Estados Unidos
Monument Valley-Grand Canyon Monument Valley
Llegando a Monument Valley nos encontramos con una de las estampas más típicas: una larga carretera recta con las famosas formaciones rocosas de las películas del oeste al fondo. Paramos en el arcén a hacernos las típicas fotos, y nos fuimos a la entrada a ver que nos encontrábamos. Desde un principio avisan que la carretera que recorre Monument Valley está en mal estado. Lo cual no suele conseguir que la gente se arrepienta de recorrerlo con el coche propio en vez de hacerlo en una excursión organizada. Así que a nosotros tampoco nos hizo cambiar de idea. Y efectivamente, el firme durante casi todo el trayecto está lleno de baches y en muy mal estado, pero con calma y un poco de precaución se puede recorrer; aunque debemos decir que al final acabamos un poco hartos.
En la garita de entrada nos dieron una hoja fotocopiada en la que había impreso un mapa mostrando el recorrido, que era principalmente circular. Había varios puntos panorámicos, entre ellos el famoso John Ford’s Point Overlook, para ver las diversas formaciones rocosas, muchas de las cuales tienen nombres como Merrick Butte, Elephant Butte, Camel Butte, y demás buttes.
Hicimos todo el recorrido en poco menos de dos horas, y al final, como ya hemos dicho, estábamos un poco cansados del firme de la carretera y de tanta piedra. En todo caso, nos pareció más espectacular que Valley of the Gods que vimos el día anterior, ya que en Monument Valley las formaciones son más espectaculares y se ven más de cerca.
Una vez salimos del parque pusimos rumbo a uno de los puntos fuertes del viaje: el Gran Cañón del río Colorado.
Grand Canyon National Park El famoso cañón está dentro del Parque Nacional del Gran Cañón. Básicamente hay tres zonas desde donde disfrutar del sitio: el West, el South y el North Rim. Como los tres sitios están separados entre sí por el propio cañón, para acceder de uno a otro hay que ir por carretera bordeándolo, y por tanto están bastante alejados los unos de los otros. En el West Rim es donde se encuentra la famosa pasarela de cristal que se adentra en el cañón, mientras que el South Rim es el más popular y el que más visitas recibe de los tres. Y ese fue al que fuimos nosotros, al South Rim. A nuestra llegada, una vez recogimos la llave de la habitación que habíamos reservado en el Grand Canyon Village, tomamos el bus que recorre los once kilómetros de la Hermit Road, por la que no está permitido transitar a los vehículos privados, salvo los de minusválidos, y fuimos hasta el final de la ruta. La idea era comenzar caminando desde el final y volver hasta la primera parada caminando por el borde del cañón.
Así pues, nos bajamos en Hermits Rest y comenzamos a caminar. El sendero está en general bastante bien señalizado, aunque hay veces que pasa demasiado cerca del borde, o al menos demasiado para lo que nuestro vértigo nos permite. En esos casos, salíamos del mismo y caminábamos por la carretera hasta que veíamos que el sendero volvía a zonas más civilizadas. Así fuimos pasando por las diversas paradas del bus mientras veíamos como poco a poco iba atardeciendo e iba cambiando la luz sobre el cañón. Hubo un momento en que la luz empezó a resultar un tanto escasa, y aunque llevábamos una linterna, habíamos cometido el pequeño fallo de dejarla en la habitación, ya que pensamos que nos daría tiempo a recorrerlo antes de que anocheciera. Cuando la visibilidad empezó a ser reducida, decidimos acercarnos a una de las paradas del bus y volver tranquilamente sentados al punto de inicio.
Dicen que la luz de la mañana sobre el cañón es mucho más clara que la de la tarde, ya que durante el día va poniéndose una pequeña bruma. Puede que sea cierto, y eso hace además que quizá la vista del cañón sea más espectacular por la mañana por ser más nítida, pero el color de la piedra con la luz del atardecer, incluso a pesar de la bruma, es realmente fantástico.
Nada más levantarnos al día siguiente nos fuimos al cercano aeropuerto de Tusayan, donde habíamos reservado la excursión en helicóptero. Cuando pagamos la excursión antes de salir de España, nos dieron la opción de pagar 50 dólares más por persona para asegurarnos los asientos delanteros del helicóptero. Y como estábamos metidos en una incontrolable vorágine de gastos, dijimos que sí que cien dólares más no iban a reventarnos el presupuesto. Cuando llegamos a la oficina de la empresa que organizaba la excursión lo primero que hicieron fue pesarnos y nos comentaron que la opción de los asientos delanteros dependía de que pudieran compensar los pesos de las personas en el helicóptero, pero que si era viable los tendríamos. Y así fue. Suponemos que hacen todo lo posible para no perder el dinero, así que nos tocó en los dos asiento de delante junto a la piloto (porque no se dirá pilota, ¿no?).
Los helicópteros eran unos nuevos modelos más ecológicos y que contaban con mayor superficie de cristal para una mejor visión. Nos subimos, nos pusieron unos cascos magníficos con los cuales no se escuchaba casi ningún ruido de las hélices, y en los que iban alternando música y comentarios. Y así fue como disfrutamos de una vista magnífica del Gran Cañón del Colorado desde lo alto.
Habíamos cogido la excursión de 50 minutos, así que la piloto nos condujo hasta el cañón, estuvo sobrevolándolo un rato, después lo atravesó y fuimos volando paralelos hasta que volvió a atravesarlo y puso rumbo al aeropuerto de nuevo. Nos quedamos con la sensación de que había merecido la pena todo: la excursión, los helicópteros modernos y el suplemento por los asientos delanteros. Realmente fue una visión muy espectacular.
Una vez de vuelta al coche, condujimos de vuelta hasta Grand Canyon Village, donde aparcamos y estuvimos caminando un rato por el paseo que hay bordeando el cañón, pero esta vez en dirección contraria a la Hermit Road.
Tras un rato de deambular, volvimos al coche y de camino a la salida del parque fuimos parando en todos los miradores de la Desert View Drive. Cuando los visitamos todos, pusimos rumbo a la ciudad de Page, también en Arizona.
Page
Lo primero que hicimos al llegar a Page fue la colada, porque estábamos a punto de quedarnos sin ropa limpia. Después decidimos darnos un baño en la piscina, ya que hasta ese momento casi no habíamos disfrutado de una temperatura calurosa. Por la noche fuimos a cenar a un restaurante mexicano fantástico llamado Fiesta Mexicana, en el que las raciones eran sencillamente descomunales. Además tenían un buen surtido de cervezas mexicanas y de tequilas. La mañana siguiente tuvimos nuestra segunda oportunidad con la lotería de The Wave. Como hemos explicado en la introducción del viaje, de los veinte permisos diarios que conceden para visitar esa zona, diez se otorgan mediante una lotería cuatro meses antes del mes de la excursión, en la que no tuvimos suerte, y los diez restantes se sortean el día anterior. Así pues, para participar en la lotería de los diez permisos para el día siguiente teníamos que llegar antes de las nueve de la mañana a la oficina de información, porque a esa hora era cuando se hacía el sorteo entre todas las personas que estuvieran allí. Nos tocó madrugar bastante, ya que aunque estábamos a unas 40 millas del sitio, era horario de Utah y nosotros estábamos en Arizona. Llegamos sobre las ocho y media pasadas, y ya había unos cuantos coches esperando. Una vez nos inscribimos todos los que habíamos ido (éramos unos 50), se realizó el sorteo y… ¡¡nos tocó!! Nos habían asignado el número cuatro y salió en segundo lugar. Así que cuando se terminó el sorteo, toda la gente que no había tenido suerte se marchó, y los que la tuvimos nos quedamos para que nos dieran el permiso y pagar. Nos dieron también una hoja con la explicación de cómo llegar. Pero lo veremos a su debido momento. Una vez terminamos con toda la burocracia, volvimos a Page y fuimos directos a la oficina de una de las empresas que hacen las excursiones a Antelope Canyon. Preguntamos si tenían disponibilidad para la salida de las once y media, que según habíamos leído en los foros del tema era la más espectacular por la posición del sol, pero nos dijeron que estaban completos. La primera salida que tenían disponible era a la una. Reservamos la excursión para esa hora y nos fuimos a desayunar a un sitio, del que dicen dan los mejores desayunos en Page. Para no salirnos del guión, pedimos un plato de huevos revueltos con bacon y tostadas y otro plato de tortitas. La calidad era buena, pero lo que nos sorprendió sobretodo fue la cantidad. Nos pusieron tres tortitas del tamaño de una rueda de camión cada una (exagerando un poco, pero no mucho). Por descontado, no pudimos acabarnos semejante desayuno, pero comprobamos un tanto impresionados que la gente que estaba por las mesas de alrededor devoraba esas cantidades sin despeinarse. Como teníamos tiempo hasta la una, nos fuimos a ver Horseshoe Bend. Se trata de un meandro en forma de herradura del ubicuo río Colorado. Nos acercamos con el coche y lo dejamos en el aparcamiento e hicimos el trayecto hasta donde se ve el meandro, que nos llevó entre diez y quince minutos. La vista es bastante espectacular, pero no está exenta de un cierto vértigo, ya que no hay ningún tipo de valla ni nada por el estilo. Así que con cierta precaución nos asomamos al pequeño precipicio para observarlo. Caminamos un poco hacía un lado y otro buscando diferentes panorámicas, y al cabo de un rato nos volvimos. Es una visita corta pero bastante bonita.
Antelope Canyon
Tras esto, volvimos a la oficina donde habíamos reservado nuestra visita para ver Antelope Canyon. A la hora convenida nos subieron en un cacharro (no se nos ocurre otra palabra para definir el vehículo) bastante grande en el que nos llevaron hasta la misma entrada del cañón. La mitad del recorrido se hace sobre una carretera sin asfaltar llena de baches de dimensiones considerables, con lo que conviene ir bastante agarrado durante el trayecto. Una vez en el cañón nos bajamos y comenzamos la visita. Antelope Canyon solamente se puede visitar en una excursión organizada con alguna de las empresas que lo gestionan. Es propiedad de los indios y por tanto todos los conductores, guías, empleados y demás son indios. La visita se hace con el mismo que conduce.
El cañón es bastante bonito. Se trata de un pasadizo, en algunas zonas bastante estrecho, con una abertura por arriba que es por donde entra la luz. Según parece, sobre las doce del mediodía los rayos del sol entran directamente hasta el cañón en algunas zonas, lo que hace que la visita de las once y media sea la más espectacular. En realidad, cualquier hora es buena para visitar Antelope Canyon, ya que el cañón es por sí solo espectacular, pero debemos reconocer que hemos visto fotos en Internet de la visita de las once y media y hay mucha diferencia. Sea como fuere, tuvimos que conformarnos con nuestro horario. Lo peor fue la enorme cantidad de gente que había. La visita consistió en recorrer el cañón hasta la salida por el otro lado, y volver a recorrerlo hasta el punto de inicio. Pero entre la cantidad de gente que había, la rapidez a la que nuestro guía hizo la visita y la comprobación de que no estábamos en el mejor horario, nos quedamos con una sensación un tanto agridulce de nuestra excursión.
Una vez de vuelta al coche, nos dimos cuenta de que no teníamos nada que hacer hasta el día siguiente. Era la primera tarde libre de que disponíamos en nuestro apretado viaje. La dedicamos a dormir la siesta, a bañarnos en la piscina y a comprar provisiones para nuestra excursión a The Wave del día siguiente. También hicimos una pequeña visita al cercano Lake Powell, que no nos pareció nada del otro mundo.
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