. Continuamos hasta West Thumb pasando por el Lago Yellowstone, que a pesar de ser mediados de junio todavía tenía muchas zonas congeladas. Paramos en un par de puntos panorámicos donde poder ver el lago en todo su esplendor, y llegamos a West Thumb. Allí no pudimos ver el Geyser Basin porque estaba cerrado por ser época de cría de algún animal (no recordamos si el moose o cual). Así que nos quedamos sin poderlo visitar.
Condujimos hasta la zona situada al norte de Old Faithful, que era donde teníamos el alojamiento reservado, pero no queríamos llegar tan pronto por si no tenían la habitación lista. En esa zona comenzamos por el Firehole Lake Drive, carretera de un único sentido en donde se puede ir parando para ver los distintos accidentes geotermales. Seguimos hasta la Fountain Paint Pot, en la que pudimos ver más barros como los de Mud Volcano y algún que otro geiser un poco más animado que los que habíamos visto hasta ese momento.
Después fuimos hasta el Midway Geyser Basin, donde se encuentra la Prismatic Pool, uno de los lugares más famosos y fotografiados del parque. La vista de esta piscina a ras de suelo nos pareció bastante decepcionante. Habíamos leído que se podía subir a la colina de enfrente para tener una vista mejor, así que decidimos que el día siguiente comenzaríamos por ahí. Queríamos ver la típica foto con nuestros propios ojos.
Finalmente llegamos a Old Faithful, una de las zonas más famosas de todo el parque (si no la que más), y decidimos hacer el registro en el alojamiento que habíamos reservado para las siguiente dos noches. El aparcamiento era enorme, a pesar de lo cual estaba completamente abarrotado. Una vez nos dieron la llave de nuestra cabina y dejamos todos los bártulos en su interior, vimos que el geiser que da nombre a la zona, el Old Faithful Geyser, estaba a punto de ponerse en acción, así que nos quedamos a verlo. Fue todo un espectáculo. Los géiseres que habíamos visto en Norris eran pequeños y no echaban casi agua comparados con este. Nos sorprendió el gran chorro que echaba, que llegaba bien alto, y la cantidad de tiempo que estuvo escupiendo agua sin parar.
Tras esto, subimos a la colina que hay frente al Old Faithful para llegar hasta el Observation Point, donde pudimos disfrutar de una espléndida panorámica de la zona, además de ver el Solitary Geyser. Aquí el que puso el nombre no se complicó la vida: un geiser solitario en medio del monte.
Una vez bajamos la colina visitamos toda la zona que rodea al Old Faithful Geyser. Nuevamente los senderos de madera conducen entre todos los géiseres, piscinas y demás. Hay una enorme cantidad de todos ellos, lo cual, unido a la facilidad con que se pueden visitar, ya que es todo llano y está muy bien acondicionado, hace que sea una de las zonas más populares del parque. Para poder hacer todo el sendero tuvimos que mojarnos un poco, porque algún geiser caprichoso eligió ese momento preciso para echar agua.
Llegamos hasta el final del sendero para ver la Morning Glory Pool, otra de las fotos típicas del parque, aunque esta piscina es muchísimo más pequeña que la Prismatic Pool (que por otra parte es enorme). La Morning Glory Pool es una de las piscinas que ofrecen una mayor cantidad de colores de todas las que vimos, suponemos que por ese motivo es también una de las más famosas. Y eso que tuvimos un poco de mala suerte porque el vapor que desprendía se quedaba flotando un poco y no conseguimos verla limpia del todo.
En nuestro camino de vuelta vimos que había un montón de gente concentrada en torno al Castle Geyser, por lo que dedujimos que estaría a punto de estallar. Como ya habíamos llevado a cabo todas las visitas del día y estaba atardeciendo, decidimos sentarnos en un banco a esperar. La espera se alargó más de lo previsto, y cuando estábamos considerando la idea de irnos, comenzó el espectáculo. Siendo menos espectacular que el Old Faithful, también disfrutamos como niños.
Volviendo por el sendero nos encontramos con otra sorpresa, y fue que una pequeña manada de bisontes había decidido pacer por ahí; así que con sumo cuidado y procurando quedarnos a una distancia prudencial, los esquivamos como pudimos y llegamos a nuestro destino.
La mañana de nuestro último día en el parque la comenzamos como habíamos previsto. Fuimos hasta el aparcamiento desde donde comienza la caminata hasta Fairy Falls, un poco más al sur del Midway Geyser Basin (decimos esto porque en alguna guía lo hemos visto y venía mal explicado), y desde ahí caminamos hasta que tuvimos la Prismatic Pool a la derecha. En ese punto teníamos dos colinas a nuestra izquierda y como no había ningún camino ni sendero marcado, nos armamos de valor y comenzamos a subir una de las colinas. Después de mucho esfuerzo llegamos a cima y para nuestra desgracia, comprobamos que la vista debía de ser mucho mejor desde la colina de al lado; así que, puesto que estábamos totalmente decididos a obtener la mejor panorámica posible de la piscina de marras, caminamos como pudimos hasta la otra colina.
El esfuerzo tuvo su recompensa. Estuvimos un buen rato admirando la Prismatic Pool y haciendo infinidad de fotos, y poco a poco fuimos bajando hasta el sendero. Había sido un gran esfuerzo pero la vista mereció la pena.
Decidimos continuar por el sendero y llegar hasta las Fairy Falls. Nos cruzamos con algún que otro caminante, pero en general estaba bastante vacío el paraje. Cuando llegamos a las cataratas decidimos continuar el sendero hasta el Imperial Geyser. Si habían decidido llamarlo de esa manera tenía que ser por algo. Así que continuamos por el sendero, pero tenía tramos inundados de agua, con lo que tuvimos que andar haciendo malabarismos por los troncos caídos. Algunos de esos malabares no tuvieron el éxito deseado y plantamos el pie completamente dentro del agua (e incluso en el barro, que es peor). Pero habíamos decidido llegar hasta el geiser y no pararíamos hasta conseguirlo. El Imperial Geyser no es uno de los más espectaculares, pero es bastante grande y sobre todo, lo que más nos gustó fue que estaba perdido en el monte en medio de ninguna parte. Pudimos disfrutar de él con tranquilidad, ya que al final todos los demás estaban siempre abarrotados de gente.
Igual que todo lo que sube, baja, todo lo que va, viene; así que tuvimos que volver hasta las Fairy Falls, esta vez con un poco más de éxito, aunque aprovechamos el agua de las cataratas para limpiarnos un poco los pies.
Una vez de vuelta en el aparcamiento, fuimos hasta Biscuit Basin, una de las dos zonas que nos quedaban por ver. Ya allí, y dado que estábamos en plan caminantes, decidimos subir hasta el Overlook Point y continuar hasta las Mystic Falls, para volver al Biscuit Basin. Era una caminata circular un tanto dura, sobre todo hasta que se corona la montaña para llegar al Observation Point, pero una vez más, el esfuerzo mereció la pena. Había una panorámica muy amplia de toda la zona, con un paisaje muy bonito.
Continuamos hasta las Mystic Falls, más caudalosas que las Fairy Falls que habíamos visto por la mañana, pero con menos caída, y de ahí, atravesando un río haciendo equilibrio entre unas piedras, volvimos a Biscuit Basin. En esta zona nos gustó mucho la Sapphire Pool, con un color azul espectacular (o quizá deberíamos decir color zafiro, para ser más exactos).
Después visitamos el Black Sand Basin, última de las zonas geotermales del parque que nos quedaba. A pesar de que estábamos un tanto cansados, pudimos disfrutar de la zona, y especialmente de la Emerald Pool, la Rainbow Pool y el Sunset Lake. Todos tenían una bonita amalgama de colores.
Finalmente volvimos al alojamiento para pasar el resto de la tarde descansando, que había sido un día muy provechoso pero un tanto duro. Ese atardecer volvimos a ver en funcionamiento el Old Faithful Geyser, y con eso dimos por zanjada nuestra visita al Parque Yellowstone.
Sin embargo, a la mañana siguiente, cuando nos dirigíamos a la salida sur, nos encontramos con otro oso, como a unos cien metros de la carretera. Estaba todo muy solitario de coches, no como el primer día, y estuvimos observándolo un rato. Con esa imagen pusimos rumbo a nuestro siguiente destino del viaje. Grand Teton National Park El parque Grand Teton pensábamos verlo en un día, pues habíamos reservado alojamiento para esa noche en Jackson Hole, población que se encuentra al sur del parque. Se trata de un parque muy diferente al de Yellowstone. Existe la posibilidad de ver el mismo tipo de animales (aunque nosotros solamente vimos ciervos), pero ya no hay actividad subterránea, más bien al contrario: lo más impresionante del parque es la Cordillera de las Teton, una cordillera llena de montañas de más de 4000 metros de altura, en cuya base hay una serie de lagos, siendo el más grande de ellos el Jackson Lake. Comenzamos ascendiendo la Signal Mountain Summit Road, carretera que nos llevó hasta la cumbre de la Signal Mountain. Desde allí pudimos ver una amplia vista del Teton Valley.
Continuamos conduciendo hasta el Jenny Lake Lodge. Allí, a pesar de que estaba muy nublado e incluso chispeaba de vez en cuando, decidimos caminar bordeando el String Lake hasta llegar al Leigh Lake. Fue una caminata de una hora, por un sendero liso, que ofrecía una vista magnífica con el lago en primer lugar y detrás las montañas, cuya cima no alcanzábamos a ver debido a las nubes.
La siguiente parada fue el Jenny Lake. Ahí nos subimos en una pequeña embarcación que cruza el lago y que nos desembarcó al otro lado. En ese punto teníamos dos posibilidades: la caminata hasta el Inspiration Point o la que iba a las Hidden Falls. En teoría ambos puntos estaban conectados por un camino, de manera que se podía ver ambos sitios con una ruta circular. Decimos en teoría, porque dicho sendero estaba cortado debido a que un puente por el que había que cruzar para continuar la ruta estaba en mal estado, aunque nosotros nos enteramos de ese pequeño detalle un poco más adelante. Así pues, muy convencidos, decidimos dar la vuelta circular comenzando en dirección al Inspiration Point. La caminata fue bastante durilla. Más de la mitad del recorrido tuvimos que hacerlo caminando sobre nieve; si creíamos que en Yellowstone había mucha nieve para ser el mes de junio, en Grand Teton había mucha más. Y además era una constante subida pronunciada.
Así pues, con calma y precaución conseguimos llegar al famoso punto, que si somos sinceros, no nos inspiró en exceso. Había una bonita vista del lago Jenny, pero nos gustaron mucho más las vistas de las montañas nevadas, algunas con sus glaciares, que la del Inspiration Point. Por suerte, en ese punto, cuando estábamos pensando cómo continuar hasta las Hidden Falls, nos cruzamos con un señor que iba con su hija y que nos dijo que se habían dado la vuelta porque había un puente que no se podía atravesar. Nos alegró saberlo, porque nos ahorramos un trecho, pero en cierto modo nos minó la moral pensar que teníamos que dar media vuelta y volver a pasar por todo lo que habíamos pasado. Afortunadamente, las cuestas abajo se hacen más llevaderas, aunque en esa ocasión teníamos el peligro de la casi omnipresente nieve. Así pues, con alguna culada más de la que hubiéramos deseado, llegamos a la base de la montaña. Por descontado, ni nos planteamos ir a ver las cataratas por el otro lado. Vimos que había una embarcación en el muelle y salimos pitando.
Decidimos que esa sería nuestra última parada en el parque y pusimos rumbo a Jackson Hole, donde habíamos reservado una habitación en un económico motel, algo realmente difícil en esa población en la que el alojamiento era bastante caro, por ser el lugar de acceso a las zonas de esquí del parque.
Jackson Hole Lo primero que hicimos al llegar a Jackson Hole fue descansar un rato, que nos lo habíamos ganado.
A nosotros nos pareció un poco soso, pero entre la gente que lo observaba tuvo mucho éxito. Después fuimos a cenar a un sitio del que decían hacían las mejores costillas de la región. Cuando llegamos había una cola enorme, así que supusimos que sería porque merecía la pena. Tuvimos que apuntar nuestro nombre en una tablilla y nos sentamos a esperar pacientemente nuestro turno. Cuando nos llegó el momento pedimos una ración de cada una de las maneras que hacían las costillas, para probar. Tampoco nos pareció gran cosa, así que decididamente pensamos que no estábamos en nuestro ambiente, porque allí todo el mundo parecía disfrutar de lo lindo. Acabamos la velada en la barra de un restaurante mexicano tomando unos tequilas y unos margaritas que sí fueron de nuestro agrado.
El día siguiente era día de coche. Habíamos pensado acercarnos lo más posible a Moab, puerta de entrada del Arches National Park, nuestra siguiente visita. Teníamos 800 kilómetros por delante. Pero madrugamos un poco (el jet lag seguía haciendo de las suyas) y nos pusimos a hacer kilómetros como locos (mejor dicho, millas) y en un momento dado decidimos que seguíamos hasta Moab. Fueron casi doce horas de coche, atravesando todo el estado de Montana, donde vimos multitud de ranchos y nos cruzamos con gran cantidad de coches con remolques de caballos, y parte del de Colorado, hasta llegar a Utah. En Moab teníamos una reserva para el día siguiente, así que fuimos al motel para ver si tenían disponibilidad para ese día y no tener que andar cambiando de sitio. No hubo suerte, estaban llenos para ese día, así que tuvimos que buscar otro donde tuvieran habitaciones disponibles y alojarnos ahí.
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